VISIÓN DE LA MUJER EN LOS SERMONES DEL LOCO AMARO

VISION OF THE WOMAN IN THE SERMONS BY CRAZY AMARO

Inmaculada Caro Rodríguez

Universidad de Sevilla

Resumen:

La visión de le mujer adquiere ambivalecia en la obra Sermones del Célebre Loco del Hospital de Inocentes de San Cosme y San Damian: Vulgo Casa de San Márcos de la Ciudad de Sevilla, dando como resultado una variedad de estereotipos que parten de una visión tradicional propia de la Sevilla del XVII hasta alcanzar una perspectiva mucho más innovadora en consonancia con la igualdad de género.

Palabras claves:

mujer, sermones, loco, estereotipos.

Abstract:

The vision of the woman acquires ambivalence in the work Sermones del Célebre Loco del Hospital de Inocentes de San Cosme y San Damian: Vulgo Casa de San Márcos de la Ciudad de Sevilla, resulting in a variety of stereotypes that start from a traditional vision of Seville in the XVII century until reaching a much more innovative perspective as regards gender equality.

Key word:

woman, sermons, crazy, stereotypes.

Contexto lo lúdico, el hospital y el sermón

La obra Sermones del Célebre Loco del Hospital de Inocentes de San Cosme y San Damian: Vulgo Casa de San Márcos de la Ciudad de Sevilla debe ser entendida dentro de la estructura del sermón y también dentro del entorno personal que rodeaba al protagonista, es decir, el Hospital de los San Cosme y San Damián por ser Amaro un paciente de dicho centro. Hay que destacar que este hospital sufrió algunas modificaciones producidas por la reducción de edificios hospitalarios que se llevó a cabo en 1587 y que causó que se hiciera un cambio de gestión de centros sanitarios, dado lo incontrolable que resultaba tener diversos centros mal gestionados (Recio, 2002: 2). No obstante, dicho cambio no impidió el descuido en los centros sanitarios donde muchos de los pacientes no recibían la atención adecuada por la contante desidia a la que estaban sometidos y acababan muriendo. En el caso concreto del hospital citado anteriormente, los internos tenían distinta procedencia, pues algunos descendían de familias que contaban con recursos económicos suficientes para poder permitirse la estancia de los mismos, frente a los que permanecían allí recogidos, porque constituían un peligro para mantener el orden público. Luc Torres, sin embargo, considera que frente al drama de la situación de los pacientes, esta obra es muy peculiar, puesto que se hace hincapié en el aspecto lúdico y humorístico; de hecho, considera toda la obra como una transcripción de las bromas que contaba este personaje cada vez que tenía la oportunidad de salir (Torres, 2014; 831). Otro aspecto interesante y novedoso que se puede apreciar frente a la rígida estructura que se presupone en un sermón, cuya comunicación tiene un marcado carácter unidireccional, es que los discursos que pronuncia Amaro tienen un carácter con una gran vinculación al diálogo con tintes satíricos morales que han sido estudiados tanto por Menéndez Pelayo como por Mijail Bajtín. Es muy probable que el carácter humorístico del contenido de las intervenciones de Amaro contribuyera a que no fuera considerado un peligro público y se le permitiera seguir saliendo del centro donde estaba acogido y seguir con su actividad; este rasgo lo trata precisamente Manuel Conde Díaz que resalta la nula peligrosidad de dicho personaje.

Introducción a la obra

Amaro Rodríguez era un paciente del Hospital de los San Cosme y San Damián, conocido popularmente como Casa de los locos o de los inocentes, llegó a convertirse en uno de los personajes más populares de la Sevilla de la segunda mitad del siglo XVII. Se dio a conocer por sus charlas espontáneas en las calles que se convirtieron en muy populares, puesto que causaban un gran impacto debido a que encerraban mucha verdad bajo una aparente locura. Posteriormente, los contenidos de dichas charlas recibieron la forma de sermón. Es cierto que, efectivamente, daba charlas criticando a todos los sectores sociales con el objetivo de obtener limosna. Dichas críticas causaron un gran escándalo por la rígida moral que imperaba en aquella época. Sin embargo, la calidad y el humor que suscitaban sus disertaciones llegaron a hacer que acabaran en lengua escrita recibiendo el nombre de sermones, aunque nunca obtuvieron el permiso oficial para que fueran publicados. A través de ellos se combina el uso de la sátira y la ironía que ponen de manifiesto la hipocresía y la doble moral de muchos sectores de la Iglesia. El humor es el rasgo predominante en todo lo que trata y el hecho de no cumplir los convencionalismos de la estructura de un sermón unida a la condición imprescindible en una sociedad barroca que era “la condición de conformidad con la fe y con la moralidad cristiana” (Del Campo, 2008: 52) convierten a estos sermones en atípicos y sobresalientes frente a la tradición. Actualmente, estos textos constituyen un gran ejemplo dentro de la llamada “literatura del loco” como señala Rogelio Reyes Cano (1992: 2).

En lo que respecta a la mujer, se parte de una fuerte crítica a la misma, puesto que se la acusa de ser la causante directa de la locura del protagonista de esta obra, debido a la infidelidad de esta con un miembro de la Iglesia. En cualquier caso, la figura de la esposa de Amaro se toma como punto de partida para establecer estereotipos femeninos para los que se utilizan frecuentemente diferentes nombres que se aplican a varias Vírgenes dentro del catolicismo. Las fuentes que utiliza para argumentar su veracidad son inventadas; por ejemplo: un capítulo 23 atribuido a diversas avocaciones de la Virgen y a varios santos. Igualmente, se mencionan textos bíblicos de manera cómica haciendo alusión a personajes y a distintas situaciones de dichos textos, eso sí, bajo el prisma de Amaro, cuya presunta locura está dentro de la estulticia sin alcanzar lo patológico. A lo largo de esta obra la mujer se toma como punto de partida y desde ahí surgen diversas críticas constructivas y destructivas que se centran fundamentalmente en la mujer y el clero. Dentro de los estereotipos femeninos que se presentan en la obra, pueden establecerse dos grandes grupos: por una parte, las que tienen un origen divino o están conectadas con la religiosidad y por otra, las que únicamente tienen conexión con el aspecto laico.

El público de este pregonero es fortuito, porque corresponde a los hombres y mujeres que quieren escucharle movidos por la curiosidad y la capacidad humorística de tratar diversos temas cotidianos de forma teatral. Él trata a sus oyentes con plena igualdad, pues se refiere a ellos como “fieles y fielas” (Rodríguez, 2015: 42) incluso hay ocasiones en las que insulta a algunos miembros del público con calificativos para los hombres como “cernícalo”, “cornudo” (Rodríguez, 2015: 64) o expresiones como “la madre que lo parió” (Rodríguez, 2015: 95). A las mujeres del público que se burlan de él las insulta calificándolas de “blasfemas” (Rodríguez, 2015: 84) y, en ocasiones, con expresiones como “el mayor insulto que tuvo Christo en su muerte fue veros a vosotras” (Rodríguez, 2015: 42).

Clasificación de las mujeres mediante nombres de vírgenes

La esposa del protagonista se encuentra dentro del prototipo de mujer infiel al haber mantenido relaciones con un fraile; hecho que según su versión lo lleva a la indigencia. El alto número de relaciones extramatrimoniales dio como resultado que se hiciera mucho énfasis en la honra como un componente esencial a nivel religioso y profano. Este asunto era considerado un agravio digno de análisis por parte de la Inquisición que intervenía dándole permiso al marido de acabar con la vida de su esposa (Sánchez, 2008: 9). A pesar de esto, era más frecuente que se les obligara a vivir juntos, siempre y cuando no hubiera más escándalos por asuntos semejantes. De ese modo, se les condenaba igualmente a vivir de las apariencias. La literatura de la época se hace eco de todo tipo de enredos en lo referente al adulterio a través de las obras de Calderón y Lope de Vega. No obstante, la mujer de Amaro, a pesar de su infidelidad, se asemeja más a Eva. Durante la obra, se la acusa de la caída de Adán, aspecto que concuerda con la misoginia medieval, pero con la peculiaridad de que sitúa la acción en Sevilla, concretamente en “la calle Culebra” (calle de la Serpiente o actual calle Sierpes) (Rodríguez, 2015: 34) que ella es el diablo y la calle donde se desarrolla la trama sería equiparable al infierno. El motivo de la caída de Adán parece haber sido propiciado por la insistencia de Eva al animarle a quebrantar la voluntad de Dios, como ocurre también en el Génesis, pero con la diferencia de que, en esta ocasión, la recompensa consiste en convertirse en canónigo de la iglesia del Salvador. Posteriormente, descubrió que había sido engañado y “se vio de zapatero de viejo y echándolo del paraíso dijo el niño de la bola: salvador Mundi exi foras” (Rodríguez, 2015: 35).

Aparte de Eva, se encuentra lo que se podría denominar de mujer letal y se pone como ejemplo a Nuestra Señora de los Reyes, puesto que se comenta que San Fernando la usó como espada en la conquista de Sevilla (Rodríguez, 2015: 46). Sin embargo, considera que es mucho peor la infidelidad por ser una humillación y desgracia permanente. Llama la atención los términos que, según los preceptos eclesiásticos serían calificados de blasfemos al referirse a la Virgen, porque es precisamente una divinidad la que causa muertes. Frente a la mujer infiel que, según la obra, representaría el escalafón más bajo en el que una mujer puede caer, este es el primer sermón en el que se muestra su antítesis al contraponer la imagen de la mujer perfecta a través de Nuestra Señora del Rosario por considerarla superior a todas las demás mujeres. Ella es la fuente de inspiración de la mayoría de los sermones. El motivo de que sea su musa frente a otra divinidad pudiera deberse a lo que expone Esther Fernández de Paz en Religiosidad popular andaluza, pues expresa que el pueblo andaluz en general, y especialmente el sevillano, tiene tendencia a identificarse con la Virgen más que con Jesús por tener una visión de este último como un ser autoritario. El rosario asociado a la virgen es “una de las formas más características de la devoción mariana en Sevilla” (Fernández de la Paz, 2000: 192). Además, las promesas que conlleva el rosario anuncian recompensas a todos los que lo recen. Quizás, por eso, Amaro quiera que le ayude en su venganza a los frailes, colectivo principal de crítica en sus sermones, por estar uno de ellos implicados en su situación familiar.

De igual modo, Nuestra Señora de la Paz ocupa un papel importante dentro de la perfección femenina al nombrarla para reclamar el silencio de todos los que le interrumpen. También puede considerarse que simboliza a la mujer que se mantiene discreta y conciliadora ante cualquier conflicto que pueda surgir. Al igual que sucede con Nuestra Señora de las Aguas que se menciona para que purifique las malas acciones que se producen. Otro rasgo destacable es presentar a María Magdalena como modelo de mujer perfecta alegando que ella, junto con el resto de las mujeres que acompañaban a Jesús, se dedicaba a rezar el rosario y oír misa. Esto último concuerda a la perfección con el estilo de vida idóneo para las mujeres del siglo XVII. La inclusión de María Magdalena entre las mujeres perfectas junto con San Pedro que actúa como “la perfecta viuda desconsolada” (Rodríguez, 2015: 55) supone una circunstancia innovadora. Más aún, el propio Amaro se considera una viuda por su situación de desamparo en el tema amoroso, lo cual constituye una circunstancia atípica.

Resulta paradójico que se niegue a tomar a la Virgen María como modelo de virtud al poner en entredicho su virginidad por no contemplar con claridad su relación con el Espíritu Santo. Se podría calificar como una mujer de dudosa reputación. Así lo explica cuando llama al Espíritu Santo “cernícalo” (Rodríguez, 2015: 60), pues lo considera como el embaucador que intenta hacer a una dama honrada partícipe de un pecado. La mención de este ejemplo puede ser una forma de ilustrar su situación personal y apelar al favor del público que se para a escuchar sus sermones con el objetivo de que se solidarice con él. El beneficio de la duda que le otorga a la Virgen María da como resultado que le recomiende a unos gallegos rezar tres Avemarías para que se rediman y sigan el camino marcado por los cánones religiosos y sociales (Rodríguez, 2015: 77). De esta forma usurpa el trabajo eclesiástico, pues la labor de encargar rezos no es propia de un seglar. Igualmente, tampoco tiene capacidad de dar normas de conducta y, aún así, toma el papel de un párroco dirigiéndose a sus feligreses en tono agresivo o crítico. Cada vez que esto ocurre, venera a la Virgen María, pese a las dudas que mostró con anterioridad acerca de ella, como mujer perfecta y se refiere a la Iglesia con el calificativo de “madre”: “pues mando bajo pena de sesenta ducados que no vendáis en toda la cuaresma, o sigáis el orden de Nuestra Madre la Iglesia en el día de ceniza, por que la haya: Memento homo, quia pulvis es que con pólvora reventéis” (Rodríguez, 2015: 90). El uso de un registro en lengua latina inventada puede interpretarse como una forma de burlarse del clero. Las monjas cuentan con una mención especial y se sitúan en una posición similar a la Virgen María; las llama “esposas del cordero” (Rodríguez, 2015: 104) destacando sus cualidades excepcionales que, pese formar parte de la jerarquía eclesiástica, son víctimas de su ingenuidad.

Clasificación de mujeres no conectadas con lo divino

En contraposición a la identificación de la mujer con los distintos nombres de vírgenes, se establece paralelamente una descripción del resto de las mujeres carentes de rasgos que puedan ponerse en relación con la divinidad. Primeramente, se encuentran las mujeres del público a las que critica siempre y cuando observa que le hacen algún tipo de burla, menosprecio o se aburren. De esto último siempre las considera culpables y las asemeja a Circe por ser las causantes del sueño en los hombres: “pero no parece sino que estas señoras le han dado leche de burra con adormideras” (Rodríguez 2015, 123). Como contraste, se encuentran las mujeres nobles piadosas como la condesa de Montijo que en ocasiones le da limosna.

El hecho de considerarla como un modelo a seguir viene determinado precisamente por haberse apiadado de él. Como contraposición, se encuentran las vendedoras que se personalizan a través del personaje de Rita, a la que califica de “puta” (Rodríguez, 2015: 140). Dicha mujer vende mondongo en el Arenal y constituye un pretexto para criticar al resto de las vendedoras calificándolas como “desolladas” (Rodríguez, 2015: 142). De acuerdo con los comentarios de éste, la citada vendedora le hizo predicar durante una hora para después no obtener ningún beneficio. Es especialmente duro con ella al no poder soportar el hecho de haber sido nuevamente engañado por una mujer. Dicha actitud recuerda los abusos clericales de utilizar la religión como método para amedrentar y controlar a las masas. Critica que venda carne en fechas inapropiadas por ser vísperas de días sagrados; Sin embargo, era habitual la transgresión de esta norma, pese a estar prohibido.

Por último, hay que destacar a las samaritanas; de ellas ofrece una imagen contraria al texto bíblico, pues al pueblo samaritano se le presenta como caritativo y piadoso. Cita el famoso capítulo 23 que aplica en este caso a Santo Tomás e identifica a los samaritanos con el demonio. Esto es muy contrario a lo que predicaba Jesús en la parábola del Buen Samaritano, puesto que lo ponía como ejemplo a seguir y digno de admiración por sus acciones caritativas. A la mujer samaritana la denomina promiscua por tener seis maridos. Sin embargo, le da la oportunidad de arrepentirse para salvarse y tomar la senda de lo que se considera correcto. A los samaritanos les desea el mismo castigo que el infringido a Santa Catalina, la cual murió decapitada.

Conclusiones

Los sermones del Loco Amaro constituyen una interesante mezcla de religiosidad y laicismo de forma arbitraria llegando incluso a romper con el orden establecido en lo que respecta a los cánones de la Iglesia al atribuir defectos a la propia Virgen María, referente para el catolicismo. A su vez, pese a que en ocasiones se critica a la mujer, es importante destacar que se hace hincapié en unir a hombres y mujeres sin darle prioridad a unos sobre otros, siendo sorprendente la identificación que realiza de sí mismo y de San Pedro como mujeres. Estos son matices absolutamente impensables y contrarios a la moralidad eclesiástica que tenía normas muy estrictas en lo referente a la bondad, la maldad y a la diferenciación estricta entre hombres y mujeres. A pesar de que Amaro hace distinciones referidas a varios tipos de mujeres, se llegan a apreciar rasgos diferentes que presagian nuevas actitudes que se alejan de la misoginia propia de la sociedad sevillana de ese periodo y lo acercan a momentos en el tiempo más cercanos al actual.

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