Núm. 50 (2023) ■ 401-423

ISSN: 0210-7716 ■ ISSN-e 2253-8291

https://dx.doi.org/10.12795/hid.2023.i50.16

Recibido: 23-04-2022; Aceptado: 24-06-2022; Versión definitiva: 27-06-2023


Un códice copiado por Alfonso de Palencia en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla

A manuscript copied by Alfonso de Palencia in the Library of the University of Seville

Elena E. Rodríguez Díaz

Universidad de Huelva

elena@dhis2.uhu.es | https://orcid.org/0000-0001-7508-7524

Resumen: El manuscrito 332/148 de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, copiado en escritura humanística redonda, pertenece a la pluma de un ilustre vecino de la ciudad, Alfonso de Palencia, quien lo copió para Per Afán de Ribera (m. 1487) posiblemente entre 1453 y 1458. En este trabajo se analiza la identificación de la escritura, establecida gracias a la comparación con el volumen autógrafo del palentino que es el escurialense S-III-14 (ff. 58r-118r), iluminado en Sevilla y seguramente también copiado en la ciudad, así como con otros manuscritos del mismo autor, insertando los casos hispalenses en el contexto de los códices en escritura humanística hechos por castellanos durante el siglo XV.

Palabras clave: Alfonso de Palencia; escritura humanística del siglo XV; manuscritos medievales castellanos; escritura humanística en Sevilla.

Abstract: The manuscript 332/148 preserved in the Library of the University of Seville, copied in round Humanistic script, belongs to the pen of an illustrious resident of the city, Alfonso de Palencia, who copied it for Per Afán de Ribera (died in 1487) possibly between 1453 and 1458. This paper analyzes the identification of this writing, established thanks to the Palencia’s autograph manuscript from El Escorial, S-III-14 (ff. 58r-118r), also illuminated and copied in Seville, and others manuscripts of this author, including the cases of Seville in the context of the Humanistic script codices made by castilians during the fifteenth century.

Keywords: Alfonso of Palencia; Humanistic Script in 15th century; Castilian medieval manuscripts; Humanistic Script in Seville.

1. Introducción

En el año 1990, María Luisa Pardo Rodríguez daba a conocer un códice conservado en la Biblioteca de la Universidad de Sevilla escrito en humanística redonda. Nos referimos al manuscrito 332/148 que es el tomo IV de las Postillae in Vetus et Novum Testamentum de Nicolás de Lyra (fig. 1), copiadas en cinco volúmenes para el Per Afán de Ribera que fue arcediano de Cornado en la Iglesia compostelana y que falleció en el año 1487[1]. Debido a lo poco que se sabía sobre el uso de la escritura humanística en Castilla cuando se publicó el mencionado estudio, la existencia de un manuscrito con estas características recomendaba no considerarlo un trabajo autóctono, sino un producto italiano. Sin embargo, María Luisa Pardo no llegó a descartar la posibilidad de una copia en Sevilla y, tras analizar la escritura, confirmó la presencia de un copista anónimo que utilizaba una humanística de tradición poggiana, concluyendo que habría realizado su cometido entre 1440 y 1460[2].

Hoy sabemos que aquel amanuense desconocido fue el cronista real, Alfonso de Palencia (1423-1492), avecindado en la ciudad hispalense desde el regreso de su primer viaje a Italia en 1453, y que la copia tuvo que hacerse antes del verano de 1464, probablemente, entre 1453 y 1458. Existe un códice autógrafo del palentino en humanística redonda, copiado en 1457 y 1458[3], muy parecido al volumen de las Postillae, que debió confeccionarse en Sevilla en un momento cercano en el tiempo al manuscrito que custodia la Biblioteca Universitaria hispalense.

Figura 1. Sevilla, Biblioteca Universitaria, ms. 332/148, f. 84v. Escritura de Alfonso de Palencia e inicial decorada con el estilo y los motivos característicos del taller de Nicolás Gómez.

Alfonso de Palencia aprendió a escribir en humanística redonda durante su primera estancia en Italia, donde permaneció casi once años, entre 1442 y 1453. Con anterioridad, pasó los primeros años en su Palencia natal, la mea ciuitas a la que alude en una de sus cartas, ya que sus padres sirvieron en el palacio que los Velasco poseían en dicha ciudad[4]. Después pasó a Burgos como familiar de Alfonso de Cartagena, donde ya estaba con 17 años y donde debió iniciar su formación. Poco después, en 1442, marchó a Italia, donde permaneció casi 11 años entre Florencia y Roma. Allí fue doméstico del cardenal Bessarion y sus biógrafos coinciden en creer que pudo haber trabajado para Vespasiano da Bisticci[5]. Fue también alumno de Jorge de Trapisonda entre 1450 y 1453, cuando está documentado en Roma como racionero de la catedral de Burgos y cuando Trapezuncio era secretario del papa Nicolás V.

Palencia regresó a España en 1453, instalándose en Sevilla, primero como contino del que había sido protonotario apostólico, Alfonso de Velasco, hermano de Pedro Fernández de Velasco, conde de Haro, que desde 1443 era veinticuatro del cabildo sevillano y juez mayor de suplicaciones. En 1454 escribió un elogio a la ciudad hispalense, que ya le acogía, y que dedicó al arcediano de Carrión de origen sevillano, llamado Juan Martínez de Sevilla. En 1453 y 1455 escribió otros dos textos más dedicados al Velasco sevillano. Quizás por su influencia, entró a formar parte de la clientela del arzobispo Alonso de Fonseca I; ya era familiar en 1456. En diciembre de ese mismo año, merced a la intervención del prelado, obtuvo los cargos de cronista real y secretario de cartas latinas, en los que sustituyó a Juan de Mena. Como Palencia explica en el prólogo de la versión castellana de La perfección del triunfo militar, compuso su versión latina dedicada al arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo de Acuña[6], entre la finalización de la Batalla campal de los lobos y los perros, fechada en 1457, y la traducción castellana de la primera hecha en 1459. La versión en vulgar se dedicó a Fernando de Guzmán o Fernán Gómez de Guzmán, el comendador de la orden de Calatrava linchado en Fuenteovejuna[7]. Palencia permaneció en Castilla hasta su regreso a Roma en 1464 para intervenir en el conflicto entre Alfonso de Fonseca, el Viejo, y su sobrino homónimo, de donde retornaría al año siguiente para volver a la capital hispalense, de la que fue vecino hasta el final de sus días. A decir de su principal biógrafo y mejor conocedor de su obra, “en Sevilla ejerció la mayor parte de su actividad como humanista, lexicógrafo, traductor y cronista real”[8].

Per Afán de Ribera debió tener conocimiento de toda la actividad gráfica y literaria de Palencia en la Sevilla de los años 1453 a 1459, encomendándole la copia de uno de los volúmenes de la obra en la que se debía estar trabajando por aquellos años. Menos probable es que se la hubiera encargado en Italia en la década de los 40, cuando Alfonso de Palencia no había entrado en contacto con el mundo sevillano, no era conocido por ninguna obra y, seguramente, no había adquirido todavía la maestría suficiente en el dominio de la antiqua. Escribir en humanística redonda, sabiendo hacerlo previamente en gótica, no era tarea fácil, ni rápida. Sabemos que Antonio de Nebrija tardó muchos años en aprender a escribir bien en el nuevo tipo de escritura[9], por lo que difícilmente pudo el joven Palencia, recién llegado a Italia en 1442, copiar poco después una obra de la envergadura del volumen IV en la perfecta humanística florentina que ofrece el ejemplar sevillano. Pero existen también otras razones codicológicas y paleográficas que apuntan claramente a la década central del siglo XV como fecha de copia del 332/148 y a la ciudad de Sevilla como lugar de fabricación, escritura e iluminación. Para que tales razonamientos se comprendan, debemos analizar de manera comparada dos códices que son muy parecidos en su materialidad y en su escritura: el manuscrito 332/148 de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla, hecho para Per Afán de Ribera, y el escurialense S-III-14, copiado por Alfonso de Palencia para entregárselo al arzobispo de Toledo en 1457-1458, cuando el palentino ya había vuelto de Italia y residía en Sevilla.

2. La materialidad y la escritura humanística redonda de los manuscritos Escorial, S-III-14 y BUS, 332/148

En su estado actual, el manuscrito S-III-14 es un facticio compuesto de dos unidades codicológicas totalmente independientes. Los primeros 54 folios transmiten el De optimo imperatore, de Onosandros, según la traducción latina que Nicolao Sagundino dedicó en 1454 a Alfonso V de Aragón, y fue copiado en Nápoles en 1469. El segundo códice comprende los folios 58 a 118, aunque falta uno por el final, con la obra de Alfonso de Palencia, De perfectione militari triumphi, dedicada al arzobispo de Toledo, Alfonso Carrillo de Acuña, con su emblema heráldico en el íncipit (fig. 2). Como se ha dicho, la obra es autógrafa de Alfonso de Palencia[10], ya que fue hecha por la misma mano que otros dos volúmenes conservados en Princeton y en Palermo, en cuyas fórmulas de cierre consta la autoría gráfica del palentino[11].

La verdad es que la mayor parte de los códices conservados debidos a la pluma de Alfonso de Palencia están copiados en su inconfundible escritura humanística cursiva, con solo tres casos conocidos en antiqua: los dos mencionados de Princeton y Parlermo y el escurialense S-III-14, aunque Palencia utilizaba en ocasiones una escritura prácticamente redonda con algunos rasgos cursivos, limitados a la forma de la a y a la prolongación bajo el renglón de f, s y h[12]. A ellos hay que sumar ahora el manuscrito conservado en Sevilla, que no contiene ninguna obra suya, ni ninguna copia para uso personal, sino el encargo del noble sevillano. Ya Monfasani destacó la versatilidad gráfica del cronista real[13], que hoy sabemos compartían otros castellanos que también aprendieron a escribir en humanística durante el siglo XV, como Antonio de Nebrija[14]. De hecho, a decir de Teresa de Robertis, la digrafía horizontal y vertical solía abundar entre los intelectuales extranjeros que habían acudido a Italia[15], como fue el caso del propio Alfonso de Palencia, del que conservamos testimonios en escritura gótica cortesana, humanística redonda y humanística cursiva.

El manuscrito que nos interesa del S-III-14, con el texto autógrafo, se fabricó con pergamino de excelente calidad, sin apenas contraste y muy cercano a la vitela, al igual que el soporte elegido para el volumen IV de las Postillae sevillanas. Los dos están divididos en quiniones que dejan al exterior la pars munda. Para su ordenación, los dos se sirvieron de reclamos horizontales situados en el centro del margen inferior, rodeados por cuatro puntos que pueden ser simples o de forma triangular. En los primeros cuadernos del ejemplar sevillano, también con diminutas cruces situadas encima del reclamo correspondiente, por ejemplo en el f. 19v. En los dos manuscritos, las páginas se pautaron a punta seca sobre la cara de pelo y en ambos libros, la escritura se dispuso por encima de la primera horizontal.

Figura 2. El Escorial, Real Biblioteca del Monasterio, S-III-14, f. 58r. Inicio del manuscrito autógrafo de Alfonso de Palencia dedicado a Alonso Carrillo de Acuña, que se copió e iluminó en Sevilla en 1457-1458.

Aunque las dimensiones de las páginas y el tipo de pautado son distintos, ambos tienen una distancia proporcional entre renglones casi idéntica: 6’2 mm en el S-III-14 y 6 mm en el 332/148. El códice sevillano mide 350 x 270 mm y el escurialense 200 x 150 mm. La justificación del primero está dividida a dos columnas, para mantener la uniformidad con los tres tomos previamente copiados de la misma obra, y mide 260 x 175 mm. La del manuscrito del Escorial se dispuso a línea tirada con unas dimensiones de 150 x 95 mm. En el tipo de pautado del códice sevillano las verticales son simples[16], en el escurialense son triples porque se separa el texto principal de las glosas (también autógrafas) que corren por los márgenes laterales. En ambos casos, las mayúsculas quedan incluidas dentro de la caja, al estilo gótico. En el ejemplar sevillano, de mayores dimensiones, se pautaron y se cubrieron de escritura 43 renglones. En el caso del Escorial, que es casi la mitad en tamaño, se pautaron y se escribieron 24 líneas, en ambos casos con una casi idéntica unidad de pautado (6/6’2 mm), como se ha dicho.

El volumen IV de la obra de Nicolás de Lyra copiado para Per Afán finaliza con un telós en caracteres griegos (fig. 3), al gusto de los humanistas italianos[17]. Dicho éxplicit tiene la peculiaridad de llevar una pequeña cruz colocada justo encima del término griego, igual que en los reclamos de los primeros cuadernos. No sabemos si el códice escurialense también habría cerrado la copia con un telós, porque falta el último folio, pero en otros tres manuscritos de Alfonso de Palencia esta fórmula está presente. La parte autógrafa del códice 68 de la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca, con el De anima de Aristóteles, copiado en 1464-1465, finaliza en el f. 35r con un telós en caracteres griegos que lleva una pequeña cruz sobre la palabra, igual que en el volumen IV de las Postillae sevillanas. También llevan su correspondiente telós las dos secciones del manuscrito 95 del mismo fondo universitario, datado en 1464 y, por último, un tercer autógrafo del palentino, fechado en 1472, se remató con otro telós[18]. En cambio, no hizo lo mismo en el manuscrito que se conserva en Palermo de 1471, ni en el del Vaticano, ni en el a.IV.26 (ff. 78r-85r), ni en el volumen de la Biblioteca Nacional de España MSS/19439, ni en el Universal vocabulario del Escorial (f. II.11). En lo que coinciden los casos que llevan telós es en que todos son posteriores a la finalización del magisterio griego de Trapezuncio (1453), ya que el códice conservado en Princeton y copiado alrededor de 1450 tampoco se cerró con la palabra griega.

Figura 3. Sevilla, Biblioteca Universitaria, ms. 332/148, f. 228r. Éxplicit con el telós en caracteres griegos que Alfonso de Palencia empezó a utilizar justo después de finalizar sus estudios con Jorge de Trapisonda en 1453.

Otro aspecto que comparten el S-III-14 y el 332/148 es la ornamentación. Los dos fueron decorados con iniciales y orlas de Estilo Gótico Internacional que ofrecen motivos idénticos, a base de una cardina que surge de la inicial y que se prolonga por el margen enroscándose entre motivos vegetales, donde dominan el azul, el rosa lila, el verde y el naranja, con capullos de cardo cerrados y otros florecidos, de los que surge un elemento similar a una mazorca de maíz, más o menos alargada, junto a flores de cuatro pétalos, todo rodeado por lentejuelas de oro con cilicios (figs. 1 y 2). En la orla del margen derecho del principio de la obra que transmite el volumen escurialense (f. 58r), escondido entre los ramajes, hay también un putti no alado, de calidad, como lo es también la inicial historiada que representa a San Mateo en su escritorio en el f. 3r del 332/148. La decoración vegetal se distribuye entre las orlas y el interior de las iniciales, siendo más frondosa y rica en las capitulares del 332/148 que en las secundarias.

Ya Teresa Laguna Paúl destacó la conexión de esta decoración con la que presentan los libros de coro de la catedral hispalense, indicando la probable pertenencia de esta obra al mismo taller que trabajaba para la catedral[19]. De hecho, tanto el estilo como, sobre todo, los motivos, los colores y la alta calidad artística la encontramos especialmente en los trabajos que Nicolás Gómez hizo para la catedral de Sevilla a partir de 1454, como analizó Rosario Marchena Hidalgo[20]. De otro lado, los adornos que rellenan el cuerpo de las iniciales son absolutamente idénticos en ambos manuscritos, de tal forma que la exquisita iluminación de estos dos libros debió haber sido hecha por el mismo maestro o por el mismo taller. La única diferencia entre ellos está causada por la mayor riqueza del códice sevillano: todas sus iniciales están hechas sobre pan de oro y cada una de ellas ofrece mayor carga decorativa, mientras que en el manuscrito del Escorial el campo de las letras se pinta a color y la decoración es más austera (fig. 4). El volumen V de la misma obra de Nicolás de Lyra, copiada por orden de Per Afán de Ribera, con su magnífico principio de libro iluminado, pertenece al mismo artista que el volumen IV[21].

Figura 4. El Escorial, Real Biblioteca del Monasterio, S-III-14, f. 59r. Iniciales más modestas que el ejemplar fabricado para Per Afán de Ribera pero del mismo taller sevillano.

También son idénticos los cierres de línea que se utilizan en ambos manuscritos al final de las rúbricas: tres líneas de puntos de color rojo, con idéntica composición, encadenadas con la siguiente pauta geométrica. Se empieza trazando cuatro puntos en los vértices de un cuadrado imaginario con un punto en el centro para encadernar, a continuación, secuencias similares, una tras otra, de tal manera que los puntos de la línea central quedan siempre en el medio de los que aparecen encima y debajo, en la primera y tercera línea (fig. 2). Evidentemente, esta exacta equivalencia que sucede en el 332/148 y en el S-III-14 solo pudo deberse a que ambos cierres están hechos por la misma persona, en especial si consideramos la enorme variedad de remates de renglón que podemos ver en los manuscritos y que son –sin riesgo a equivocarnos– tantos y tan variados como manos diversas intervinieron en los libros.

La decoración fue hecha en ambos casos por algún iluminador sevillano, quizás por el propio Nicolás Gómez, con quien mejor coinciden los motivos ornamentales de las orlas y la alta calidad del trabajo pictórico, por lo que el ejemplar dedicado a Carrillo de Acuña que se conserva en la Real Biblioteca del Monasterio del Escorial está claramente vinculado a Sevilla. En la misma ciudad debió haberse copiado, pues era en Sevilla donde Palencia tuvo su residencia principal desde su regreso a Castilla en 1453. No olvidemos tampoco las muchas estancias de la corte en urbe hispalense durante el siglo XV, cuando Palencia ya había sido nombrado cronista real y secretario de cartas latinas.

Los paralelismos que empezamos a detectar continúan en la escritura de ambos códices, que posee las mismas características en el trazado, en la organización de la cadena gráfica, en la morfología alfabética, en las abreviaturas y en la puntuación. Como observó María Luisa Pardo Rodríguez, se trata de una escritura claramente florentina. Sus formas son redondeadas y sin contraste, y el conjunto de los signos gráficos homogéneo y proporcionado. El ángulo de escritura, recto[22].

En general, no existe compresión lateral, por lo que no hay fusión de curvas enfrentadas, aunque a veces los grupos po, pe, bo, be, hoc pueden quedar tangenciales o con algún nexo muy ocasional en oc, como sucede también en el manuscrito de Princeton con be, ba en algunos casos. Esto se observa solo en el mencionado volumen conservado en Estados Unidos, copiado hacia 1450, en el escurialense S-III-14 de 1457-1458 y en el volumen copiado para Per Afán de Ribera. En cambio, ya no sucede en los casos datados de las décadas siguientes.

No hay encabalgamiento en las pp/bb consecutivas, ni la c se cierra sobre la o o la a en ningún caso. Las elisiones/sobreposiciones propias de las escrituras góticas se han minimizado mucho, quedando limitadas a ti/u, fi/u y, de forma irregular, a ri/u. El ejemplar conservado en Princeton es algo más primitivo en estos casos, ya que además de los grupos mencionados existe elisión en ga, gi, gu y gr.

Es característico de todos los testimonios gráficos de Alfonso de Palencia en humanística redonda y cursiva que los alzados de b, d minúscula de alzado recto, h y l posean un arranque bífido, geminado o ahorquillado, combinándose con el de sección oblicua. Esta peculiaridad ya está presente en el manuscrito que se considera más antiguo de todos, el de Princeton[23], y sigue observándose en el códice copiado por Palencia en 1488[24]. También sucede en el BUS, 332/148.

En los dos códices que comparamos se utilizaron las capitales epigráficas como escritura distintiva para la primera línea de cada capítulo bíblico, que está precedido de inicial decorada en el 332/148 y de cada división textual en el S-III-14, asimismo con inicial ornada. Las palabras se separan por signos de interpunción en ambos códices. En el primero, la capitales epigráficas inauguran también los íncipit de cada evangelio, hechos con la misma tinta del característico pigmento rojo desvaído, cercano al rosa, que se usó para las rúbricas de este mismo manuscrito (fig. 5), del S-III-14 y de todos los códices copiados por Alfonso de Palencia en humanística cursiva. No obstante, a diferencia del escurialense, que carece de titulillos, los del manuscrito sevillano se hicieron en mayúsculas góticas que alternan el rojo y el azul, posiblemente para unificar los cinco volúmenes de la misma obra, que los llevan de igual manera.

Figura 5. Sevilla, Biblioteca Universitaria, ms. 332/148, f. 206r. Capitales epigráficas romanas utilizadas como escritura distintiva y la característica tinta rosa de uso constante en los manuscritos de Alfonso de Palencia.

En el manuscrito 332/148, las mayúsculas y algunas minúsculas utilizadas dentro del texto, solo en el primer quinión, llevan pequeños puntos o diminutas rayas de adorno del mismo color rojo (fig. 6), al estilo de lo que sucedía en algunos códices carolinos[25]. A partir del segundo cuaderno se dejan de realizar dichos adornos, que tampoco tiene el S-III-14.

Figura 6. Sevilla, Biblioteca Universitaria, ms. 332/148, f. 1r. Principio acéfalo con algunos rasgos gráficos característicos de Alfonso de Palencia.

En el alfabeto mayúsculo destacan varias cosas que delatan la mano de Alfonso de Palencia y que son idénticas en ambos códices. En primer lugar, aunque se prefiere la forma capital de la E, a veces se usa también la forma uncial. En segundo lugar, los palos de la H, sobre todo el primero, ofrecen un arranque bífido, lo que se observa en el manuscrito sevillano, en el S-III-14 y en muchos de sus otros códices, como por ejemplo en el escurialense a.IV.26 de 1465.

La N suele ejecutarse como el modelo capital epigráfico, con los trazos delimitados por la línea de renglón, aunque en algunos casos el último cae en vertical bajo la línea de escritura con un ligero remate incurvado a la izquierda. Esta última peculiaridad se observa por ejemplo en el f. 146v, línea 10, del 332/148, en varias ocurrencias del S-III-14 y en sus manuscritos en cursiva humanística, como nuevamente en el a.IV.26 y asimismo en el Vat. Lat. 6845, ambos copiados en Roma en 1465[26], o en el códice de la Biblioteca Nacional de España 19439, copiado en Castilla entre 1467 y 1478[27].

Característico de Palencia es el uso sistemático de la Q mayúscula (utilizada dentro del texto y no tanto en los encabezamientos en capitales epigráficas) con un largo apéndice que suele prolongarse hasta llegar a la línea inferior, a veces cortado o invadido por las letras de dicho renglón. Sucede en todos sus escritos en humanística redonda y en humanística cursiva. El remate de dicha prolongación suele incurvarse a la derecha. Exactamente igual se hace en el 332/148.

El trazo oblicuo de la R arranca del extremo exterior del ojo de la letra, lo que vuelve a observarse en todos sus manuscritos en redonda y en cursiva, y asimismo en el sevillano 332/148. Por último, la V puede ejecutarse con el primer trazo recto, fiel al modelo romano, o con el primer trazo algo curvado hacia la derecha, observándose ambas soluciones en todos sus códices, así como también en el volumen IV sevillano.

Los rasgos gráficos más destacados del alfabeto minúsculo son los siguientes. Se utiliza una a a medio camino entre la uncial y la forma gótica con capelo, que puede verse en bastantes ocasiones. La d es siempre de alzado recto.

La e minúscula lleva el ojo totalmente cerrado y rara vez usa la e minúscula agrandada como mayúscula. En ambos manuscritos, cuando se termina una palabra con esta letra, la lengüeta puede hacerse muy corta y sobrepasar apenas el ojo de la letra o puede hacerse también algo más larga, en este caso siempre con el pequeño apéndice final ligeramente curvado hacia arriba. Tanto Monfasani, como Durán Barceló, destacaron el uso habitual que hacía Palencia de la e caudada para el nexo ae, distinguiéndola del diptongo oe, en todos sus textos latinos tanto en redonda, como en cursiva. Lo mismo se observa en el ms. 332/148, con la cauda de la e hecha con la misma morfología que en el S-III-14: un diminuto círculo situado debajo de la e, que es el mismo signo usado en el Palermo I.c.3, en el a.IV.26, en el Vat. lat. 6845, en el 19.439 y también en los últimos años de su vida, como se ve en el manuscrito de El Escorial, f. II.11, de 1488. En cambio, en el manuscrito más antiguo, que es el conservado en Princeton, se usa esta forma cerrada junto a otra también abierta que Palencia terminó por descartar tras la vuelta de su primer viaje a Italia.

La f se distingue bien de la s alta y cuando se duplican (ff/ss) son proporcionadas, homogéneas y con el mismo módulo. La g se compone de dos cuerpos redondos unidos por un pequeño trazo vertical, siempre con el cuerpo inferior cerrado y con la misma apariencia en los manuscritos de Palencia en humanística redonda y en el Vat. lat. 6845, excepto en el códice de Princeton, donde el cuerpo inferior suele ser algo más ancho y menos proporcionado que en los manuscritos posteriores.

En la antiqua nunca usa su típica h con remate de la panza en bucle bajo, como hace de manera casi sistemática en su humanística cursiva, un rasgo ya destacado en los estudios de Monfasani que, aunque no sea exclusivo del palentino, le identifica[28]. Esta peculiaridad se mantuvo en sus últimos manuscritos, como son el códice de 1488 y las Décadas conservadas en la Biblioteca Nacional de España[29]. La misma solución gráfica se observa también en la i, en especial en la segunda letra cuando hay duplicación. En tales casos, Alfonso de Palencia acostumbra a prolongar bajo el renglón la segunda i cuando dos se escriben consecutivas, por ejemplo en términos como reperijt, exercitij, potentijs, exijt, etc. Sucede, a veces, que la segunda i vuelve su caído hacia arriba formando un óvalo cerrado, es decir, una especie de bucle bajo. Esto ocurre con frecuencia en su escritura cursiva con la segunda i, con el caído de la q cuando señala alguna abreviatura o, como se ha dicho, con la panza de la h. En el 332/148 se usó en algunas ocurrencias de palabras terminadas en -ij (fig. 6)[30]. Este mismo comportamiento de la i se observa, por ejemplo, en los manuscritos en cursiva que son el salmantino 95 de 1464; el escurialense a.IV.26, de 1465; el ms. 128 de la Biblioteca de la Universidad Complutense; el ms. 19439 de la Biblioteca Nacional de España[31]; o el Universal vocabulario, de 1488[32]. La i latina no siempre lleva signo diacrítico en forma de pequeño punto.

La p y la q llevan una diminuta peana y, en este tipo de escritura, el caído forma ángulo recto con la línea de renglón sin incurvación alguna.

La r es casi siempre de martillo, situándose detrás de letras rematadas en curva como la o, la b o la p. Cuando este signo gráfico se sitúa a final de palabra, el martillete se prolonga hacia arriba mediante un pequeño ápice, que es igual en el manuscrito sevillano[33] y en el del Escorial[34]. Para la desinencia -orum se utiliza una R capital en nexo con la o. Una mayúscula de pequeño módulo puede aparecer asimismo en posición final.

Para la s se usan los dos alógrafos mayúsculo y minúsculo. Palencia los utiliza indistintamente en posición final tanto cuando escribe en humanística redonda, como cuando lo hace en cursiva, aunque en la redonda predomina la s alta en dicha posición. Por el trazo superior totalmente horizontal, la t se distingue bien de la c. Como también sucede con la f, el trazo horizontal suele sobreponerse a los trazos de ataque de la i, la u y la r como sucedía en la escritura gótica de la época y también en la escritura humanística italiana. Los palos que forman la u, como asimismo la m y la n, se unen por debajo (u) o por encima (m, n) para evitar la confusión que se producía en el trazado de las escrituras góticas. Los respectivos trazos de ataque y de fuga son mínimos y casi imperceptibles.

En el 332/148 se usa la v en el inicio de términos como vobis, velum, vn, verum, vna. En el escurialense S-III-14, hay v inicial en verum, vnum, vnde, vetius. En tales casos suele usarse la forma mayúscula bajo las variedades descritas. La x, con aspas rectas y trazos de ataque y fuga levemente curvados, queda limitada por la línea de renglón en su humanística redonda desde su vuelta de Italia, porque en el manuscrito conservado en Princeton, copiado en Italia hacia 1450, la letra se ejecuta con prolongación bajo la línea de renglón. La y tiene un caído corto, ligeramente inclinado a la izquierda y no lleva signo diacrítico. En el manuscrito de Princeton, esta letra también tiene un caído más pronunciado. La z puede quedar limitada por la línea de renglón, con forma similar a la actual, o puede tener un trazo fino que cae bajo la línea de escritura.

Entre las ligaduras destaca, en primer lugar, la romana del et (&) que suple por completo al signo tironiano usado en la escritura gótica. Palencia usa siempre la modalidad más pura procedente de la escritura carolina, donde la ejecución de la e y de la t, que tanto trabajo causaban a los principiantes castellanos en la humanística, se hacen aquí de forma impecable y de la misma manera en todas sus copias en humanística redonda y en humanística cursiva. Alguna vez puede escribir la conjunción copulativa desarrollada, pero la mayoría de las veces usa la ligadura romana como se ha dicho. Otra característica de la escritura humanística de Alfonso de Palencia, tanto en redonda como en cursiva, es el constante uso de la ligadura & en las desinencias, como en uidelicet, qualibet, posset, patet, prohibet, debet, faciet, esset, etc. Utiliza también la ligadura ct con un arco pequeño, semicircular y cerrado, de la misma manera en todos los casos copiados por Palencia en humanística redonda. Se emplea asimismo la ligadura st.

Además de la similitud en el trazado, en el ángulo de escritura, en la organización de la cadena gráfica y en la morfología alfabética de las escrituras del 332/148 y del S-III-14, salidas de una misma mano, existe también una absoluta igualdad en las abreviaturas y signos de abreviación. Las letras sobrepuestas no son muy abundantes. Con carácter general, una o encima de la u para uero, una i encima de una x para Christi o una o encima de la g, para ergo. Para sílaba con a se usa mayoritariamente la forma abierta romana en posición volada; y, ocasionalmente, se abrevian otras sílabas con i u o sobrepuestas, como primo, qui, quo, etc. Las abreviaturas son, en general, las convencionales en este tipo gráfico y en la época, como el que que se representa con una q seguida de semicolon (q;) o con línea sobrepuesta; el quod se expresa de dos maneras, como qd o con una q seguida de un trazo curvo; el qui con el caído de la consonante cortado por trazo oblicuo, a lo que se añade una a para el quia, que también puede escribirse volada y bajo la forma abierta de tradición romana; el quam, autónomo o enclítico, lleva una q con una a abierta sobrepuesta y el caído cortado por trazo oblicuo; para el quando se usa una abreviatura mixta (qn); videlicet se expresa como uidel seguido de semicolon; autem como at; etiam como et; el tamen se abrevia por contracción (tn) y el patet mediante una p seguida de semicolon (p;).

Para el signo general de abreviación se usa una lineta sobrepuesta, salvo en los titulillos y encabezamientos escritos en mayúsculas que se sustituye por un semicírculo entre dos pequeños guiones, que es un elemento de inspiración epigráfica. Entre los signos especiales de abreviación, abunda el de -ur y el de -us que tiene forma de c invertida, situándose siempre sobre la línea de renglón como si fuera una letra más, salvo cuando queda a final de línea que, a veces, se escribe en posición exponencial. El -us también puede representarse mediante semicolon. El de -um es un trazo oblicuo que corta la r tironiana.

Las variedades y la función de los signos de puntuación que observamos en el 332/148 son iguales a los que Durán Barceló describió en el S-III-14. Los más frecuentes son el punto bajo (.) más minúscula, el punto bajo más mayúscula, calderón más mayúscula, barra vertical en rojo y colon (:)[35]. Palencia, como también Nebrija, acostumbraba a indicar la presencia de una palabra partida a final de renglón con una virgula iacens ( ̶ ).

Por último, como en tantos otros textos en escritura humanística, se utilizaron las cifras indoarábigas para las referencias a los capítulos evangélicos en los comentarios de Nicolás de Lyra. La forma del número 4 es la más moderna, con el número ya de pie; el 5 ofrece la morfología medieval, parecida a un cuatro actual; el 7 es también moderno, descartándose la forma más antigua parecida a una lambda griega; y el 0 carece de trazo oblicuo cortante.

En conclusión, no hay ninguna duda de que la persona que copió el escurialense S-III-14 es la misma que copió el 332/148, encontrándose además varias similitudes con Princeton 42, copiado hacia 1450, y con Palermo I.c.3, terminado en 1471, suscritos ambos por el propio Alfonso de Palencia, así como con el Vat. lat. 6845 hecho por el palentino en una mezcla de escritura redonda y cursiva. Hay también algunos rasgos comunes a estos dos tipos gráficos que se repiten en los códices de Palencia que se conservan en Madrid y en Salamanca. El éxplicit en caracteres griegos, con una diminuta cruz sobrepuesta, es idéntico al del ms. 95 de la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca, autógrafo del palentino. En el 332/148 se detecta también la tendencia personal de Palencia a cerrar algunos caídos, que son frecuentes en su humanística cursiva y que pueden aparecer en ocasiones aisladas mientras utiliza la redonda. Las abreviaturas son iguales en uno y en otro caso e, incluso, los signos de puntuación.

3. La datación y localización del manuscrito BUS, 332/148

Por el conjunto de las características materiales y paleográficas descritas, el códice conservado en Sevilla está mucho más cerca del escurialense S-III-14 que del más antiguo manuscrito que se custodia en Princeton. El uso del telós griego sigue apuntando a un momento posterior a 1453 y la iluminación tan semejante de ambos libros conduce directamente a la ciudad de Sevilla y a la fecha de 1454, como pronto, si hacemos caso a los historiadores del arte.

La lógica histórica nos conduce en la misma dirección. Tras su regreso a Castilla en 1453, la intensa actividad gráfica y literaria de Alfonso de Palencia en Sevilla durante los años 1453, 1454 y 1455 no debió pasar desapercibida para Per Afán de Ribera, quien pudo haberle encargado la copia del volumen IV por aquellos años. Mucho más improbable es que se la hubiera encargado cuando Palencia todavía estaba en Italia porque, como dijimos, ni había establecido contacto con el mundo sevillano, ni era conocido aún por obra alguna. Parece mucho más razonable pensar que Per Afán empezara a tener noticia de las capacidades de Palencia y de su competencia gráfica en la humanística redonda tras su llegada a la ciudad en 1453, gracias a Alfonso de Velasco, al arzobispo Fonseca o a los textos culminados en Sevilla, que fueron dedicados a eclesiásticos y a nobles locales, especialmente al poderoso Alfonso de Velasco que fue miembro, como el de Ribera, de la aristocracia sevillana.

Por otra parte, aprender a escribir bien en humanística redonda no era fácil y llevaba su tiempo, sobre todo tras estar acostumbrado a utilizar las góticas castellanas, en concreto la cortesana, que fue la escritura patrimonial de Alfonso de Palencia. La elegante y lograda humanística de inspiración florentina que se extiende a lo largo de los folios del 332/148 no pudo ser la obra de un Palencia recién llegado a Italia en 1442, sino que debió formarse en ella y en su variante cursiva durante los diez años siguientes. De hecho, Monfasani describe la escritura del primer códice, el conservado en Princeton, como “poco individualizada” con respecto a los restantes testimonios autógrafos[36], en el sentido de que, pese a estar suscrito por Alfonso de Palencia y a excepción del tratamiento del arranque de los alzados y algún rasgo más, carece de otros elementos que serán constantes en sus escrituras a partir de su vuelta de Italia. Para nosotros es, sobre todo, una escritura algo menos homogénea en el módulo y en la proporción de las letras que los testimonios posteriores a 1453.

En cambio, como hemos ido viendo, en el 332/148 de la BUS existen muchos elementos gráficos que se observan en el S-III-14 y en los manuscritos en redonda y en cursiva copiados por Alfonso de Palencia durante el resto de su vida. En realidad, el enorme paralelismo entre el S-III-14 y el 332/148 no solo indica claramente que ambos fueron copiados por la misma mano, sino también que ambos debieron haber sido fabricados, escritos e iluminados en la ciudad de Sevilla. Ya sabemos por el propio Palencia que el primero se copió en 1457 y 1458, y el segundo ha de enmarcarse entre su regreso a España en 1453 y, quizás, alrededor de la finalización del escurialense en 1458. Si se prefiere mayor cautela, entre 1453 y antes de su segundo viaje a Italia en 1464, aunque esta última fecha para el tomo IV de las Postillae sevillanas nos parece demasiado tardía, porque para entonces ya debía estar terminado incluso el tomo V de la misma obra.

Sevilla fue el lugar de residencia de Alfonso de Palencia desde 1453, pues está documentado en la primera calle de la collación de San Lorenzo en 1483[37] y en la collación de San Bartolomé en 1489[38], retirándose a Santa María de las Cuevas en los últimos años de su vida. En dicha ciudad escribió el grueso de su obra intelectual, como han escrito los especialistas que estudiaron su obra[39]. El encargo del noble sevillano y la intervención del taller de Nicolás Gómez en los dos códices que hemos comparado refuerzan la localización hispalense de ambos manuscritos, a lo que contribuye también el estado actual de nuestros conocimientos sobre la copia de códices en escritura humanística por manos castellanas, también en Castilla y no solo en Italia, como antes se creía. Es decir, la demostración de la existencia de códices copiados en el reino castellano por manos locales, ininterrumpidamente –al menos– desde 1452 hasta finales del siglo, desmonta la tradicional inclinación por atribuir un origen italiano a cualquier manuscrito humanístico relacionado con Castilla en el siglo XV[40].

4. El ms. 332/148 de Alfonso de Palencia en el contexto castellano del siglo XV

El volumen que atesora la Universidad de Sevilla se convierte en uno de los casos más antiguos en escritura humanística copiados en Castilla, ya que el primer códice datado en dicha grafía es un Policraticus de Juan de Salisbury, copiado en 1452 en Alcalá de Henares para el arzobispo de Toledo, don Alonso Carrillo de Acuña[41], y el segundo caso datado hasta el momento es la copia de la Ética, la Economía y la Política de Aristóteles, según la traducción de Leonardo Bruni, que hizo Antonio de Nebrija en Salamanca en el año 1461[42], aunque existen ensayos previos en un manuscrito estudiantil fechado entre 1458 y 1460[43]. En esta misma década central del siglo XV hay que situar ahora los dos manuscritos que hemos estado comparando.

De todos estos ejemplares en humanística redonda, copiados en el reino de Castilla por castellanos a mediados del siglo, la escritura más perfecta y con una mayor asimilación temprana de la interpretación florentina de la antiqua, es la de Alfonso de Palencia, ya que la que utilizó el copista llamado García, que trabajó en 1452 en Alcalá de Henares, acusa numerosas imperfecciones por no haber comprendido todavía el fundamento gráfico de la ligadura del et (&), que solo se expresa bien cuando reproduce la forma característica del siglo XII similar a un nexo oe, mantiene muchos más fusiones de curvas enfrentadas que las que usa Palencia y no sabe utilizar las capitales epigráficas. Por su parte, Antonio de Nebrija copió tres códices en Salamanca entre 1458 y antes de su viaje a Italia en 1465, en los que ensayó la humanística redonda cuando todavía escribía en gótica, siendo los dos últimos una imitación de la escritura florentina que no perfeccionó hasta su regreso de Italia en 1470. En cambio, los 11 años que Alfonso de Palencia pasó en Florencia y en Roma, entre 1442 y 1453, le hicieron comprender y aprender a ejecutar la humanística redonda y las capitales epigráficas con eficiencia y elegancia, así como iniciarse en la humanística cursiva.

Nuestras investigaciones más recientes nos permiten afirmar que en la década central del siglo XV existieron tres focos castellanos estrechamente relacionados con el uso de la escritura humanística redonda en los libros, que fueron la Universidad de Salamanca, el círculo del arzobispo toledano Alonso Carrillo y la ciudad de Sevilla. Esta primera fase de actividad gráfica en humanística en Sevilla se debió fundamentalmente a Alfonso de Palencia, como la más temprana de Salamanca se debió a Antonio de Nebrija[44]. En la ciudad del Tormes, el polo de atracción para quienes manejaban y copiaban libros en humanística fue la Universidad; en la del Guadalquivir, el catalizador de los nuevos gustos y corrientes gráficas procedentes de Italia fue la alta nobleza más culta. Una nobleza que primero encargó libros en Italia, copiados en humanística redonda, durante la primera mitad del siglo XV, como se sabe desde los estudios de Mario Schiff sobre el primer marqués de Santillana[45], y que siguió nutriendo sus bibliotecas con manuscritos hechos en la misma escritura durante la segunda mitad, aunque para entonces copiados ya en Castilla por manos locales.

Según avanzó el siglo, el gusto por la humanística se extendió entre la alta nobleza y el alto clero. En el ámbito administrativo, el uso de la nueva escritura procedente de Italia se detecta en el mundo eclesiástico y no antes del último cuarto del siglo XV, con documentos hechos en redonda y en cursiva en la práctica documental de algunos notarios apostólicos vinculados a la sede hispalense[46].

La vecindad sevillana de Alfonso de Palencia propició la existencia de copias más tardías en la ciudad, entre ellas sus últimas obras: el Universal vocabulario latino romance, finalizado en 1488, y el borrador de su Gesta Hispaniensia[47], cuando entonces ya estaba retirado en Santa María de las Cuevas. A toda la prolífica producción literaria y gráfica del palentino hay que sumar ahora el ejemplar copiado para el arcediano de Cornado.

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[1] Ladero Quesada 1984, pp. 457-458.

[2] Pardo Rodríguez 1990, pp. 163-181. El manuscrito está digitalizado y disponible online en https://archive.org/details/A332148/page/n9/mode/2up (última consulta: 2023-01-27). Se trata de un volumen acéfalo, al que le falta el folio inicial, que contiene los comentarios de Nicolás de Lyra a los cuatro evangelios.

[3] El Escorial, Real Biblioteca del Monasterio (RBME), S-III-14, ff. 58r-118r: Alfonso de Palencia, De perfectione militaris triumphi. En la versión impresa de esta obra se indica que el autor la finalizó en 1459, habiéndose iniciado, según testimonio del propio autor, tras la finalización en 1457 de su versión castellana de la Batalla campal de los lobos y los perros, véase Durán Barceló 1996: 18; Alemany Ferrer 1982: 8-9 extiende la fecha de la creación de la versión latina de la obra a post 6 de septiembre de 1456-1459, con el razonamiento de que en el prólogo del De perfectione militari triunphi, Palencia ya se declara secretario real de cartas latinas, por lo que hubo de componer la obra no antes del 6 de septiembre de 1456, fecha de su nombramiento.

[4] Para la biografía de Alfonso de Palencia y la datación de sus obras y autógrafos seguimos a Tate y Lawrence (1998, XXV-LXX), Durán Barceló (1996), Durán Barceló (1998) y Durán Barceló, “Alfonso de Palencia”, en Real Academia de la Historia, Diccionario Biográfico electrónico en red: http://dbe.rah.es (última consulta: 24-22-2022).

[5] Hay también correspondencia entre ambos, donde Palencia celebra la amistad de Da Bisticci, agradeciéndole la ayuda prestada en varias ocasiones (Tate y Alemany 1982, pp. 71-77). La respuesta de Palencia a Da Bisticci fue localizada en un manuscrito de la abadía de Montserrat (Mundó 1964, pp. 280-281).

[6] La copia autógrafa original es el manuscrito conservado en RBME, S-III-14, ff. 58r-118r, con las armas de Carrillo en el principio del libro.

[7] Durán Barceló 1996, pp. 18.

[8] Durán Barceló, en el Diccionario electrónico de la Real Academia de la Historia, véase nota 4.

[9] Rodríguez Díaz 2022b.

[10] Durán Barceló 1996, p. 56. Durán Barceló 1998, pp. 317-318.

[11] Princeton, University Library, Grenville Kane Collection, MS 42: Justino, Epitome Trogi Historiarum Philippicarum, f. 131v: suscribe Alfonsvs palentinvs en capitales epigráficas (Tate y Lawrence 1999, fig. 2, p. 499). Fue identificado por Albina de la Mare (Monfasani 1989, p. 223) y se considera encuadernado en Florencia hacia 1450 por una anotación en un folio de guarda (Tate y Lawrence 1998, pp. xxxvi). Palermo, Biblioteca Nazionale, I.c.3: Terentius Afer, Comoedias, f. 184v: Sex Terentii has Comoedias transcripsit sibi Alfonsus Palentinus, historiographus, finite sunt 7ª die Ianuarii, anno a Natiuitate Domini Mº CCCCLXXIº. Procede del monasterio de San Martino delle Scale (Monfasani 1989, pp. 232 y figs.16 y 17; Tate y Lawrence 1999, fig. 8, 505; Milazzo 2003, pp. 95-96, lám. 35).

[12] Città del Vaticano, Biblioteca Apostólica Vaticana (BAV), Vat. Lat. 6845, ff. 28r-31v.

[13] Monfasani 1989, p. 231.

[14] Abordamos el estudio de los distintos tipos gráficos que Nebrija utilizó en Rodríguez Díaz 2022b y en 2022a.

[15] De Robertis 2013, p. 31. Sobre los conceptos de digrafía horizontal (dominio de varios tipos de escritura pertenecientes al mismo sistema gráfico) y digrafía vertical (dominio de varios tipos de escritura pertenecientes a diferentes sistemas gráficos), De Robertis 2013, p. 28.

[16] Véase la descripción pormenorizada en Pardo Rodríguez 1990. Para los aspectos ornamentales, Laguna Paúl 1979 y 1995.

[17] Pardo Rodríguez 1990, p. 169.

[18] Madrid, Biblioteca del Marqués de Valdecilla, ms. 128. Pueden verse reproducciones de este manuscrito y del salmantino 68 en Tate y Lawrence 1999, pp. 498 y 503. Palencia alternó la grafía del término telós con ómicron y con omega.

[19] Laguna Paúl 1979, pp. 60-61.

[20] Marchena Hidalgo 1997. El motivo con la especie de mazorca de maíz se describe en Marchena Hidalgo (2020, p. 24). Nicolás Gómez utilizó el motivo de las cardinas que llevan los manuscritos que comparamos hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XV (Marchena Hidalgo 2006, p. 37). Véase además Laguna Paúl 1995.

[21] El último volumen de esta obra lleva por signatura 332/149 y, al igual que los restantes ejemplares, está digitalizado y disponible online en la página de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla.

[22] Pardo Rodríguez 1990, pp. 163-181.

[23] Monfasani 1989, p. 221; Tate y Lawrence 1999, p. 499.

[24] El Escorial, f-II-11: Universal vocabulario en latín y en romance, manuscrito autógrafo terminado en 1488, seguramente en Sevilla, e impreso en la misma ciudad en 1490.

[25] Por ejemplo, entre los manuscritos digitalizados de la Biblioteca Apostólica Vaticana, puede verse este mismo procedimiento distintivo en el Pal. Lat. 49: Quatuor Evangelia, copiado en Bamberg, en el siglo XII; o en el Pal. Lat. 54: Biblia, copiada en el sur de Alemania, en el siglo XII. El fenómeno ya se observaba en el Pal. Lat. 39: Homiliario, de Lorsch, siglo IX.

[26] Estos códices fueron estudiados de manera comparada en Monfasani 1989, pp. 231-233.

[27] Contiene el borrador de su Gesta hispaniensia, véase Durán Barceló 1998, p. 315.

[28] Este bucle en el remate de la h que, como hemos dicho, no fue exclusivo de Alfonso de Palencia, se observa también en el copista del volumen V de la misma obra (BUS, ms. 332/149), cuya identidad nos es desconocida.

[29] Madrid, BNE, MSS/19439.

[30] Por ejemplo, en el f. 1rA, línea 24 (alijs) o en el f. 1rB, línea 33 (prouerbijs), véase fig. 6.

[31] Por ejemplo en f. 28v, línea 17 y f. 50v, línea 1 respectivamente.

[32] El Escorial, f-II-11, por ejemplo en el f. 216rA, primera palabra de la línea 9.

[33] Por ejemplo, fig. 6, línea 20 (saluator) del f. 1rA.

[34] Por ejemplo, fig. 2, línea 8 (pater) del f. 58r.

[35] Durán Barceló 1996, pp. 56-57.

[36] Monfasani 1989, p. 231.

[37] Sevilla, Archivo Municipal (AM), Sección 16, n. 423, con un caudal de 30.000 maravedís.

[38] Sevilla, AM, Sección 16, n.568. Algo debió suceder en su vida entre 1483 y 1489 porque en la última fecha su caudal había disminuído a 3.000 maravedís.

[39] Como hemos dicho, Durán Barceló, pero también los ya citados Tate y Lawrence. Con anterioridad, Fabié 1876 y Paz y Meliá 1914 empezaron a documentar la estrecha relación de Alfonso de Palencia con Sevilla.

[40] Aparte de nuestros estudios sobre la escritura y los códices copiados por Antonio de Nebrija, Rodríguez Díaz (2023) y E. E. Rodríguez Díaz, “La escritura humanística en los códices castellanos del siglo XV”, en H.Pátková (ed.), Encounters in written culture: influence, interchange, transfer, reception? Proceedings of the XXII Colloquium of the Comité International de Paleographie Latine, Turnhout: Brepols Publishers, en vías de edición, donde presentamos una quincena de manuscritos copiados en humanística en Castilla por manos autóctonas.

[41] BNE, MSS/10143.

[42] Salamanca, BGHU, ms. 2603, véase Lilao y Castrillo 2002, pp. 954-955.

[43] Toledo, BC, ms. 98-27. Hemos analizado todos los códices de Antonio de Nebrija en nuestro trabajo citado de 2022b y de manera monográfica su intervención en las glosas incompletas del BNE, Vitr.17/1 en Rodríguez Díaz 2022a.

[44] Aunque Nebrija fue preceptor de Alonso de Fonseca entre 1470 y 1473, parece que no permaneció en Sevilla durante esos años, sino en los palacios que Fonseca tenía en Coca (Martín Baños 2019, pp. 147-160).

[45] Schiff 1905.

[46] Así lo ha venido mostrando Camino Martínez 1999, 2001, 2008 y en su reciente ponencia titulada “Humanismo, escritura y documentos en Sevilla durante el reinado de los Reyes Católicos”, que fue presentada en el XXII Coloquio del Comité International de Paléographie Latine, celebrado en Praga en el mes de septiembre de 2022.

[47] El primero se conserva en El Escorial, RBM, f-II-11 y el segundo fue editado en Tate y Lawrence 1988, 1989.