“La resurrección del Cid”. Anna Hyatt Huntington, escultora*

“The resurrection of the Cid”. Anna Hyatt Huntington, sculptor

Mariángeles Pérez Martín

Universitat de València. España
ORCID: 0000-0001-9207-0759
m.angeles.perez-martin@uv.es

Resumen

La norteamericana Anna Hyatt (1876-1973) es autora de esculturas emblemáticas como la estatua ecuestre del Cid Campeador. Tras casarse con Archer Milton Huntington (1870-1955), fundador de la Hispanic Society of America, compartió con el filántropo el amor por el hispanismo. La estatua, inaugurada en 1927, se ubicó frente a la fachada del Museo Hispánico de Nueva York. Una crónica del madrileño diario La Nación destacaba que el Cid había “resucitado” a orillas del Hudson. Una resurrección doble, pues, al mismo tiempo una réplica se levantó en Sevilla con motivo de la Exposición Iberoamericana. El mecenazgo del matrimonio Huntington se extendió por toda España y se conservan numerosas obras de Anna Hyatt, entre las que destaca la estatua del Cid.

Palabras clave:

Mujeres artistas; escultura; Cid Campeador; Hispanic Society; Sevilla.

Abstract

The North American Anna Hyatt (1876-1973) is the author of emblematic sculptures such as the equestrian statue of the Cid Campeador. After marrying Archer Milton Huntington (1870-1955), founder of the Hispanic Society of America, she shared with the philanthropist his love for Hispanicism. The statue inaugurated in 1927 was located in front of the façade of the Hispanic Museum in New York. The newspaper La Nación highlighted who the Cid had “resurrected” on the banks of the Hudson. A double resurrection, then, at the same time a replica was inaugurated in Seville during the Ibero-American Exposition. The patronage of the Huntington couple spread throughout Spain and numerous works by Hyatt are preserved, among which the statue of El Cid stands out.

Keywords:

Women Artists; Sculpture; Cid Campeador; Hispanic Society; Seville.

Fecha de recepción: 8 de enero de 2022.
Fecha de aceptación: 19 de marzo de 2023.

* Una primera aproximación a este tema se expuso en una conferencia con el mismo título impartida el 11 de mayo de 2018 en el I Congreso Internacional sobre la Exposición Iberoamericana de 1929 celebrado en Sevilla, que no ha sido publicada. Agradecemos sus sugerencias a las personas que han revisado este texto.

Cómo citar este trabajo / How to cite this paper:
Pérez-Martín, Mariángeles (2023): ““La resurrección del Cid”. Anna Hyatt Huntington, escultora”. En: Laboratorio de Arte, 35, pp. 305-324.

© 2023 Mariángeles Pérez-Martín. Este es un artículo de acceso abierto distribuido bajo los términos de la licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0. International License (CC BY-NC-SA 4.0).

El 4 de noviembre de 1927, el periodista Marcial Rossell escribía una crónica desde Nueva York publicada en el madrileño diario La Nación sobre la estatua ecuestre del Cid1, que acababa de ser colocada frente a la fachada del Museo Hispánico de Nueva York (Figura 1). Para el cronista, la escultura del Cid Campeador patrocinada por el millonario hispanófilo Archer Milton Huntington (1870-1955), fundador de la Hispanic Society of America, “daría emoción a aquel rincón tranquilo”2. Según la descripción que hace de la pieza “el Cid refrena con una mano los ágiles vigores de su corcel, mientras con la otra sostiene en alto una lanza”. El personaje del Campeador –afirma– había sido “hecho gloria por el genio y el entusiasmo de una dama egregia por su posición social y por su apellido”: la escultora Anna Vaughn Hyatt Huntington (1876-1973).

Figura 1: Anna Hyatt Huntington, Monumento al Cid Campeador, 1927, Hispanic Society of America, Nueva York, © Wikipedia, Creative Commons.

La artista norteamericana, tras su matrimonio con Archer Huntington compartió con el filántropo su amor por la literatura hispana y, sobre todo, por el Poema de Mio Cid, que él había traducido al inglés y editado. La estatua del Campeador se ubicó en la Audubon Terrace junto a otras figuras de la hispanidad. Para Rossell, la gallardía del Cid era símbolo de la España de 1927, en la que despertaba el patriotismo “que una mano poderosa está forjando sobre el yunque del nuevo orden nacional”3. El Cid había resucitado donde menos podía esperarse, a orillas del Hudson. Una resurrección doble, pues, al mismo tiempo que en Nueva York, una réplica se había levantado en España. Así –concluye–, en una plaza de Sevilla “por el genio y el amor de una mujer de América” admirarían al Cid convertido en bronce quienes visitasen la futura Exposición.

La escultura entusiasmó al marqués de la Vega Inclán4 y al duque de Alba5 cuando vieron las fotografías que les envió su amigo Huntington desde Nueva York6 y pronto la réplica de la estatua sería inaugurada en Sevilla durante la Exposición Iberoamericana de 1929. En la organización del evento participó el marqués de la Vega Inclán, ministro de Turismo de España. El rey Alfonso XIII también quedó admirado durante la inauguración ante la colosal pieza, especialmente por el diseño del caballo, que reflejaba exactamente el concepto de la épica hispana que representaba el Cid Campeador. A comienzos del siglo XX, la escultura era todavía una cuestión masculina, pero el prestigio alcanzado por esta obra y el resto de su trayectoria profesional demuestran cómo esta mujer, Anna Hyatt Huntington, supo ganarse una gran reputación internacional como escultora7. Además, con su magnética personalidad atrajo a su alrededor a un círculo de colegas, amigas y colaboradoras que compartirían desafíos.

El poeta y la escultora

Anna Vaughn Hyatt conoció a Archer Milton Huntington en la sede de la Hispanic Society of America de Nueva York, cuando asistió a la primera de las reuniones de la recién creada National Sculpture Society (Sociedad Nacional de Escultores), bajo la presidencia entonces de Huntington, famoso ya por su labor como mecenas de las artes. El hispanista quería incluir en el proyecto arquitectónico de los edificios de Audubon Terrace piezas escultóricas monumentales, y entre las fundaciones que sufragaba el acaudalado filántropo se encontraba esta sociedad de escultores americanos a la que convocó para una exposición. Por aquel entonces, Anna Hyatt era ya una reputada escultora de renombre internacional y Huntington estaba acreditado como uno de los grandes eruditos hispanófilos, gran conocedor de la historia y la literatura españolas.

Nacido en Nueva York, Archer Huntington se había licenciado en Leyes por la Universidad de Yale y siete años más tarde también se tituló en la famosa Universidad de Harvard. En 1907, lograría un doctorado honorario en Letras por la Universidad de Columbia en Nueva York. Su padre, Collins Potter Huntington, multimillonario fundador de la Compañía Central Pacific Railbroad y de los astilleros Newport New Shipbuilding and Drydock Company8, había coleccionado obras de arte y poseía excelentes lienzos como el famoso retrato del conde-duque de Olivares9. El hijo amplió la colección de su progenitor, no solo con pinturas, sino también con esculturas, objetos de arte, numismática, libros antiguos y manuscritos españoles, hasta que consiguió reunir una biblioteca de más de 18.000 volúmenes, la mayoría libros hispanos de los siglos XV y XVI10.

Archer Huntington fijó su atención y curiosidad histórica en la Península Ibérica, muy joven realizó el viaje a Europa, preceptivo para todo joven aristócrata norteamericano. También visitó México, y una vez dominó la lengua castellana, en 1892 viajó a España, país que visitaría en repetidas ocasiones a lo largo de su vida. Las relaciones establecidas por el estadounidense con España se inscriben en un momento de grave crisis, tras la guerra de Cuba que enfrentó en 1898 a ambos países con el resultado de la pérdida de las últimas colonias del antiguo Imperio Hispánico: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. El dolor por el terrible desastre que esto supuso dejó una huella imborrable en la generación literaria del 98. Huntington se encontraba ese mismo año en Sevilla, donde de sus propios fondos costeaba las excavaciones arqueológicas de Itálica11.

El 18 de mayo de 1904, Archer Huntington fundó la Hispanic Society of America, en Nueva York, el objeto de la sociedad era la mejora de los estudios de las lenguas española y portuguesa, su literatura e historia propias. Según sus estatutos sería una biblioteca pública gratuita, museo e institución educativa, conteniendo objetos de interés artístico, histórico y literario; también se editarían publicaciones para fomentar esos estudios, y se financiarían campañas fotográficas realizadas por expertos sobre las costumbres rurales y urbanas españolas12. La institución se había inaugurado oficialmente con la exposición dedicada al valenciano Joaquín Sorolla (1863-1923), el éxito de la misma ayudó a difundir la recién creada sociedad y la obra del pintor en Nueva York. Huntington y Sorolla se habían conocido en Londres en 1903, donde este exponía su obra que deslumbró al americano. Tras la exposición de Sorolla en la Hispanic Society de Nueva York, Huntington le encargó al pintor la célebre serie Visiones de España en la que cuadros de grandes dimensiones retratan los ambientes y tradiciones de las regiones españolas13.

José García-Mazas en su completo ensayo novelado sobre El poeta y la escultora se hace eco de los trayectos en tren que ambos, Archer Huntington y Anna Hyatt, compartieron diariamente camino de Nueva York, cuando aún no habían sido presentados. La escultora vivía por entonces en Connecticut y diariamente se desplazaba en tren a su estudio de Nueva York. En una de las estaciones del camino, Eastchester, subía todos los días un hombre de negocios, alto y elegante, que había llamado su atención. Poco tiempo después de ese primer encuentro que citábamos, en la sede de la Hispanic con motivo de la organización de una exposición de escultura al aire libre en la Audubon Terrace, Archer y Anna se casaban en Nueva York el 10 de marzo de 1923. Ella era una de las organizadoras de esa exposición y, tras las continuas entrevistas entre ambos con motivo de la muestra artística, establecieron una relación que se convertiría en matrimonio. Fue una ceremonia privada en el estudio que la escultora tenía en la calle 12, al este de Manhattan. Él se había divorciado en 1918 de su primera esposa, Helen Manchester Gates, quien le abandonó para casarse con el actor y director de teatro inglés Granville Baker, a quien la pareja había dado su apoyo durante su estancia en Estados Unidos. Por ese sonado divorcio, Huntington tuvo que pagar a su exesposa un millón de dólares como separación de bienes14.

Anna Hyatt contaba ya con numerosos ingresos por su trabajo cuando conoció a Huntington, pero, con el respaldo económico por su matrimonio con el multimillonario, “en lo sucesivo no iba a esculpir para vender, ni por encargo de nadie. Iba a esculpir solamente aquello que ella quisiera; lo que a ella le gustase. Esto es, precisamente el sueño dorado de cualquier artista”15. De hecho, como afirma García-Mazas, desde entonces, la mayoría de las réplicas monumentales en bronce y aluminio de sus obras más famosas serían regaladas por el matrimonio Huntington a diversas instituciones, entre las cuales se encuentran muchas ciudades españolas. Entre las obras donadas en España se encuentran dos bustos en bronce que Anna Hyatt realizó de su marido16, uno de ellos al Museo del Greco de Toledo y el otro a la Casa Museo de Cervantes en Valladolid17, allí se conservan en homenaje a Archer M. Huntington que fue promotor de ambos museos.

La formación de Anna Hyatt y su círculo cultural

Anna Hyatt nació en Cambridge en 1876 y fue educada en un ambiente familiar culto. Su padre, Alpheus Hyatt, era paleontólogo y zoólogo, docente en la Universidad de Harvard y en el MIT (The Massachusetts Institute of Technology). Además, el profesor disecaba animales para el Museo de Historia Natural de Boston. Por su parte, la madre de Anna, Aduella Beebe Hyatt, era experta en arte y pintaba paisajes al óleo, y ayudaba a su esposo en los dibujos sobre paleontología para sus libros. Desde pequeña, Anna mostró gran afición por la música y por los animales, en especial los caballos, esa fascinación fue patente en su obra escultórica posterior. Ya en la escuela primaria dibujó multitud de ellos, igualmente, pasó muchas horas en el zoo observándolos, y elaborando meticulosos modelos anatómicos de todo tipo de animales. Estudió violín durante seis años, pero, tras modelar su primera obra en barro en el estudio de escultura de su hermana Harriet, se interesó por esta disciplina artística. Anna continuó su formación en el estudio del escultor Henry Hudson Kitson (1865-1947) en Boston. En esa ciudad tuvo lugar su primera exposición individual en The Boston Arts Club, donde exhibió más de cuarenta esculturas de animales de pequeño formato18.

Tras la muerte de su padre, se trasladó a Nueva York para estudiar en la famosa academia The Art Students League, donde tuvo como profesor al escultor Hermon Atkins MacNeil (1866-1847). Allí contó con el apoyo del también escultor norteamericano Gutzon Borglum (1867-1941), autor de los monumentales bustos presidenciales del Monte Rushmore, en Keystone, Dakota del Sur19. En 1903 el Brooklyn Institute of Arts and Sciences de Nueva York (ahora Brooklyn Museum) le encargó el modelado de diversos animales en extinción20. Dos años después, como señalábamos, fue elegida miembro de la National Sculpture Society, que realizó su primera exhibición en Nueva York en la que mostró su obra logrando reconocimiento de crítica y coleccionistas. En 1906, dos de sus bronces con grupos de animales fueron adquiridos por el Metropolitan Museum de Nueva York21.

Anna Hyatt se rodeó de un círculo cultural y artístico en que se dieron cita colaboradoras y amigas que compartieron inquietudes y oportunidades. Participó en exposiciones colectivas de mujeres artistas y se involucró en eventos sociales junto a otras mujeres poderosas y mecenas del arte. En torno a ella, pintoras, escultoras, críticas, fotógrafas, o actrices, tejieron redes de sociabilidad y solidaridad femenina reafirmando el poder creativo y la profesionalidad de las mujeres a inicios del siglo XX. Compartió estudio con otras artistas de estilos muy diferentes, como la innovadora Abastenia St. Leger Eberle (1878-1942). Juntas ganaron la medalla de bronce en The Louisiana Purchase Exposition de 1904, con la obra Men and Bull (1904). La colaboración continuó con una nueva pieza, Boy and Goat Playing, presentada en la Exposición de Primavera de la Sociedad de Artistas Estadounidenses en 190522. En su texto, Sonia Coman incluye una fotografía que muestra a las dos mujeres trabajando juntas en el mismo estudio23. A pesar de las dificultades que tuvieron las mujeres para acceder a la formación –sobre todo en lo que respecta al desnudo–, la imagen de ambas en el estudio, en la década de 1900, enfatiza en la importancia de la colaboración femenina en el reconocimiento artístico. A partir de 1910, las dos escultoras continuaron sus carreras por separado, aunque siguieron compartiendo lugares de exhibición. Ambas serían seleccionadas para exhibir sus figuras en la Woman’s Room de la World’s Fair de 1916, una galería llena de pinturas y esculturas de mujeres artistas.

El infatigable amor que Anna Hyatt demostró por los animales le hizo acudir diariamente al parque zoológico del Bronx, cerca del cual alquiló un apartamento en 1906. Su mayor interés era plasmar en sus esculturas la belleza y vitalidad animal, para lo cual dotaba a sus composiciones de equilibrio y brío. Antes de consagrarse como escultora había realizado, como era frecuente entre sus compatriotas, un viaje formativo a Europa. Visitó Inglaterra y también alquiló un estudio en un pueblo cercano a París24, donde elaboró dos figuras de jaguares que se exhibieron en el Salón de París de 1908. En esos años conoce a Auguste Rodin (1840-1917) y a los círculos artísticos que se daban cita en la capital francesa, “y aunque se siente atraída e impresionada por la obra que están realizando muchos de ellos”25, apenas tendrían influencia en su obra. Sin embargo, se interesó mucho por las composiciones ecuestres de la pintora Rosa Bonheur (1822-1899), de la que ya conocía la pintura Feria de caballos (1853) ubicada en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York. Tampoco podía faltar la visita a Italia, en Nápoles modelaría un león colosal por encargo de una escuela de Ohio y tras presenciar la inauguración pública en el Oakwood Park de Dayton, Estados Unidos, regresó a Francia26.

Un nuevo proyecto la consagraría como escultora de fama internacional, la estatua ecuestre de Juana de Arco, cuyo prototipo fue reconocido por el Salón de París de 1910 con una Mención Honorífica (Figura 2) –a pesar de las dudas planteadas por el jurado sobre si una mujer podía crear tal obra maestra27. La ciudad de Nueva York le encomendó ese mismo año una reproducción monumental en bronce de la escultura con motivo del 500 aniversario del nacimiento de la heroína francesa. La estatua se ubicó en Manhattan, en el cruce de la Riverside Drive y la Ninety-thrid Street, su inauguración en una ceremonia pública el 6 de diciembre de 1915 contó con una gran afluencia de público como se aprecia en imágenes de la época28. La estatua de Juana de Arco realizada por Anna Hyatt se convirtió en el primer monumento público a una mujer en la ciudad de Nueva York29. El conjunto obtuvo gran reconocimiento internacional y el gobierno francés le encargó en 1915 una reproducción en bronce para la ciudad de Blois y le concedió la Legión de Honor30. Tras lo cual, su carrera despegó alcanzando una boyante posición económica. Según las investigadoras Linda Ann Brazeau y Raquel Barrionuevo Pérez, en 1912, Anna Hyatt era una de las doce mujeres que ganaba más de cincuenta mil dólares al año en Estados Unidos31. En 1915, su obra compuesta por diez esculturas de animales obtuvo una medalla de plata en la Panama-Pacific Exposition en San Francisco32. En 1916 ganó la Medalla de Oro de Rodin del Plastics Club of Philadelphia, siendo admitida ese mismo año como miembro asociado en la National Academy of Design de Nueva York33. Esta última, le concedió en 1922 la Medalla de Oro Saltus al mérito artístico por su escultura mitológica, Diana of the Chase (o Diana of the Hunt) (1922), de la diosa Diana.

Figura 2: Anna Hyatt Huntington, Estatua de Juana de Arco, 1915, © Library of Congress, Estados Unidos, Public domain.

De los éxitos profesionales de la escultora y de la labor de mecenazgo del matrimonio Huntington por su compromiso con la cultura y el patrimonio español dan cuenta numerosos homenajes. Cuando, a principios del año 1907, el pintor Raimundo de Madrazo (1841-1920) escribía desde París al director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando –para indicarle que le parecía “justa y oportuna” la designación de Archer Huntington como académico–, destacaba en él su “gran y acendrado amor a España como lo prueba la idea que está realizando espléndidamente de crear un Museo Español”34. Pocos días después de recibirse la carta se sometía su nombramiento a votación el 25 de febrero de 1907, resultando elegido académico correspondiente en Nueva York. Años más tarde, en 1949, una nueva solicitud avalada por los académicos de la misma institución, marqués de Lozoya (director general de Bellas Artes), el duque de Alba (director de la Real Academia de la Historia) y el conde de Romanones (director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando), convertía a Archer Huntington en académico honorario residente en el extranjero tras alcanzar la total unanimidad en la votación. Se destacó su condición de “eminente hispanófilo, fundador y director de The Hispanic Society of America, y propulsor entusiasta y generoso de cuanto significa enaltecimiento de la cultura histórica y artística de España”35.

En enero de 1931, eran de nuevo tres académicos de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el duque de Alba, Mariano Benlliure (1862-1947), y Francisco Javier Sánchez Cantón, los que firmaban la propuesta para el ingreso de la escultora Anna Hyatt Huntington como académica correspondiente en Nueva York. La artista contaba ya entonces con una monografía que le había dedicado Frederic Newlin Price en 1924, así como con la medalla de oro de la escultura, que la American Academy of Art and Letters le acababa de conceder en 1930. El acta de la reunión recoge la satisfacción de la Academia por el ingreso de la escultora, no solo por sus méritos como artista, sino por la singular consideración que merecía como esposa del ilustre hispanófilo a quien tanto debía la corporación36. Y destacaban las muchas donaciones admirables, que ratificaban el amor a la nación, como la estatua ecuestre del Cid Campeador, que regaló a la ciudad de Sevilla.

Monumento al Cid

El matrimonio compartía la atracción por los personajes históricos hispánicos, Archer escribía en verso y realizaba traducciones al inglés, como su versión del Poema de Mio Cid, que Anna iba a desarrollar pocos años después en escultura37. Tras su boda con el poeta, esa inspiración hispánica impregnaría su arte. Fue, precisamente, ese el primer tema ideado por la escultora para decorar la Audubon Terrace, que se ubicaría frente a la puerta de entrada de la Hispanic Society en Nueva York. La figura del héroe castellano había influido en la vida intelectual de su esposo desde su primer viaje a España en 1892, Huntington recitaba de memoria partes enteras del Cantar, tanto en castellano viejo como en inglés. Por esa razón, Anna Hyatt le propuso realizar una escultura monumental del Cid como figura central de la terraza. Apenas regresaron del viaje de novios se puso a trabajar en el tema, trabajó intensamente en el diseño de la monumental escultura, que modeló a tamaño real ante la mirada entusiasmada de su esposo38. En 1927, concluyó el prototipo en bronce, que se conserva en el Brookgreen Gardens, de Carolina del Sur39.

Como comentábamos al inicio, cuando el marqués de la Vega Inclán y el duque de Alba, amigos de Huntington, recibieron las fotografías de la monumental escultura quedaron entusiasmados, tras lo cual solicitaron una copia en bronce para la ciudad de Sevilla, que sería oficialmente inaugurada durante la Exposición Iberoamericana de 1929. El ayuntamiento de la ciudad de Sevilla agradecido nombró hijos adoptivos al matrimonio Huntington. Para crear la monumental pieza, Anna Hyatt se basó en la escultura ecuestre romana de Marco Aurelio y en las renacentistas del Gattamelatta de Donatello y del Colleoni de Verrocchio. En el monumento, el magnífico jinete Rodrigo Díaz de Vivar aparece gallardamente montando un brioso caballo, al que la autora dota de gran movimiento. Hyatt fue aconsejada por especialistas en el tema, como su esposo y el filólogo medievalista Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), para componer la indumentaria del héroe perfectamente ajustada al personaje histórico. El eco internacional de la obra fue tan grande que al año siguiente se inauguraba otra réplica en la ciudad de San Diego, en California, Estados Unidos40, ubicada en el Balboa Park fue inaugurada el 5 de julio de 1930. En San Francisco se instaló otra réplica del Cid en 1929 con motivo de una exposición de escultura estadounidense, y al año siguiente la ciudad de Buenos Aires, Argentina, adquirió otra que ubicó en el barrio del Caballito, cuya ceremonia inaugural fue el 12 de octubre de 193541.

La obra de Sevilla fue costeada gracias a la generosidad de los Huntington que entregaron un cheque por valor de diez mil dólares a través del Banco Lyonnais. No menos relevante fue el pedestal que había de sostener la estatua ecuestre, cuyo importe ascendió a veinticinco mil pesetas. Proyectado por el arquitecto valenciano Vicente Traver Tomás (1888-1966)42, quien fue nombrado arquitecto general y director artístico de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, tras la renuncia del arquitecto Aníbal González (artífice del diseño de la sevillana plaza de España)43. La decoración del pedestal fue encargada por el marqués de la Vega Inclán, director de Turismo de España y amigo del matrimonio Huntington, al famoso escultor Mariano Benlliure44, también valenciano, quien debía modelar el escudo de la sociedad americana a partir de los diseños del propio Huntington. El encargado de formular las inscripciones para el monumento fue Menéndez Pidal. Benlliure esculpió en granito el escudo de la Hispanic Society of America en el pedestal y colocó las inscripciones en los laterales. En 1927, el Ayuntamiento de Sevilla encargó al escultor la búsqueda de un emplazamiento idóneo. Se decidió ubicarlo al final de la sevillana avenida del Cid, frente a la entrada principal del recinto de exposiciones, en una rotonda creada exprofeso en la Glorieta de San Diego. Justo un año después, en diciembre de 1928, se colocaba la figura de bronce sobre un basamento, para, casi un año más tarde, concluir el pedestal y todos sus detalles definitivos45. En diciembre de 1929 quedaba todo compuesto para la posteridad (Figura 3). El propio rey Alfonso XIII se había mostrado maravillado ante el diseño del majestuoso caballo del héroe hispano, que concordaba en todo con el Babieca que había imaginado de niño. Tal fue su admiración al conocer la estatua que el monarca le otorgó el 16 de abril de 1929 la Gran Cruz de Alfonso XII46. El Monumento del Cid (1927) representa un alarde de destreza e ingenio en el que la escultora supo recrear de forma real la indumentaria y la postura del jinete, junto al movimiento y potencia del caballo, rasgos que definieron sus numerosas estatuas equinas. Una característica de su escultura ecuestre fue siempre la relación compenetrada entre jinete y animal. La estatua del Cid es un “prototipo de la fuerza, del poder, de la valentía y de la arrogancia. […] Los dos, caballo y jinete, son fuertes, y los dos hacen ostentación de esta fortaleza y de su bravura. Parece que saben que ‘ellos dos’ forman un conjunto invencible”47.

Figura 3: Anna Hyatt Huntington, Monumento al Cid Campeador, 1929, Sevilla, © Wikipedia, Creative Commons

La realización de la estatua del Cid fue un gran esfuerzo para la escultora que durante dos años trabajó en ella sin descanso, tal es así que su salud se resintió enfermando de tuberculosis. Los médicos le recomendaron descansar en Suiza una larga temporada. Una vez recuperada, la pareja de filántropos se trasladaría a Carolina del Sur, donde el multimillonario había comprado una gran extensión de terreno, allí ubicarían los jardines de Brookgreen. Y, en ese lugar, Anna Hyatt instaló un nuevo estudio donde serían exhibidas sus esculturas junto a una importante colección de obras de otros escultores americanos del momento. Desde entonces, pasaron los inviernos en Carolina del Sur y el verano en Nueva York, lugar en el que la escultora mantuvo durante años su propio estudio. Como reconocimiento a su labor creativa y de mecenazgo en 1932 la Syracuse University de Nueva York le concedería el grado de Doctora en Artes48. Tras recuperarse de la tuberculosis, Anna Hyatt volvió al trabajo y comenzó a preparar su primera retrospectiva que tendría lugar en 1936 en la American Academy of Arts and Letters, en Nueva York49.

Anna Huntington, “intérprete de la España eterna”

Aunque el mecenazgo ejercido por los Huntington se remonta a las primeras décadas del siglo XX, su labor se extendió en el tiempo sufragando la fundación de instituciones españolas como las citadas casas museo de Toledo y Valladolid. En 1954, fue Barcelona la primera ciudad en dedicar un monumento reconociendo la excepcional labor hispanófila y coleccionista de Archer junto a la de su esposa Anna por seguir con sus excelentes esculturas los propósitos filo hispanos de su esposo. Inmaculada Socias en su texto sobre el memorial afirma que, a diferencia de otros magnates americanos, Huntington era poco dado a la pompa y el fasto de la vida social, y nunca quiso que su nombre apareciera en las instituciones que fundó y promocionó. Este homenaje tuvo lugar cuando aún vivía, aunque estaba ya muy debilitado (murió en 1955). Además de reconocer su relación con Cataluña, se enmarca en una coyuntura política de acercamiento entre Estados Unidos y España tras la firma del acuerdo hispanoamericano en 1953. Huntington mantuvo relación con entidades catalanas como la Reial Academia de Bones Lletres de Barcelona y el Institut d’Estudis Catalans a lo largo de su vida. Tras los acuerdos, en marzo de 1954, el Instituto de Estudios Norteamericano propició en Barcelona una semana cultural iniciada con la inauguración del memorial en Pedralbes. En torno al homenaje se nombró a Anna Hyatt miembro correspondiente de la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi en Barcelona en 1954. La ejecución del memorial corrió a cargo del arquitecto Pere Benavent (1899-1974) y del escultor Enric Monjo Garriga (1896-1976). Benavent diseñó un bloque rectangular con sillares de granito, y Monjo Garriga optó por un relieve circular de bronce incrustado en el monolito con las efigies de perfil de ambos a modo de medalla, la de Archer en primer plano. Sobre el cual una alegoría de Barcelona en bajorrelieve parece coronar de laurel sus cabezas. Tras el permiso municipal vió la luz el 22 de marzo de 1954, el matrimonio no asistió por la salud de Archer50.

Fallecido su esposo, Anna Hyatt Huntington continuó el mecenazgo, entre las muchas donaciones que llevaría a cabo en España destaca el conjunto escultórico Los portadores de la antorcha (1955) donado a la villa de Madrid, en el que la autora hace un homenaje a la herencia de la civilización occidental. El monumento fundido en aluminio se ubicó en la Ciudad Universitaria de Madrid51, del cual existen réplicas en bronce y en aluminio52. Una de esas reproducciones en bronce se encuentra en la ciudad de Valencia desde 1964. En esta ciudad ya se le había dedicado una calle al matrimonio en 1958, con el nombre de Archer y Anna Huntington. El vínculo con Valencia se afianzaría tras la donación en 1964 de dos esculturas monumentales, Los portadores de la antorcha y el Cid Campeador. La propia escultora sufragó los gastos de fundición de esta última, que llevó a cabo el escultor español Juan de Ávalos (1911-2006)53. Manuel González Martí (1877-1972), vicepresidente en esos años de la Hispanic Society of America, se hacía eco en la prensa local de la noticia de la donación, y en febrero de ese mismo año el pleno municipal de la ciudad de Valencia propuso nombrar a Anna Hyatt hija adoptiva de la ciudad.

González Martí era miembro correspondiente de la Hispanic desde 1934, y tras la muerte de Archer Huntington la institución lo había nombrado vicepresidente. El profesor y coleccionista, fundador del Museo Nacional de Cerámica en 1947, jugó un importante papel en difusión de la sociedad americana y en el reconocimiento valenciano a la labor filantrópica de los Huntington. Como presidente de la Diputación de Valencia, González propuso rendir homenaje a la pareja; asimismo, organizó en 1970 una conferencia en el museo para difundir la Sociedad. Pero, sin duda, donde demostró su gran veneración por la escultora americana fue en la sala que le dedicó en su museo. En la correspondencia con Alpheus Hyatt Mayor (1901-1980), sobrino de Anna Hyatt y por entonces director de la Hispanic, se observa cómo en 1964 le solicitaba la donación de una obra de Hyatt para una sala que se ubicaría en el museo en agradecimiento por su generosidad con la ciudad de Valencia. La sala era parte del proyecto de González Martí de dedicar salas a personajes relevantes de la cultura valenciana54.

Como revela esa correspondencia, conservada en el Archivo del Museo Nacional de Cerámica, el estudioso ceramista manifestó en reiteradas ocasiones su inquietud porque, debido a su edad avanzada, temía no ver culminado su deseo55. No fue hasta 1970 cuando se anunciaba la donación en la prensa y se publicaban unas fotografías del modelo en escayola. Pero el envío definitivo no se produciría hasta febrero de 1971, cuando por fin, González pudo admirar la estatua ecuestre de Don Quijote. La idea del director había sido ubicar en el centro de la sala la escultura sobre un pedestal de mármol, junto a una reproducción del sello de la Hispanic modelado por el escultor Mariano Benlliure en la pared del fondo, aunque este no se llegó a colocar. Para completar la decoración de la sala, González Martí, encargó al pintor valenciano José Peris Aragó (1907-2003) una copia a tamaño real del retrato de Anna Vaughn Hyatt Huntington que había realizado Marion Boyd Allen hacia 1920, expuesto en la Hispanic Society en Nueva York56 (Figura 4). Con estas entusiastas palabras agradecía el director del museo a su admirada escultora el regalo:

Mi muy amada doña Anna:

por fin quedó terminada la instalación de la Sala Homenaje, que a usted dedico en mi museo, y en la que no hay más cuadro que su magnífico retrato (pintado por el artista del Museo, Peris Aragó) y única escultura que su genial Quijote. Los muebles y objetos de arte que la completan: lo mejor que tenía en el Museo.

Se inauguró la ampliación del Museo, según podrá enterarse por la prensa que acompaña las fotografías que incluyo. Omito explicaciones porque cada fotografía la lleva detrás. Estoy satisfechísimo de mi obra, pues, según referencias, el mío es el único homenaje que a su genio tan sobresaliente se dedica en el mundo57.

Figura 4: Marion Boyd Allen, Anna Vaughn Hyatt Huntington, ca. 1920, © Hispanic Society of America, Nueva York. Public domain.

Esa sala “única en el mundo” se inauguró con el resto de las nuevas salas el 6 de noviembre de 1971. Lamentablemente, en el proceso de reforma y reordenación de la exposición permanente que sufrió el museo entre 1990 y 1998, la sala fue cerrada y transformada en almacenes. Con motivo del Día de la Mujer en 2017, el Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí exhibía de nuevo en una exposición temporal el Don Quijote junto al retrato de Anna Hyatt y algunos fondos documentales procedentes de su Archivo y Biblioteca58.

En los múltiples reconocimientos artísticos a la amplia producción de Anna Hyatt Huntington se enfatizó en sus grandes aportaciones técnicas y temáticas, la más reseñable el movimiento que imprimía a sus composiciones. Su exhaustiva observación de la naturaleza animal dotó sus obras de gran realismo y energía. Destacó también la innovación técnica que introdujo con el uso del aluminio en sus grandes esculturas públicas. La periodista valenciana Francisca Olmedo de Cerdá se preguntaba, en la semblanza que realizaba tras la muerte de la norteamericana, si era una escultora clásica o si debía ser tenida por realista, para afirmar: “Clásica y realista es su obra, pero sin ceñirse a cánones ni estilos. Es una artista muy personal, aunque beba en el renacimiento y se humedezca los labios en el romanticismo”59. Su exitosa trayectoria resulta excepcional en un mundo artístico dominado por los varones, en el que difícilmente una mujer escultora tenía cabida. Es muy probable que su matrimonio con el rico mecenas le abriera las puertas para la ejecución de soberbios proyectos de escultura pública, pero su creatividad le granjeó un prestigio propio. Gracias a sus contactos internacionales y a su privilegiada posición económica pudo desarrollar una amplia y grandiosa producción artística con la que mostrar al mundo la gran artista que era, y su labor fue muy apreciada y admirada por sus contemporáneos. Y, sin duda, el mejor ejemplo de ello, es la majestuosa estatua en bronce del Cid Campeador, que, tras su donación, fue inaugurada con motivo de uno de los más grandes acontecimientos internacionales de la época, la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla.

Bibliografía

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1. El título “La resurrección del Cid” lo tomamos de la crónica de Marcial Rossell en La Nación (Madrid) (1927). Reinterpretamos el tono épico de la crónica para poner en valor una estatua cuya excelencia plástica hacía parecer viva la figura del Cid. Se trata de una escultura pública singular si consideramos que fue realizada por una mujer a principios del siglo XX, una artista cuya labor fue apreciada en diversas ciudades del mundo –gracias a su filantropía compartida con Archer Huntington– alcanzando gran reputación por la calidad artística de sus creaciones. Muy diferente del objetivo de exaltación patriótica de Rossell, inserto en la línea editorial de pensamiento totalitario del diario La Nación, fundado en Madrid en 1925 como instrumento de propaganda de la Dictadura (1923-1930) del general Miguel Primo de Rivera (1870-1930) y de su partido, la Unión Patriótica (1924-1930). En: Hemeroteca Digital. BNE, “La Nación (Madrid, 1925-1936)”, https://hemerotecadigital.bne.es (15-3-2023).

2. Rossell, 1927: 3. Aunque se publicó en Madrid, firmaba la crónica desde el Hotel Ansonia, en Manhattan.

3. Rossell, 1923: 3. En clara referencia a Primo de Rivera, pues como señalábamos en la nota primera, publicó el texto en un diario creado como instrumento de propaganda ideológica de la Dictadura.

4. Benigno Vega Inclán y Flaquer (Valladolid, 1858 – Madrid, 1942), II marqués de la Vega Inclán, fue un militar y político español, miembro de la Asamblea Nacional Consultiva (1927-1928). Mecenas del arte español, fundó el Museo del Romanticismo en Madrid, y fue uno de los principales promotores del turismo en España.

5. Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó (Madrid, 1878 – Lausana, Suiza, 1953), XVII duque de Alba de Tormes, X duque de Berwick y grande de España, político y diplomático español, mecenas y coleccionista. Miembro de la Asamblea Nacional Consultiva (1927-1930), ministro de Instrucción Pública (1930) y de Estado de España (1930-1931).

6. A principios de 1926, mientras Hyatt daba los toques finales a El Cid, su esposo, quien había hecho esos contactos de alto rango en España por su pasión hispanófila, escribió al marqués expresando su deseo de que la estatua del Cid Campeador se erigiera en Burgos (ciudad natal del héroe) o, en su defecto, en otro lugar adecuado. Ralston, 2014, http://annahyatthuntington.weebly.com/spanish-american-anna-hyatt-huntingtons-remodeled-ambitions-1923-1931.html#_pFtnref27 (15-3-2023).

7. Sobre la autora se han publicado numerosos estudios, como los pioneros del profesor suizo Émile Schaub-Koch (1936): Madame Anna Hyatt Huntington et la Statuaire Moderne. Nueva York: Hispanic Society of America; (1949): L’Oeuvre d’Anna Hyatt-Huntington. París: Messein –traducido al castellano en (1955): Las obras recientes de Anna Hyatt-Huntington. Barcelona: Real Academia Catalana de Bellas Artes de San Jorge–; y (1954): A Obra Animalista e Monumental de Anna Hyatt-Huntingon. Ensaio de Estética. Braga: Academia Nacional de Belas Artes. También, los catálogos de Evans, Cerinda (1965): Anna Hyatt Huntington. Newport News, Virginia: The Mariner’s Museum; y el de Higonnet, Anne (2014). Así como las Tesis de Eden, Myrna Garvey (1977): Anna Hyatt Huntington, Sculptor, and Mrs. H. H. A. Beach, Composer: A Comparative Study of Two Women Representatives of the American Cultivated Tradition in the Arts (Syracuse University, Nueva York); y la de Brazeau, Linda Ann (2002).

8. Barrionuevo Pérez, 2011: 117.

9. Diego Velázquez, Gaspar de Guzmán, conde-duque de Olivares, ca. 1625-1626, Museum Hispanic Society of America, Nueva York, http://hispanicsociety.emuseum.com/objects/1943/gaspar-de-guzman-countduke-of-olivares (16-3-2023).

10. García-Mazas, 1962: 437.

11. Bonet Correa, 2015: 9.

12. Bonet Correa, 2015: 9.

13. Ortega Fernández, 2013: 26.

14. García-Mazas, 1962: 457.

15. García-Mazas, 1962: 464.

16. Ambas esculturas se realizaron en 1958 a partir del busto que Anna Hyatt realizara de su marido casi treinta años antes, conservado en el Museum of Fine Arts de San Francisco, Estados Unidos. La donación de las piezas la hizo llegar a través del entonces director del Museo del Prado, Sánchez Cantón. Ceres. Ministerio de Cultura y Deporte, http://ceres.mcu.es/pages/Main?idt=172&inventary=CE00048&table=FMUS&museum=MGTO (16-3-2023).

17. El busto del norteamericano se ubica en el patio interior de la Casa Museo. Museo Casa de Cervantes, Valladolid, https://www.culturaydeporte.gob.es/museocasacervantes/museo/casa.html (16-3-2023).

18. Brazeau, 2002: 101.

19. Barrionuevo Pérez, 2011: 117.

20. Brazeau, 2002: 102.

21. Brazeau, 2002: 103.

22. Barrionuevo Pérez, 2011: 118.

24. Era el antiguo estudio de Jules Dalou (1838-1902), donde ejecutaría también el modelo original de la escultura de Juana de Arco presentada en el Salón de 1910. Brazeau, 2002: 103.

25. Barrionuevo Pérez, 2011: 118.

26. Barrionuevo Pérez, 2011: 118.

27. Brazeau, 2002: 104.

29. Aunque ya había esculturas sobre figuras femeninas alegóricas y musas, este fue el primer monumento erigido en la ciudad de Nueva York a una mujer real.

30. La estatua se inauguró en 1921. Se instalaron copias en San Francisco, California, en Gloucester, Massachusetts y en 1938 en la ciudad de Quebec. En 1922 le otorgó el gobierno francés la Legión de Honor. Brazeau, 2022: 105.

31. Brazeau, 2002: 104. Barrionuevo Pérez, 2011: 119.

32. Brazeau, 2002: 104.

33. Barrionuevo Pérez, 2011: 119.

34. Navarrete Martínez, 1985: 295.

35. Navarrete Martínez, 1985: 296.

36. Navarrete Martínez, 1985: 297.

37. Barrionuevo Pérez, 2011: 121.

38. García-Mazas, 1962: 465.

39. El centro cultural Brookgreen Gardens fue fundado en 1931 por Archer y Anna Hyatt Huntington en unos terrenos adquiridos para construir allí una residencia de retiro donde Anna pudiera recuperarse de la tuberculosis que le habían diagnosticado. Un espacio que mezcla arte, naturaleza e historia. La fundación tuvo como propósito coleccionar y conservar escultura estadounidense y preservar las plantas y animales del sudeste. Se convirtió así en el primer jardín público de esculturas en América. Salmon, R. (2006): Brookgreen Gardens, Arcadia Press, p. 7, según aparece citado en la página web del Brookgreen Gardens, https://www.brookgreen.org/ (7-1-2022).

40. Melendreras Jimeno, 1985: 63.

41. Todas ellas financiadas por la Hispanic Society. Ralston, 2014, http://annahyatthuntington.weebly.com/spanish-american-anna-hyatt-huntingtons-remodeled-ambitions-1923-1931.html (16-3-2023).

42. Algunos autores han propuesto al arquitecto José Granados de la Vega como autor del pedestal, pero crónicas de la época afirman que sus autores fueron Vicente Traver y Mariano Benlliure (Diario ABC, Madrid, 11/12/1927, p. 39), debiéndose a Granados de la Vega el planteamiento de la avenida y de la isleta en la que se ubica, tal como se indica en el estudio realizado con motivo de la restauración de la escultura por Metis. Conservación y restauración, https://metisrestaura.com/monumento/ (15-3-2023).

43. El papel de Traver se ha considerado decisivo en el éxito del evento, a su cargo estuvo también la supervisión de los pabellones particulares y oficiales que pudieron verse en la Exposición. Olucha Montins, Ferrán, Real Academia de la Historia, “Vicente Traver Tomás”, https://dbe.rah.es/biografias/107261/vicente-traver-tomas (15-3-2023).

44. Mariano Benlliure había recibido en 1913 el título de miembro de la Hispanic Society of America en Nueva York, donde se exhibe el retrato que le hizo su buen amigo Joaquín Sorolla. Ortega Fernández, 2013: 9.

45. Metis. Conservación y restauración, https://metisrestaura.com/monumento/ (7-1-2022).

46. Ralston, 2014, http://annahyatthuntington.weebly.com/spanish-american-anna-hyatt-huntingtons-remodeled-ambitions-1923-1931.html#_pFtnref27 (16-3-2023). La bibliografía más antigua afirma que fue la primera mujer y la primera escultora en lograr la condecoración, pero al menos otras tres mujeres la recibieron anteriormente: la actriz y empresaria teatral María Guerrero y Torija (1922), la escritora y política Blanca de los Ríos y Nostench (1924) y la periodista Sofía Casanova (1925), aunque ninguna era escultora. Posiblemente, sí fue la primera mujer extranjera en obtenerla, si bien al año siguiente otra escultora norteamericana, Gertrude Vanderbilt Whitney (1885-1942), mecenas de las artes y autora del Monumento a Colón (1929) en la ciudad de Huelva, sería distinguida también con la Gran Cruz de Alfonso XII, el 24 de junio de 1930.

47. García-Mazas, 1962: 468.

48. Barrionuevo Pérez, 2011: 123.

49. “Se expusieron 171 obras, de las cuales Anna realizó una selección de 65 piezas que se mostraron de forma itinerante durante los dos siguientes años por buena parte de los Estados Unidos”. Barrionuevo Pérez, 2011: 124.

50. Socias Batet, 2009, http://hdl.handle.net/2445/8764 (17-3-2023).

51. Ubicada en el Área de Ciencias de la Salud de la Universidad Complutense de Madrid. En el mismo campus se conserva una donación anterior, la escultura de Diana cazadora (1922), ubicada en el Área de Humanidades.

52. Barrionuevo Pérez, 2011: 125. Además de las esculturas de Madrid y Valencia, hay tres réplicas más en Estados Unidos y otra en La Habana, Cuba.

53. El escultor realizó los moldes en yeso de la escultura en Sevilla para luego fundirlos en bronce. Gil Salinas/Palacios Albandea, 2000: 104.

54. Coll Conesa, 2017: 5.

55. Archivo del Museo Nacional de Cerámica y Artes Suntuarias González Martí (AMNCASGM), Correspondencia, Hispanic Society, C2-30-1-03; C9_S0032 y C9_S0033. Agradezco a la responsable del archivo, M.ª José Bádenas, sus indicaciones sobre las cartas conservadas.

56. Cuesta Davignon, 2017: 3.

57. AMNCASGM. Correspondencia, Hispanic Society, C2-30-103, Manuel González Martí a Anna Hyatt Huntington, Valencia, 16 de noviembre de 1971.

58. Cuesta Davignon, 2017.

59. Olmedo de Cerdá, 1973: 61.