LA
ESCENA FRAGMENTADA: VIOLENCIA Y CRUELDAD EN H.P. (HANS POZO) DE LUIS BARRALES
THE
FRAGMENTED SCENE: VIOLENCE IN LUIS BARRALES’ H.P. (HANS POZO)
Ruth Marina Belmar Vergara, Dámaso
Rabanal Gatica
Resumen
H.P
(Hans Pozo) de Luis Barrales es un texto
dramático estrenado en el año 2007 por la Compañía de Teatro La Nacional bajo
la dirección de Isidora Stevenson: un hombre es encontrado descuartizado en la
ciudad de Santiago de Chile en el año 2006.
El dramaturgo reescribe la historia e identifica y propone algunos
fragmentos significativos del sistema cultural predominante.
El objetivo de
esta investigación es analizar el texto dramático de H.P. (Hans Pozo)
desde la textualidad del drama haciendo énfasis sobre ámbitos como la sociedad
heteronormativa, comportamientos humanos reprimidos, homosexualidad e imágenes de
crueldad. Para ello, son fundamentales las discusiones teórico-críticas de Brossi, Foucault y Spargo, para
abordar ámbitos de género, sexualidad y masculinidades, así como Antonin Artaud, para escenificar investigativamente la
crueldad como dispositivo de la violencia. La obra de Barrales forja un puente
con Artaud al presentarnos seres humanos, conflictos sociales, políticos y
culturales que transitan en nuestra historia y habitan nuestro territorio.
Violencia y crueldad operan como una tradición de escritura, pero también
forman una óptica para mirar nuestro tiempo y sus prácticas de vulneración.
Abstract
H.P. (Hans Pozo) by Luis Barrales
is a dramatic text, premiered in 2007 by the Theater Company La Nacional under
the direction of Isidora Stevenson: a man is found
dismembered in the city of Santiago de Chile in the year 2006. The dramatist
rewrites history, identifying and proposing some significant fragments of the
prevailing cultural system.
The aim of this research is to analyze the
dramatic text of H.P. (Hans Pozo) from the drama’s
textuality according to the following categories: heteronormative society,
repressed human behavior, homosexuality, and cruel images. The
theoretical-critical discussions of Brossi, Foucault,
and Spargo are fundamental in this case to approach the field of gender,
sexuality, and masculinities, like Antonin Artaud, to stage cruelty in an
investigative manner as a violence device. Barrales’
work forges a bridge with Artaud by introducing us to human beings, social,
political, and cultural conflicts that travel through our history and inhabit
our territory. Violence and cruelty act as a writing
tradition, but they also create a viewpoint to observe our time and its vulnerating
practices.
Palabras
claves
Crueldad, violencia, sociedad neoliberal,
fragmentación.
Keywords
Cruelty, violence, neoliberal society, fragmentation.
[…]
cuerpos descuartizados, despedazados, amenazados, obligados a re-vivir su muerte en anticipación de la propia muerte.
(Hurtado, 2008)
Introducción
El
teatro podría definirse como la comunión del público con un espectáculo
viviente donde los actores ofrecen una ficción: representan otros personajes,
ambientes, vicisitudes; en resumen, se proponen hacer arte, según Silvio d´Amico (1961). En nuestro tiempo la dramaturgia o lo
teatral, no es antropología, sociología, historia o psicología social, pero
incluyen y alimentan esas dimensiones, expone María de la Luz Hurtado (2010).
Para Lavandier (1997), el drama es una representación
visual y/o auditiva de una acción (drama) humana.
Los medios del drama son el teatro, la ópera, el cine, la televisión y, en
menor medida, la radio y el cómic. En un significado amplio, el drama es una
acción humana que busca un objetivo, que enfrenta obstáculos y un resultado
incierto. En este sentido el drama es el principal motor de la vida.
Los
dramaturgos de nuestro tiempo han manifestado la necesidad de dar lugar a “lo
reprimido” y, en consecuencia, algunos de ellos han optado por escenificar
“crónicas rojas”: hombres y mujeres que han irrumpido en un momento determinado
en la sociedad hegemónica. El drama como un lugar de fuga, un territorio donde
desmontar lenguajes convencionales para crear otros y fisurar la tranquilidad
de los catálogos con los que se construyen imaginarios y representaciones
habituales. El drama es, entonces, una posibilidad donde sujetos y cuerpos
construyen signos para contar otras historias muchas veces no narradas o
incómodas.
En
sus textualidades instalan crímenes espeluznantes que el lector/espectador está
obligado a revivir porque las actualiza al hacer una vez más la lectura de un
crimen espeluznante de su tiempo y territorio. Corporeidades escénicas
“fragmentadas”, que a través de la palabra desean testimoniar conflictos
sociales de nuestros tiempos. Hay segmentación siempre que el espectador se
esfuerza por analizar la impresión global que el espectáculo ha tenido sobre él
y cuando es inducido a buscar unidades y su funcionamiento.
Segmentar no es una
actividad teórica perversa e inútil que destruye la impresión de conjunto; por
el contrario, es tomar conciencia del modo de fabricación de la obra y
apropiarse de su sentido, preocupándose por partir de la estructura narrativa
escénica, lúdica, y por lo tanto específicamente teatral. (Pavis,
1980: 436-7)
La Dramaturgia Chilena Nueva es un
movimiento teatral que se produce entre los años 1994 y 2010 en la escena
nacional: Luis Barrales Guzmán (1978) es parte de esa generación y, por ende,
su obra: objeto de estudio de este artículo da cuenta de una nueva génesis en
la escritura dramática actual. Entre estos años se desarrolla una prolífica
producción de obras teatrales que proponen una crítica al sistema social. Entre
los dramaturgos nacidos en los 70 y que tienen su producción entre los años 90
y 2000 podemos mencionar a Benito
Escobar con Nobleza obliga y Pedazos rotos de algo; Lucía de la Maza
con Asesinato
en la calle Illinois y Animala; Alejandro Moreno Jashés
con Todos saben quién fue o las cosas que
le hicieron y La mujer gallina;
Ana Harcha con Lulú;
Manuela Infante con El Rey Planta,
Cristian Figueroa con La Grieta sin grito;
Luis Barrales con Niñas Arañas y es
una generación con conciencia e interés en el arte, la cultura y el teatro, que
dispone de una libertad desfachatada, generando mixturas que atraviesan sus
poéticas.
En el Prólogo de la Antología
Dramaturgia Chilena del 2000: nuevas escrituras, (2009) y en la Antología:
un siglo de dramaturgia chilena, Tomo IV, (2010) María de la Luz Hurtado
expone que la generación de dramaturgos y dramaturgas
chilenas(os) presentan en sus escrituras otro modo de abordar lo político;
reelaboran el modo de dar voz, cuerpo y recorrido al sujeto marginal urbano.
Entre sus recursos que conforman las textualidades de este grupo de autores
abundan las citas, anacronismos, metatextos y el uso
de hipotextos (2010: 10-11).
Se advierte en ellas un
distanciamiento, en tanto historicidad transpuesta y re-significada,
para re-acercarse a las experiencias y sentimientos
de la derrota, del desencanto, de las condenas a la muerte-vida; la reaparición
constante en la urbe y en la nación de cuerpos descuartizados, despedazados,
amenazados, obligados a re-vivir su muerte en
anticipación de la propia muerte. (Hurtado, 2008: 10-11)
Para Hurtado, es esta generación la que
provoca la tercera gran revolución teatral del siglo XX, al modificar los
extendidos supuestos y las metodologías que impusieran los teatros
universitarios desde 1940. A partir de 1990 en adelante, se instalan nuevos
paradigmas produciendo una distancia entre la textualidad de la palabra escrita
y la de la escritura escénica. Cabe mencionar que los textos dramáticos que
tienen sus referentes en los “crónicas rojas” han existido desde tiempos
remotos. En la dramaturgia chilena de principios del siglo XX, podemos
encontrar una obra dramática basada en los hechos de un asesino en serie
condenado a pena de muerte: Emile Dubois. El texto dramático Captura y
Fusilamiento de Dubois escrito por Anónimo
en 1906 muestra en CUADROS ESCÉNICOS los crímenes cometidos por Dubois, su
captura y fusilamiento. Sin embargo, en nuestra época han tenido especial
connotación en el sistema dramatúrgico nacional, tanto a nivel ideológico como
estructural. Asimismo, destaca como característica: un rasgo propio de la
escritura post – dramática, la fragmentación, como expone Carles Batlle i Jordá
en su artículo sobre “La segmentación del texto dramático”:
Es la consecuencia lógica del “yo
escindido” del sujeto contemporáneo, de su perplejidad ante un universo opaco e
inestable, del dominio de la perspectiva en la asunción del mundo y del tiempo
(del pasado y del presente), valorados como conceptos dinámicos, no fijos, y
también del futuro, incierto, angustiante; las tres temporalidades recreables, literaturizables, inverificables… Son algunas ideas para
definir el contenido del “drama contemporáneo”, y también para entender la
necesidad de su forma fragmentada. (Batlle, 2007: 75)
En el año 2006 aparece por partes un joven
santiaguino, Hans Pozo Vergara, anunciado por los medios de comunicación como
“el descuartizado de Puente Alto”. En base a este hecho, Luis Barrales Guzmán
reconstruye la historia del joven en una obra dramática que hace uso de
técnicas propias de la Dramaturgia Chilena Nueva, transformándose en una pieza
teatral emblemática de este período. El joven abandonado a los pocos años de vida, carga con el estigma de “huacho”, ladrón y drogadicto,
ejerciendo la prostitución en pleno siglo XXI. Uno de sus clientes, homosexual
reprimido, lo asesina, apropiándose de su cuerpo en un acto violento y cruel
que metaforiza la adquisición de un producto tal y como se hace en el mercado.
¿Cuál es el objetivo de hacer tal
representación? ¿Por qué un dramaturgo decide poner bajo el efecto del teatro
un caso que ha sido expuesto en la sociedad? ¿Cuál es la particularidad que
deben proponer para construir los personajes que tienen su referente en la
realidad? ¿Desde qué prisma observa el dramaturgo para entregar a un
lector/espectador un nuevo relato de una historia reconocida? ¿Cuáles son los
puntos neurálgicos de la historia? ¿Cuáles son las voces que enuncian este
nuevo discurso?
A modo de hipótesis, propondremos que
existen mecanismos culturales arraigados en nuestra sociedad que dan origen a
una deshumanización propuesta en las escenas violentas y crueles del texto
dramático. El dramaturgo, consciente de la crueldad existente, reescribe la
historia e identifica las debilidades de un sistema social, político y cultural
dominante.
A fines del siglo XX e inicio del siglo
XXI, Benito Escobar dramaturgo contemporáneo de Barrales, en su producción
escritural apunta al cuerpo humano como eje articulador de la propuesta
escénica especialmente en Baile de Rigor (2000) y Pedazos rotos de algo
(1998), podemos considerar estas obras como las antecesoras de H.P.(Hans Pozo) porque surge la inquietud de
escenificar cuerpos cansados, agotados, sacrificados, son cuerpos que luchan
por mantenerse en un sistema social. En el año 2006 aparece un hombre
descuartizado y Barrales indaga en las posibilidades escénicas de un cuerpo desmembrado.
Es probablemente, el cuerpo humano destrozado en las obras que enuncia Escobar
producto de una sociedad de economía neoliberal, y, por tanto, surge la
fragmentación de los textos dramáticos como alegoría del panorama sociopolítico
de principios del siglo XXI, asimismo Barrales pone en escena un cuerpo
descuartizado que deviene de la crónica roja chilena. Expone Matamala en el
artículo “Pedazos rotos de algo: La compleja enunciación en el drama de
Escobar”, la obra dramática de Escobar apunta precisamente al mundo
fragmentado, roto, cuyas piezas no nos permiten, no digamos recomponer, sino
tan siquiera saber de qué se trataba aquello roto, tal como el descuartizado de
Puente Alto.
Es así como el teatro cumple una función
social al exponer ante el lector/espectador la realidad de una sociedad cruel y
controlada por los grupos económicos predominantes, y el dramaturgo se
convierte en un justiciero que, a través de la literatura, expone a un ser
humano que es olvidado en la mediatización de su caso. En el texto dramático, el
dramaturgo asume el rol de justiciero, pues reescribe las condiciones sociales,
económicas, políticas y culturales que dieron origen a la crueldad ejercida en
contra de un individuo en un momento determinado, el dramaturgo da voz a las
víctimas y victimarios que desestabilizaron el orden que tiene la sociedad.
De los discursos periodísticos a la
Dramaturgia Chilena Nueva. [Hans Pozo Vergara – HP]
La obra dramática analizada en esta
investigación tiene su referente en la realidad pues, sus protagonistas han
sido exhibidos en la radio, la televisión, los diarios y sitios webs. En primer
lugar, es pertinente definir algunos conceptos relacionados con los medios de
comunicación, Teun Van Dijk en La noticia como
discurso. Comprensión, estructura y producción de la información (1990) define
como “discursos periodísticos” aquellos textos que se enfocan en sucesos
políticos, sociales o culturales, por lo tanto, en adelante usaremos este
término para definir cualquier texto que dé cuenta del caso expuesto en este
artículo. Según Van Dijk, los medios de comunicación no son mediador neutral,
lógico o racional de los acontecimientos sociales, sino que ayudan básicamente
a reproducir la ideología dominante y, por consiguiente, los grupos marginados
son aquellos que no encajan en el patrón impuesto por los conglomerados
económicos que sustentan a los medios de comunicación.
En el año 2006, los discursos periodísticos
dan cuenta del descuartizado de Puente Alto y ese caso es el tema principal de
la obra dramática H.P (Hans Pozo) de Luis Barrales, que narra la
historia del cuerpo de un hombre que empieza a aparecer por partes en
diferentes lugares de la ciudad de Santiago de Chile. La opinión pública se
conmueve con el crimen espeluznante: ¿Quién se atrevería en una sociedad
heteronormativa a cometer tal aberración en contra del género humano?
El enigma comienza el 27 de marzo del año
2006, cuando un perro callejero fue descubierto mientras jugaba con un pie
humano. La Policía de Investigaciones registró los lugares cercanos al hallazgo
en la comuna de Puente Alto (Santiago) donde encontraron otros miembros del
descuartizado: se trataba de sus brazos sin manos, con los tatuajes arrancados
a navajazos, la cabeza fue encontrada con dos impactos de bala y la nariz
retirada de cuajo. Las partes del cuerpo estaban repartidas por diferentes
basurales de la ciudad de Santiago.
Se realizaron pruebas genéticas y se
reafirmó que todas las partes del cuerpo humano eran de la misma persona. La
identidad de este hombre se descubrió por un pequeño tatuaje en su brazo
izquierdo que el asesino no arranco, lo reconoce quien había dibujado el
tatuaje, un preso común y que se encontraba en un centro penitenciario. Así se
encontraron los datos de la víctima, y se da con la identidad del sujeto el 6
de abril del año 2006.
Hans Hernán Pozo Vergara era el nombre del
descuartizado, conocido como “El Rucio”, el joven de veinte años marginado por
la sociedad: su familia lo había abandonado en la infancia, fue re-acogido por un tío de la familia, pero en el momento de
su asesinato vivía en la calle, presentaba antecedentes delictuales, era
drogadicto y trabajaba en el ámbito de la prostitución.
Las investigaciones que realiza policía
dan cuenta de una relación homosexual que el joven mantenía con el funcionario
de la Municipalidad de La Pintana, Jorge Iván Martínez Arévalo. La policía se
dirigió al domicilio del hombre. El hombre tras el interrogatorio se encerró en
una habitación de su casa a gritar y segundos después se dio dos tiros en la
cabeza, suicidándose. El día 14 de abril la familia de Hans Pozo recibió de
parte de Servicio Médico Legal el cadáver de Hans. El funeral del “Rucio”
resultó ser multitudinario, asistiendo cientos de personas.
Los medios de comunicación en Chile son
parte de grandes conglomerados económicos que dominan el mercado nacional, en
ellos podemos vislumbrar la ideología de sus patrocinadores, pese a ello,
reconocemos en los diarios, la radio y la televisión una fuente de información
veraz. La revolución de las comunicaciones le ha permitido al ser humano
acceder a la información de manera casi instantánea, pero la sobreexposición en
la prensa de crímenes brutales hace finalmente que la sociedad observe los
acontecimientos de manera banal, casi intrascendente. En cambio, en la
Dramaturgia Chilena Nueva los autores se especializan en revelar realidades
sociales, políticas y culturales a partir de estos crímenes que han sido
difundidos en la prensa. En la escena nacional se propone una nueva versión de
los hechos y con esta propuesta se intenta despertar a las masas, provocar en
el lector/espectador la sensación de que es posible ser un agente de cambio en
la sociedad que habita.
La obra HP (Hans Pozo) fue
estrenada por Teatro La Nacional en Santiago el 6 de septiembre de 2007 en el Teatro
del Puente. Recibió financiamiento de Fondart 2007. A
diez años de su estreno sigue repercutiendo en la escena nacional, se han
realizado múltiples representaciones[1] y
en el año 2017 tienen lugar 12 funciones de la obra con el mismo elenco del
2007, Evelyn Briceño, autora en LT.Finde
expone en su artículo del año 2017
Es
una obra arrolladora. Los diálogos y monólogos son todo lo fuertes que pueden
ser cuando se habla de pobreza, marginalidad, drogas, prostitución, abandono,
amor perverso y todos los temas presentes en la corta vida de Hans Pozo. Luis
Barrales, el dramaturgo, entrega momentos conmovedores, matizados por una que otra
sonrisa. Pero más que nada, reparte verdad, al develar el Chile que se quiere
esconder, pero que se filtra y aparece una y otra vez. Cuando se prenden las
luces, hay cansancio por la intensidad del montaje, pero también conciencia y
ganas de abrir los ojos frente a la realidad siempre, todos los días.[2]
En tanto el mismo año Francisco Aguilar[3]
en la página web Parlante, expone que la dramatización de un hecho
contingente y de gran cobertura, dirigida por Isidora Stevenson y escrita
por Luis Barrales permite indagar en la realidad chilena, asimismo da cuenta de
la belleza poética del texto y que se centra en una historia oscura y macabra,
y es través de la expresión teatral que los seres humanos que protagonizan este
caso son en alguna medida reivindicados.
H.P
(Hans Pozo): la escena fragmentada/la
escena descuartizada.
En la particularidad de la forma que
propone Barrales para su escritura dramática, está el concepto ROUND, el cual es utilizado para separar las escenas, como
en una pelea de boxeo, los ROUND determinan la entrada y salida de los
personajes. Además, los nombres de los personajes están en mayúscula este rasgo
es propio de los dramaturgos de este período. En Barrales observamos la
utilización barras oblicuas [/] para separar los diálogos de los personajes, al
ser una característica de la Dramaturgia Chilena Nueva mantendremos los
detalles que la diferencian de otras dramaturgias.
En el ROUND 1
“Eres como una bomba atómica”, es un diálogo entre HP/EL HELADERO. Los
personajes inician un juego con los ojos cerrados que indica cierta complicidad
entre ellos y donde existe el destino, el miedo, los olores y el dinero,
significaciones que hacen alusión a una determinada cultura; el destino como
algo que alude a una relación homosexual; el miedo a una sociedad que los
observa sin que ellos se den cuenta; el olor como un recuerdo de la existencia
de un sujeto —pues lo reconocerá por su
olor dice EL HELADERO; y, el dinero como una fuerza que los une y los
transforma en simples ejecutores de un sistema en que existe un vendedor y un
comprador: “Y yo te estoy cobrando/y yo te estoy pagando” (52) Es una
transacción comercial: HP vende su cuerpo para conseguir dinero mientras que EL
HELADERO al pertenecer a una clase social dominante desde el punto de vista
económico puede pagar por sexo homosexual, y seguir con su vida
heteronormativa.
En este primer ROUND
el espectador observa el comportamiento de dos seres humanos que mantienen una
relación homosexual y la influencia del medio social que habitan. En EL
HELADERO podemos identificar algunos rasgos de obsesión por el cuerpo de HP
como un cuerpo-objeto que se vende en el mercado sexual; la obsesión de este
pequeño empresario por poseerlo y las consecuencias que tendrá ese acto. EL
HELADERO no acepta las marcas de una relación homosexual y pide a HP decir que
es su hijo.
Me vas a dejar secuelas hasta
cincuenta años después/corre uranio por mis venas/fosforescente/¿lo ves?/dibujando todo tu cuerpo, HP. […] Dame un beso/me
vas a quemar/es lo menos que puedo hacer por ti/cuando vengamos a este lugar,
si alguien pregunta quién eres, di simplemente que mi hijo. (52)
La relación homosexual sostenida por EL
HELADERO con HP debe mantenerse en la clandestinidad. Debe asumir que vive en
una sociedad que aceptaría a ese joven como su hijo y no como su amante. HP
trasgrede los imperativos sociales desde pequeño; primero, el abandono de su
madre en casa de unos tíos porque su padre lo creía fruto de un adulterio, es
rechazado por su entorno porque nace rubio entre moreno, HP es marginado desde
pequeño, en el monólogo de LA MADRE expone que no puede querer a un niño
agringado.
LA MADRE
cómo iba a quererlo si salió rucio
el cabro obstinado
quinientos años de indio
¿y él sale agringado?
¿qué habrá pasado en ese útero
mestizo que me salió rucio el enano?
y qué iba a hacer un cabro rubio
entre puros indios de hermanos
por eso se entrega a unos tíos, a
algún pariente de mi esposo
si de presente rubio se le
puso Hans, de futuro indio ya venía Pozo (3)
Las particularidades físicas de Hans Pozo
lo marginan de su familia y sufre la discriminación de su círculo más íntimo, segundo,
para sobrevivir delinque; tercero, entra y sale de los hogares de menores, y al
cumplir mayoría de edad entra y sale de la cárcel; cuarto, el sistema educativo
no se hace cargo cuando Hans Pozo Vergara es menor de edad. Es así que queda excluido, está fuera del grupo fuertemente
estructurado. Al salir de la cárcel debe hacerse cargo de su hija y trabaja
como “taxi-boy”, en otras palabras, vende su cuerpo
por dinero en las esquinas de Santiago de Chile a principios del siglo XXI. EL
HELADERO permanece en ese grupo dominante, tiene una familia, es empresario,
construye la imagen de un sujeto que respeta los imperativos sociales.
En un grupo fuertemente
estructurado. Dios, para cada miembro, es el Otro, el Otro absoluto e infinito
que legitima la tradición, las costumbres y la ley; es el fundamento y la
garantía del orden y de los imperativos sociales, completa la integración del
individuo con la comunidad, actúa como un factor de normalización. […] Este
factor de normalización, cuando se lo utiliza contra las costumbres y los
imperativos colectivos, completa, al contrario, la perversión del elegido.
(Sartre 157)
La sociedad atónita observa el crimen y
espera que la policía y la institución judicial condenen al asesino, a un
sujeto que fue capaz de distribuir un cuerpo por partes en una ciudad. ¿Quién es el Otro, absoluto e infinito que
legaliza las tradiciones? ¿Quién es el Otro, el excluido de la sociedad que la
desestructura? El Paria expone Sartre, en Saint
Genet comédien et martyr,
el individuo que es expulsado del grupo por su comportamiento en contra de los
imperativos sociales se transforma a medida de las situaciones y las necesidades,
y lleva consigo su Dios interior convirtiéndolo en santo. El Dios trascendente
se queda en el grupo y éstos observan al perverso que ha venido contra los
sistemas que dominan en esa sociedad.
HP representa a un sujeto que no pertenece
al grupo fuertemente estructurado, sino que lo enfrenta convirtiéndose en el
Otro que queda fuera del círculo social influyente. ¿Y qué rol cumple el
Espectador en la escena? Es quien observa el espectáculo de un ser humano
controlado por imperativos sociales contra los cuales se revela: EL HELADERO
cuida las apariencias en una sociedad que lo puede expulsar por su
comportamiento; HP ha sido desde siempre el Paria, ha estado siempre excluido.
El desenlace de la relación homosexual es violento y cruel; despiadado y espeluznante;
un crimen cometido en la sociedad heteronormativa chilena. Los medios de
comunicación difunden el crimen y el espectador observa en el teatro una
representación cruel y violenta. Al final del diálogo en el ROUND
1, Barrales da el primer golpe al espectador, como en una pelea de box: “di
simplemente que mi hijo”. La familia es cuestionada como un imperativo social
que, eventualmente, podría ocultar lo considerado “perverso” como la relación
homosexual con un joven.
En el monólogo H y P, el protagonista hace
una caracterización de sus clientes. Los aficionados a los “taxis-boys” validan el orden conformado por seres humanos que
venden su cuerpo para sobrevivir en una sociedad que los excluye. Pero ¿quiénes
hacen posible que este nuevo orden excluyente continúe existiendo? ¿Quiénes son
los verdaderos responsables de la miseria del hombre en la sociedad? La
pobreza, la drogadicción, la prostitución o la delincuencia son sólo algunos
problemas sociales que las instituciones oficiales instauradas por los
gobiernos de turno no han conseguido erradicar, pese a que sus discursos lo
promulguen con grandes campañas publicitarias.
P por pregunta/si tengo tarifa
H halitosis/me habla de cerca
P que soy puto/habrá que aguantar
H honorarios/le digo que pague
P pantalón/bajando braguetas
H de hombría/si supiera su esposa
P por pechoño/milita en la udi
H de hipócrita/la vendes bonita
P pervertido/eso es más caro (Barrales
64 - 65)
El comprador del cuerpo en venta es un
sujeto con halitosis, un aliento fétido que le habla de cerca al “puto”. Hedor
que debe soportar para cobrar sus honorarios. La hombría es puesta en tela
juicio al mencionar que es probable que el cliente tenga una esposa. Lo
califica como un militante de la udi[4], hipócrita
y pervertido. HP convierte su cuerpo en un objeto, una mercancía que se vende
al mejor postor.
En el Round 8,
“El heladero/la vida en rosa-la vida en negro”, EL HELADERO narra por medio de
una canción/cueca, lo que le gusta hacer los viernes por la noche. La pérdida
de la conciencia a causa del alcohol; la vergüenza de amanecer con un hombre;
la exigencia de que esto no vuelva a suceder, porque si no, tendrá que
suicidarse. Podemos identificar que la represión proviene de sí mismo,
condicionado por una sociedad que no le permitiría un romance homosexual. Además, en este personaje es un sujeto que
pertenece a una clase social que disfruta los viernes por la noche, le gusta
beber alcohol y para poseer ese privilegio es necesario contar con recursos
económicos.
Los viernes por la noche
Me gusta beber alcohol [..]
pero pierdo la memoria […]
Es una vergüenza ay sí
No tiene nombre
Por culpa de andar borracho
Amanecí con un hombre
Si esto vuelve a pasar
Me tendré que suicidar. (Barrales 66)
La represión a la que han sido sometidos
los homosexuales en la sociedad, el desprecio de la familia, las burlas en la
escuela o el rechazo en el sistema laboral al tener una tendencia sexual
diferente a la que es aceptada por la estructura social, condiciona el rechazo
a sí mismo de EL HELADERO. El individuo heterosexual domina al homosexual en un
mismo cuerpo, representación de una sociedad que presenta una forma de
subordinación. Según Connel (1997) en “La
Organización social de la Masculinidad”, las masculinidades homosexuales se
encuentran subordinadas a las heterosexuales en sociedades estructuradas por la
ideología patriarcal. En la representación de EL HELADERO se da la
contradicción de manera evidente: él se exige a sí mismo un control, ese
control está determinado por la sociedad que habita, él ha sido parte de un
círculo que lo rechazaría al aceptar su homosexualidad, por eso pide a HP que
oculte la verdadera relación que los une. Subordinando la homosexualidad a un
plano que no sale a la luz pública, permanece en silencio, subyugada a los
deberes de un sujeto que habita en esa sociedad heteronormativa.
La opresión ubica las
masculinidades homosexuales en la parte más baja de una jerarquía de género
entre los hombres. La homosexualidad, en la ideología patriarcal, es la bodega
de todo lo que es simbólicamente expelido de la masculinidad hegemónica, con
asuntos que oscilan desde un gusto fastidioso por la decoración hasta el placer
receptivo anal. Por lo tanto, desde el punto de vista de la masculinidad
hegemónica, la homosexualidad se asimila fácilmente a la femineidad. Y por ello
–de acuerdo al punto de vista de algunos teóricos
homosexuales- la ferocidad de los ataques homofóbicos. La masculinidad gay es la masculinidad
subordinada más evidente, pero no la única. Algunos hombres y muchachos
heterosexuales también son expulsados del círculo de legitimidad. El proceso
está marcado por un rico vocabulario denigrante: enclenque, pavo, mariquita,
cobarde, amanerado, ano acaramelado, bollito de crema, hijito de la mamá, oreja
perforada, ganso, floripondio, entre muchos otros. Aquí también resulta obvia
la confusión simbólica con la femineidad. (Connel,
1997: 13)
En cuanto a la representación de las
masculinidades disidentes en la dramaturgia chilena, en el año 2001 Andrés
Pérez Araya escribe y dirige La huida, que centra su historia en la
persecución a los homosexuales entre los años 1927-1932. Es la historia de
Manuel un botillero y su amante, un joven de clase popular; quienes se
enfrentan a la realidad producto de la persecución de las brigadas de
saneamiento en contra de los homosexuales, del fascismo ordinario que surge en
el pueblo, producto del miedo sustentado por la ideología imperante[5].
Por tanto, H.P. (Hans Pozo) no es la primera obra que tematiza la
homosexualidad, sin embargo, es destacable que establece un cruce entre
homosexualidad y crimen en la escena dramatúrgica posdictatorial
chilena, que a su vez es un diálogo con obras como La Huida de Andrés
Pérez.
En un grupo social se dan calificativos a
los sujetos que actúan desestructurando el sistema, individuos que son
expulsados del centro por su comportamiento. Las significaciones utilizadas en
contra de esos sujetos y los tratos que reciben de parte del grupo dominante
actúan en EL HELADERO, deteniendo su comportamiento y evitando ser tildado de
“maricón”, siendo la razón por la que oculta la relación homosexual que
mantiene con el “taxi-boy”. En la sociedad imperante
a comienzos del siglo XXI en Santiago de Chile, un hombre prefiere suicidarse a
ser descubierto en una relación homosexual, conociendo los imperativos sociales
que han actuado de manera cruel en contra de los individuos que se han revelado
contra la normatividad impuesta. EL HELADERO no asume libremente la
homosexualidad y, en cambio, prefiere reprimirla. EL HELADERO siente por HP un
deseo sin precedentes en su vida, una obsesión que lo lleva a pagar por su
cuerpo, pese a que éste lo acepte sólo porque es su cliente: “Yo sé que sólo me
tocas el culo porque ahí está mi billetera. Aun así, me gustas, HP” (70).
EL HELADERO se enfrenta a sí mismo y a sus
deseos que comienzan a controlar sus acciones. La desesperación surge al no
encontrar a HP. La representación de un sujeto de rasgos obsesivos se puede observar
en el texto al repetir constantemente algunas ideas, como el loco que encerrado
en sí mismo repite una y otra vez un mismo movimiento. Esa obsesión, ese
impulso irrefrenable, es representado por la repetición de algunos textos en
los monólogos como una especie de coro que hace eco en el espectador:
Si no te encuentro en los próximos
días
Yo no sé qué hago
Yo no sé qué te hago
Yo no sé qué me hago
Yo no sé qué nos hacen (70)
El amor que siente EL HELADERO, sus
contradicciones con la sociedad a la que pertenece y las desapariciones de HP,
confluyen en los actos que provocarán un desenlace cruel y violento.
Declarar que estamos fuera del
confinamiento de la sexualidad oculta suele ser liberador desde el punto de
vista personal, pero implica tanto reconocer la centralidad de la
heterosexualidad como reforzar la marginalidad de quienes todavía están dentro.
En suma, es imposible desplazarse totalmente fuera de la heterosexualidad. (Spargo, 2004:61)
Los cambios se producen en la vida
institucionalizada de EL HELADERO y también, el deseo de huir de una sociedad
heteronormativa que lo condiciona a actuar validando las costumbres y cultura
de una nación en que imperan instituciones, como la familia, que reafirma una
identidad que se aleja de lo que verdaderamente es como individuo: EL HELADERO
es homosexual y está atrapado en un círculo social que no entendería la
relación con HP.
Seamos refugiados en una patria
sólo para dos asilémonos abrazados allá donde nos hagan preguntas raspemos,
porque allá ya sabrán las respuestas fuguémonos, seamos prófugos,
indocumentados, espaldas mojadas… Una vez nos sacamos una foto en el cerro san cristóbal escaneada le hice algunos arreglos ven, que ahora
caminaremos sin vergüenza con la frente alta, con el pecho erguido, con el
rostro hecho sonrisa con nuestros destinos fotoshopeados…
Y de la mano frente al mundo. (70-71)
En el monólogo citado podemos identificar
las marcas de una sociedad que reprime a quien no actúa de
acuerdo a las normas morales establecidas por la mayoría. EL HELADERO
está determinado por un cuerpo, por unos genitales que son indicios de lo que
debe representar en un grupo humano estructurado de acuerdo a
los imperativos sociales. Este hombre de familia prefiere ocultar la
homosexualidad, pero se enamora de un prostituto. Su propuesta es cobarde, él
no puede aceptar sus inclinaciones sexuales y quiere huir con el hombre que
ama, escapar de una sociedad que lo condenaría a la marginalidad.
Según Lionel Brossi
(2010), el género, aceptado como un concepto sociológico, deviene en norma y el
Par se instituye (7). Así, se institucionaliza al hombre y la mujer como el Par
dominante, esa norma que ha transgredido EL HELADERO. EL HELADERO ha sido
definido por su cuerpo como un hombre heterosexual, sin embargo, el destino o
la casualidad han terminado por definir su personalidad y no de la manera que
la sociedad indica. Es un hombre que tiene una forma de sexualidad diferente a
la impuesta por la moralidad de la época que habita.
Resignificaciones de la identidad
ponen en duda los preceptos de lo seguro, el control social de lo real o lo no
real como opresión de los cuerpos. Lo irreal es lo inhumano y hay categorías
identitarias que son consideradas por la normativa heterosexual como tal, como
si la existencia de algun*s opacase el reflejo del
agua en la que nos miramos. Cómo se debe transitar este suelo para ser humano.
Practicas inteligibles con el sello de la norma permanecen implícitas y
normalizan el campo social, definiéndonos en relación a
ellas, sin poder ampliar el campo de batalla, donde nada es menos cierto que su
contrario. Insistir en el Par cuando nos referimos al género, en el adentro y
en el afuera, no hace más que naturalizar lo hegemónico, esa forma reguladora
del poder, o el poder de lo inconfeso. (Brossi, 2010:
7)
La identidad se forja de
acuerdo a los preceptos impuestos por la sociedad, eso implica una forma
de control y opresión de los cuerpos: el cuerpo de EL HELADERO ha sido moldeado
por aquellas categorías que lo indican como un hombre heterosexual: empresario,
padre, esposo y funcionario municipal. Esas características lo hacen un ser
humano catalogado en la norma impuesta. Sin embargo, a su identidad antes
caracterizada, se le suma la condición de homosexual. Al ser definida como
anormal, está en el plano de lo inhumano, lo inconfesable; aquello que el campo
social quiere ocultar, neutralizar y mantener al margen.
EL HELADERO quiere cambiar su destino y
enfrentar con HP al mundo, sin embargo, el “taxi-boy”
es sólo un cuerpo que se vende por horas y no tiene intenciones de formar una
pareja con su cliente. La desilusión y el abandono actúan sobre EL HELADERO que
sólo desea encontrar a su HP. Obsesionado y enamorado busca al “taxi-boy” hasta acabar con él, hasta poseer su cuerpo,
descuartizarlo y repartirlo por partes en una ciudad. La crueldad con la que
actúa, la brutalidad, el crimen pasional espeluznante y metódico, lo deja fuera
de lo humano. La muerte de HP no es un acto irracional, es un homicidio
planeado. Cada movimiento está condicionado para causar un efecto en la
sociedad, esa misma sociedad que lo condenó a una sexualidad reprimida, y que
ahora está representada por el espectador.
[…] voy a darles el homicidio más personal de
todos. Voy a hacerles creer que aquel que mata, es quien más odia, cómo podrían
sospechar de quien más ama. Veo CSI todas las noches, con mi mujer durmiendo al
lado […] un crimen perfecto debe ser brutal, ¿de qué otra forma podría ser una
despedida? Debe ser arrebatador. Debe ser disgregado en partes, que sea una
epopeya encontrarlo, tal como a mí me costaba semanas volver a encontrarlo […]
a ver si así también se enamoran de él cuando lo conozcan […] voy a convertirte
en el juan tenorio de la medicina forense, en el burlador sevillano de la
crónica roja, en el más político de los desaparecidos. (76)
EL HELADERO hace alusión a su esposa, la
mujer que duerme a su lado mientras él planifica la muerte del joven que ama. El
amor se torna violento y EL HELADERO planifica en su psiquis el crimen, un
crimen mediático, la escena que se configura en el cerebro del victimario es
sin precedentes, el descuartizamiento de HP.
EL HELADERO representa el poder y, al ser
el cliente, puede esperar de HP cierta sumisión. Pero HP está al margen de la
sociedad y no obedece las órdenes de un homosexual reprimido. HP es libre y
dispone de su cuerpo sin importar las normas establecidas por la sociedad dominante,
le gusta escandalizar y su destino ha sido trazado por la exclusión, “es el
distinto”. Rubio entre morenos, “taxi-boy” entre
travestis y prostitutas, no se cuestiona el ser “diferente” sino que lo acepta
y utiliza su cuerpo como una herramienta de trabajo. Esa es la diferencia que
lo separa de EL HELADERO y que éste no logra asimilar. Para HP, él siempre será
un cliente y sólo será un trabajo. Su objetivo es el dinero para comprar pasta
base y mantener a su familia. EL HELADERO en cambio, ve en HP el sujeto con el
que desea compartir su vida. Es por esto que se
enfrentan, la relación entra en crisis y se desencadena la violencia.
La violencia perversa aparece en
los momentos de crisis, cuando un individuo que tiene defensas perversas no
puede asumir la responsabilidad de una elección difícil. Se trata de una
violencia indirecta que se ejerce esencialmente a través de una falta de
respeto. (Hirigoyen, 1998: 23)
Esa violencia que aparece de manera sutil
y la perversión que presenta EL HELADERO, comienzan a generar miedo en HP. La
crueldad comienza a aflorar en EL HELADERO y no puede aceptar que HP no sea un
sujeto sumiso. Al contrario, sabe que en cualquier momento el “taxi-boy” puede revelar su homosexualidad oculta. HP puede
romper el secreto y surge la desconfianza. Aparece la perversidad del cliente
que necesita poseer el cuerpo-objeto que compra. La relación entra en crisis
ante la búsqueda constante del objeto del deseo (EL HELADERO busca a HP) y la
utilización de HP (el chantaje): utiliza el secreto que comparten para
conseguir dinero, lo amenaza hasta que se desencadena la violencia y la
crueldad en el Round 12 “Lección de anatomía”:
Primero la cabeza. Dos disparos en
la nuca. Se oye reventando un saco de agua, de sangre, de sesos. […] hay partes
del cuerpo sumamente blandas. Esa de ellas es la nariz. Se la arrancamos de
cuajo, con torpeza de cuchillo cartonero. Ahora espantan las capas de sebo bajo
la piel, los nervios que tiemblan por acto reflejo. No sabrás nunca lo duro que
es cortar una cervical […] Es un pequeño triunfo. Llegar a tu centro mismo, HP.
[...] Ese cuello que tanto amé ya no se parece en nada a este que degüello. Te
empiezo a mirar y no te reconozco. Va a ser la única forma de olvidarte. Ya sé
que todo eso que borbotea adentro mío se llama despecho. Ya sé que todo eso en
español se llama rabia. Tomo el cartonero y hago un corte en tus tatuajes. […]
deshollejo tu primer tatuaje. Y lo deshollejo con una rabia que se parece tanto
al talento artístico. En la segunda capa de tu piel sigue el dibujo, como una
sombra obstinada que sigue dejando huella. […] siempre me encantó tu olor, HP.
Y ahora en tu cuerpo muerto yo no huelo a sangre ni a carnes muertas ni a
nervios profanados. Tengo en mi nariz tu último aroma humano. Siento respirando
tu último olor a miedo HP. […] ¡Córtenle los brazos y las piernas! Y ellos se
lanzan sierra en mano a cortarte miembros los cuatro y te abren de brazos y te
abren piernas y te dejan por un instante como un hombre de Vitrubio […] ¡qué
blanda es la carne humana. Que blanda que parece débil!
[…] me entregan tu brazo y miro tu mano […] y le borro la identidad particular
con el corta cartón que se hunde en tus yemas […] te estoy dividiendo, HP. Y
empiezo a no reconocerte del todo. Y decido hacer yo mismo el corte en el
estómago, como un harakiri inverso sin honor sin moral sin decencia. Y las
vísceras se vienen de golpe contra el suelo como cataratas chorro de llantos.
[…] y ya no razono. Y respondo a ese deseo carnal, inmundo en esta puesta en
escena […] rebánenle las nalgas […] esas nalgas blancas que ahora parecen
niebla. Y siento deseos de cortarme las manos yo por ese impulso infame de
tocarte aún con deseo eros. Y me niego lo niego te niego. Tres veces te niego.
Ahora los genitales, ordeno. […] ser cruel es como un tic nervioso.
(79-81)
La crueldad presente en EL HELADERO
responde a la necesidad de explicar un amor imposible, de rebelarse contra la
sociedad cometiendo un crimen que los sistemas imperativos no podrán detener.
El cuerpo-objeto es descuartizado y entregado por partes. La crueldad ejercida
en contra de la víctima es observada por el espectador. El Teatro de la
Crueldad, término acuñado por Antonin Artaud, es
pertinente para identificar los rasgos que tiene la obra dramática HP (Hans Pozo) de Luis Barrales y la
propuesta para un teatro cruel. El impacto de un crimen brutal es superior en
una condición teatral, como expone Artaud. En tanto, Brecht asegura:
Para representar nuestras obras
buscaremos y construiremos caminos y aprenderemos a llenar los teatros con
gente cuyas concepciones estén de acuerdo con nuestro tiempo y cuyos
sentimientos sean frescos y limpios. Lo único que ha permanecido inalterable en
el teatro de todos los tiempos ha sido su efecto; pero ese efecto se ejerció
sobre gente siempre distinta y en forma siempre distinta. Al estudiar nuestros
efectos no olvidemos que es preciso renovar el material humano y que, para
alcanzar el efecto teatral, será necesario modificar el teatro hasta el punto
de que la denominación actual de “teatro” apenas conserve su validez. Tendremos
que preguntarnos incesantemente cómo ha de ser el teatro para que tenga algo
que decir en esta época (que no se diferencia menos de otras épocas de lo que
cualquier época de diferenció de otra época). Nuestro único criterio debe ser
nuestro propio placer, el placer que experimentamos a través del teatro.
Debemos ignorar a quienes nos acusan de no ser representativos, a quienes
califican nuestra manera de divertirnos de privada e individual; debemos hacer
oídos sordos a esas imputaciones porque es nuestra única posibilidad de
conseguir nuestra propia audiencia. (Brecht, 1963: 35)
Según Artaud, el drama debe preocuparse de
personajes famosos, HP es Hans Pozo Vergara, reconocido por la opinión pública.
El drama debe concentrarse en crímenes espeluznantes. EL HELADERO descuartizando a HP es una escena espectacular que, en las
condiciones teatrales —con fuerzas mágico-ceremoniales subyacentes en la poesía
escénica— explicitadas por Artaud, impactaría mucho más al espectador que la
historia narrada en los discursos periodísticos.
[…] el drama se [concentra] en
personajes famosos, crímenes espeluznantes, devociones sobrehumanas, sin
recurrir a las imágenes secas y muertas de antiguos mitos, pero con la
necesaria fuerza para revelar lo que se agota en ellos. En pocas palabras, sostendremos que en la
poesía subyacen fuerzas vivas, y que la escena de un crimen ejecutado en
condiciones teatrales adecuadas tiene una mayor intensidad para el espíritu que
su ejecución en la realidad. (Artaud 84)
La ejecución en escena debería ser mucho
más rigurosa y exacta, más cruel y, por lo tanto, más intensa. “La lección de
anatomía”, monólogo que explica el crimen paso a paso por su victimario, va
dando las razones de cada corte transformando la escena en una cruel y
despiadada carnicería de un ser humano. Barrales lo hace por medio de una
textualidad en la que subyace una ideología que predomina en una sociedad
heteronormativa dejando al descubierto fisuras, marcas o huellas que delatan
los prejuicios de un país. EL HELADERO es el criminal que destruye su entorno y
cambia su historia. Su final expresa su rebeldía en contra de todos con una
violencia despótica: descuartiza al objeto de su amor y luego se suicida.
En efecto, ¿qué es, después de
todo, un criminal? Un criminal es quien rompe el pacto, quien lo rompe de vez
en cuando, cuando lo necesita o lo desea, cuando su interés lo impone, cuando
en un momento de violencia o ceguera hace prevalecer la razón de su interés, a
pesar del cálculo más elemental de la razón. Déspota transitorio, déspota por
deslumbramiento, déspota por enceguecimiento, por fantasía, por furor, poco
importa. A diferencia del criminal, el déspota exalta el predominio de su
interés y su voluntad; y lo hace de manera permanente. Es un criminal por
estatuto, mientras que el criminal es un déspota por accidente. (Foucault,
2000: 95)
La violencia es ejercida en contra de HP,
una víctima del sistema social que no tuvo la oportunidad de situarse en la
sociedad imperativa y permaneció al margen de ella actuando en contra de sus
normas. EL HELADERO en cambio, un individuo que ha aceptado la normatividad,
que ha colaborado en los imperativos sociales formando una familia tradicional,
se transforma en un ser cruel, despiadado, que en un momento de excesiva
violencia es el criminal que rompe el pacto con la sociedad, la enfrenta por
excesiva lucidez o por un enceguecimiento temporal. Y tal como expone Foucault
¿qué es un criminal o un déspota? ¿Es EL HELADERO el déspota o es la sociedad
la que lo condiciona transformándolo en un déspota?
Conclusiones
HP (Hans Pozo)
invita al lector/espectador a ser parte de escenas macabras ejecutadas en la
vida real, y así provocar en él la necesidad de ser un sujeto de acción en el
mundo. En la textualidad del drama o en la teatralidad escénica del autor se
evidencian las huellas de una sociedad profundamente desigual, que da origen a
la crueldad y deshumanización con la que actúa el ser humano en un momento
determinado atacando a sus congéneres. En la obra dramática analizada, es el
empresario, que usando el poder que ostentan se apropia de un joven cuerpo
humano transformándolo en objeto de sus deseos. La investigación policial es
paupérrima y no dan con la familia del joven descuartizado, ni mucho menos con
el criminal. Finalmente, es un reo quién reconoce a la víctima por un tatuaje
que el asesino no cercenó. La crueldad y la deshumanización atraviesan la obra
tanto como una radiografía de nuestra sociedad como en la metateatralidad
expuesta por el ACTOR que debe interpretar a HP en una obra dramática que,
según la DIRECTORA, es un sincretismo en Brecht y Artaud (60).
El autor ha fijado su atención en la
fragmentación como un artificio efectista que obliga a reunir los pedazos de
una historia ampliamente difundida en los medios de comunicación. Las escenas
no siguen un orden cronológico, por el contrario, los sujetos deambulan en los
espacios, rompen la secuencia lineal dramática y se apropian de los discursos. Son
los cuerpos humanos descuartizados, agotados, destruidos, de una crueldad
llevada al extremo que sugieren una metáfora para el teatro del sistema
sociopolítico y económico de nuestro siglo en Chile.
Barrales Guzmán, por medio de monólogos
nos introduce en una obra dramática que posee heterogeneidad lingüística, y,
además, requiere conocimientos filosóficos, científicos, históricos y
literarios para comprender las citas y metatextos que
enuncian los personajes. Asimismo, mezcla el lenguaje culto y popular para
configurar la historia del descuartizado de Puente Alto. Propone un paralelismo
entre la creación de la obra dramática dentro del texto y la inclusión de la
marginalidad en el plano teatral utilizando un caso de la vida real.
Es pertinente volver sobre Brecht (37),
para no olvidar que el espectador debe discutir los personajes y qué mejor
discusión se puede generar en torno a los personajes que representan a sujetos
que habitan nuestro tiempo: jóvenes que pululan en condiciones lamentables
buscando una oportunidad para sobrevivir en esta sociedad. Y porque no somos
libres es que el cielo puede caernos encima, indica Artaud, y en ese delirio
por dar cuenta de la crueldad del ser humano es que el teatro nació para
enseñar a los hombres los conflictos sociales, políticos y culturales que
transitan en nuestra historia y habitan nuestro territorio.
La obra HP (Hans Pozo) fue
estrenada por Teatro La Nacional en Santiago el 6 de septiembre de 2007 en el Teatro
del Puente y ha sido estrenada a lo largo de todo Chile y que sigue teniendo
consecuencias creativas por su impacto en la audiencia. Además de ser una obra
que se posicionó transmedialmente al ser adaptada y
tomada por fragmentos en nuevas creaciones colectivas locales.
En síntesis, podemos identificar
mecanismos represivos aplicados a los homosexuales. La heteronormatividad que
subyace en la textualidad de la obra dramática y el hombre que no reconoce su
homosexualidad por miedo a ser diferente en una sociedad normativa.
La sociedad hegemónica ha impuesto a un
hombre y a una mujer como el Par (Brossi, 2010)
dominante, olvidando por completo todas las posibles sexualidades que existen y
que merecen ser libres en un estado de derecho. Esa dominación que se ejerce en
contra de los homosexuales, los condiciona a formar
parte de un mundo heteronormativo tomando decisiones en que su cuerpo queda
subordinado a una sociedad con reglas impuestas por el grupo dominante.
Finalmente, la crueldad con la que actúa
EL HELADERO es lúcida. Él tiene calculado cada movimiento para convertir a su
HP en el más buscado, en el más desaparecido de los políticos. Por lo tanto,
tal y como expone Artaud, no habrá crueldad sin conciencia. Barrales logra
llevar a escena una historia de características universales en cuanto tópicos,
pero también consigue hacer un texto dramático, cruel, despiadado y lúcido, la
crueldad con que actúa EL HELADERO es motivada por la sociedad que no aceptará
su condición. Esa sociedad que ahora como Espectador es llevada al centro del
espectáculo; un espectáculo espeluznante.
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https://diario.uach.cl/estreno-de-la-obra-hp-hans-pozo/
[2] https://finde.latercera.com/teatro/h-p-hans-pozo-ir-a-ver-la-obra-teatral-que-se-inspiro-en-un-macabro-asesinato/
[4] Unión
Demócrata Independiente es un partido político chileno de derecha, fundado como
movimiento político en 1983 por el abogado, político y profesor universitario
Jaime Guzmán.
[5] https://www.grancircoteatro.cl/obras/la-huida/
Revisada el 13 de septiembre 2022