López Álvarez, Alejandro (2022): Las sillas de mano y los silleteros de la Hermandad del Refugio de Madrid. Caridad, espectáculo y trabajo entre los siglos XVII y XIX. Madrid: Asociación cultural y científica Iberoamericana ACCI. ISBN 9788418476600. 418 páginas.
Por Álvaro Recio Mir
El reciente libro de Alejandro López Álvarez, Las sillas de mano y los silleteros de la Hermandad del Refugio de Madrid. Caridad, espectáculo y trabajo entre los siglos XVII y XIX, abunda en cuestiones que antes había apuntado en otras de sus importantes publicaciones, como Poder, lujo y conflicto en la corte de los Austrias, y, a la vez, abre nuevos derroteros en el ámbito de las investigaciones sobre las hermandades de la España de la edad Moderna, cuya vida en muchas ocasiones se ha prolongado hasta nuestros días, como es el caso de la que nos ocupa en esta ocasión.
La Hermandad del Refugio de Madrid, paralela en muchos sentidos a la de la Santa Caridad de Sevilla, fue una de las instituciones caritativo-asistenciales más importantes de la España Moderna. Fundada en los primeros años del siglo XVII por un grupo de personajes vinculados con el servicio de la Monarquía y que lograron articular una institución prototípica del Antiguo Régimen, con los problemas administrativos y las tensiones internas habituales en estos cuerpos altamente organizados y jerarquizados y que practicaban tanto la piedad más acendrada como la más ostentosa vanidad, configurando, como señala el subtítulo del libro, una mezcla de caridad, espectáculo y trabajo.
Característico de esta corporación fue el denominado ejercicio de silla, que consistía en recoger a pobres enfermos de las calles de Madrid y conducirlos a los hospitales como si de Cristo se tratasen. Ello enlazaba con una de las traiciones más queridas de la Pietas austriaca: la cesión primero de caballos y luego de sillas y carruajes para transportar el Santísimo Sacramento. De tal manera, las sillas y su referido ejercicio acabaron convirtiéndose en la imagen distintiva de la hermandad del Refugio madrileña.
No podemos dejar de advertir que tan piadoso ejercicio le reportó a la corporación, como pronto atisbaron sus hermanos, generosas limosnas que fueron en un primer momento su principal fuente de financiación. De este modo el ejercicio de silla fue adquiriendo carácter de auténtico espectáculo, por lo que fue calculadamente organizado y desarrollado.
A la vez causa y efecto de tal espectáculo fueron las propias sillas de manos, vehículos representativos sin ruedas y en forma de caja, para un solo ocupante y que eran acarreadas mediante dos largos varales por otros tantos criados llamados silleteros. Las de la Hermandad del Refugio estuvieron cada vez más ricamente decoradas como señala López Álvarez, en lo que no faltaban pinturas con la imagen de la Inmaculada Concepción, el escudo de la corporación, tallas y telas de marcado sentido suntuario.
En el siglo XVIII sumó la corporación a la recogida de enfermos su presencia en los incendios que con cierta frecuencia se producían en la Villa y Corte. El interés de la Hermandad del Refugio por estar presente en todos los aspectos de la vida madrileña le llevo a proponer la asistencia de sillas en las fiestas de toros. Otros de los accidentes que se fueron incorporando a sus habituales actividades caritativas y asistenciales fueron los derrumbes de edificios que se producían en la capital.
Tras explicar con detalle lo anterior y en general la vida de la corporación, el autor se ha centrado en la organización y el desarrollo laboral de sus actividades caritativas, ya que la riquísima documentación que aun custodia la hermandad tiene en estos aspectos uno de sus epicentros. Se hace así una historia de la vida cotidiana de estos silleteros, muchos de ellos de origen asturiano y que articularon una suerte de red familiar y social de autoprotección. En tal sentido el libro hace un profundo análisis de las condiciones laborales y salariales de estos personajes de humildes orígenes y que llegaban a Madrid en busca de mejores condiciones de vida.
Aunque la hermandad sigue desarrollando en nuestros días su labor caritativa en su sede de la Iglesia de San Antonio de los Alemanes de Madrid, el ejercicio histórico de silla acabó por desaparecer en el siglo XIX con el desarrollo de la asistencia social desarrollada por el Estado contemporáneo. No obstante, aún la hermandad conserva una importante colección de estas interesantes sillas de manos sin duda única en España.
López Álvarez construye su discurso a partir, como mencionamos, del análisis de la documentación del completo archivo de la corporación, pero a ello suma la consulta minuciosa de otros importantísimos repositorios documentales, como el General de Palacio, el Histórico Nacional, el de Protocolos Notariales de Madrid, el Archivo de Villa, el de la Academia de la Historia o, entre otros muchos, el de la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla, ya que este estudio lejos de ser local establece interesantes parangones con lo que ocurría en otras localidades de la corona de Castilla. Se articula así un libro que resulta modélico en el ámbito de las corporaciones caritativas del Antiguo Régimen, ya que pone en evidencia las muy diversas perspectivas desde las que pueden ser analizadas.