SER MUJER MAYOR Y HABITAR LA CIUDAD EN AMÉRICA LATINA. UNA REVISIÓN SITUADA Y CRÍTICA.

BEING AN OLDER WOMAN AND LIVING IN THE CITY IN LATIN AMERICA: A SITUATED AND CRITICAL REVIEW.

 

Jennifer Diana Brito Pacheco, Juan Mansilla Sepúlveda

Universidad Austral de Chile y Universidad Católica de Temuco

Resumen

El manuscrito estudia las categorías de género y edad en las ciudades latinoamericanas a partir perspectivas teóricas provenientes de la gerontología, geografía y urbanismo feminista. Así, presenta las implicancias de habitar la ciudad desde el ser mujer, la feminización del envejecimiento y la etapa de la vejez, temática relevante y contingente asociada al incremento de las tasas de longevidad. Sin embargo, vivir más revela las diferencias ineludibles de dicho proceso entre hombres y mujeres, junto a las desigualdades acumuladas en los cursos de vida de estas últimas. Estos se presentan en un espectro entre las oportunidades o barreras a la participación y desarrollo de sus vejeces. El método corresponde a una revisión de literatura y tiene como propósito conocer cómo las categorías de género y edad se presentan en los espacios urbanos de las sociedades latinoamericanas. Los principales hallazgos encontrados versan sobre las implicancias socioculturales del género y la edad, las múltiples desigualdades que viven muchas mujeres en las ciudades a lo largo de su vida y que se incrementan en la vejez, el impacto del Covid-19 en sus espacios cotidianos e intenta aportar con miradas reflexivas compartidas desde el feminismo y la interseccionalidad.

 

Palabras clave

Mujeres-mujeres mayores-ciudades y entornos urbanos-América Latina.

Abstract

The manuscript studies the categories of gender and age in Latin American cities from theoretical perspectives from gerontology, geography and feminist urbanism. Thus, it presents the implications of inhabiting the city from being a woman, the feminization of aging and the stage of old age, a relevant and contingent theme associated with the increase in longevity rates. However, living longer reveals the unavoidable differences in this process between men and women, together with the accumulated inequalities in the life courses of the latter. These are presented in a spectrum between the opportunities or barriers to the participation and development of their old age. The method corresponds to a literature review and its purpose is to know how gender and age categories are presented in the urban spaces of Latin American societies. The main findings found deal with the socio-cultural implications of gender and age, the multiple inequalities that many women experience in cities throughout their lives and that increase in old age, the impact of Covid-19 on their everyday spaces and tries to contribute with shared reflexive views from feminism and intersectionality.

 

Keywords

Women-older women-cities and urban environments-Latin America.

 

 

 

1. introducción

 

La urbanización ha avanzado estrepitosamente en las últimas décadas originando que la mayoría de la población habite las ciudades y se prevé que antes de alcanzar la mitad de este siglo esta cifra se duplicará (Banco Mundial, 2020). Dicha realidad la había anticipado Pierre George cuando se refería al concepto de imperialismo urbano (George, 1982).

            Esta concentración en áreas urbanas ha estado acompañada de un incremento de la esperanza de vida, fenómeno visible en los espacios públicos y privados en donde se aprecia la convivencia de personas de diferentes grupos etarios. Es más, muchas de ellas superan los 60 años y a medida que transcurre el siglo se observan seres humanos que celebran sus cumpleaños 80, 90 y ¿por qué no? llegar a los 100 años. Esta imagen era impensada en siglos precedentes y desafía a promover la vida urbana como derecho, generando adaptaciones en los vecindarios, viviendas, lugares públicos, infraestructura, entre otros (Ballesteros García & Jiménez Blasco, 2016).

 Sin embargo, el envejecimiento y la vejez no son constructos neutros. A pesar de los avances en materia de reconocimiento y consagración de derechos humanos de las personas mayores continúan existiendo miradas o creencias edadistas y acciones discriminatorias por edad (Rodó-Zárate, 2021). Por ejemplo, en Chile, la sexta encuesta de inclusión y exclusión social del adulto mayor descubrió que el proceso de envejecimiento y la vejez no han sido valorados. Es más, muchas personas quieren evadir está realidad. Esto denota prejuicios y creencias negativas que podrían transformarse en acciones de discriminación (Arnold et al., 2021). 

Así, la vejez encajonada y presentada como una etapa final, es aislada de su asentamiento biográfico. Sin comprender que se constituye en el cúmulo de situaciones favorables o desfavorables que han constituido a las personas en su curso o trayectoria vital. Como menciona la psicóloga colombiana Elisa Dulcey (2015, 2018) “vivimos envejeciendo”, aunque se quiera silenciar su reconocimiento y con ello la propia finitud del ser humano (Baars, 2017; Freixas & Regàs, 2018). Posiblemente esto se explica por una modernidad tardía que ha intentado borrar el proceso de envejecimiento a partir de los valores de la cultura de la juventud, la productividad, el consumo, el mercado, el individualismo y los planteamientos anti-envejecimiento (Baars, 2017; Le Breton, 2002).

En el caso de las mujeres mayores (en adelante MM) habitar la ciudad tiene diferentes connotaciones socioculturales, las cuales se han desarrollado sobre las categorías de género y edad. En otras palabras, ambos conceptos obedecen a la manera específica en que cada sociedad en un momento histórico determinado ha creado definiciones, marcos simbólicos, asignado valoraciones, roles, expectativas y normas sobre lo aceptado o no para cada una de ellas (Ramos, 2016). 

A partir de estos argumentos nace la siguiente investigación que se pregunta por

¿Cómo se presentan las categorías de género y edad en las ciudades latinoamericanas?. Para responder esta interrogante se realiza una revisión de literatura y se consideran pertinentes los aportes teóricos de la perspectiva de género, la gerontología, geografía y el urbanismo feminista. Estos son escogidos porque tensionan el ser MM, las relaciones de poder que tejen a su alrededor (generalmente sin ellas), las construcciones socioculturales que las han definido, los mandatos patriarcales y los espacios invisibles de las ciudades en los que se espera desarrollen sus vidas. Pero también entregan opciones de esperanza, que desde la mirada de los autores contribuyen a vivir una vida más plena: el apoyo entre mujeres, la participación en la vida social el diálogo entre las diferentes disciplinas implicadas en el envejecimiento y la vejez, la constatación de la diversidad de vejeces y de que esta etapa como una de las más largas de la vida hay que vivirla acorde a la esencia y recorrido de cada MM (Col-lectiu Punt 6, 2019; Danel et al., 2019; Dulcey, 2015; Falú, 2020).

Por consiguiente, el escrito se divide en cuatro partes incluyendo esta introducción y la contextualización de la problemática. Luego se explica el método utilizado y los procedimientos que se realizaron. Posteriormente, se muestran los principales hallazgos en la literatura escogida e interpretada acorde a la pregunta de estudio. Finalmente, se realizan reflexiones finales.

 

1.1.   contextualización

En América Latina y el Caribe la urbanización alcanza el 80% de la población con diferencias entre los países. Esta concentración demográfica emerge desde la contingencia de habitar un territorio cercano a las actividades productivas industriales o de servicios. Así, los desplazamientos de población surgen desde el campo a la ciudad, entre ciudades y actualmente de las migraciones entre países vecinos (Huenchuan, 2018; Montero y García, 2017).

            Por su parte, el envejecimiento demográfico ha ocurrido velozmente y diversos países de la región presentan indicadores de envejecimiento con porcentajes similares a las tasas nacionales (Huenchuan, 2018). Estas proyecciones indican que la longevidad irá rápidamente tomando terreno hasta alcanzar y superar los grupos de los adolescentes y jóvenes. También se espera un incremento importante de personas que superen los 80 años a corto y mediano plazo asociado al avance de la ciencia y la tecnología (Organización Mundial de la Salud, 2021).

En palabras de Montero y García (2017) en la región se produce una “doble transición urbana y demográfica” (p.9). Mientras que para Huenchuan (2018) si bien ha ocurrido una mayor concentración de las personas mayores en las áreas urbanas, no es menos cierto que en muchos países el campo se ha visto envejecido tempranamente. Situación originada por el abandono de las generaciones jóvenes o por el retorno de las personas longevas una vez conseguido el retiro laboral. En este escenario, las ciudades como producción simbólica y cultural se presentan de manera diferenciada de acuerdo con el género y la edad. Como se mostrará en los siguientes apartados.

 

2. método

 

Se realiza una revisión de literatura que considera los siguientes procedimientos o pasos: 1) búsqueda de artículos, revistas y libros vinculados a los siguientes conceptos: mujeres y ciudad, perspectiva de género, envejecimiento y urbanismo en América Latina, feminización del envejecimiento y vejez. En esta indagación inicial en buscadores google académico, Elsiever, páginas oficiales de organismos internacionales (CEPAL, ONU, OMS, SENAMA) se obtienen 160 escritos y ocho libros. Luego, los documentos digitales son archivados en una carpeta de computadora y administrados con el gestor gratuito de referencias bibliográficas Zotero; Posteriormente, se realiza una lectura inicial de los resúmenes o introducción de los textos para observar su pertinencia para el estudio. Como criterio de inclusión en esta etapa se considera a) que el año de publicación abarque un período no superior a 10 años, b) que en una primera lectura se identifique el objeto de estudio, c) que los textos sean escritos en idioma español, preferentemente en América Latina o España, e) que la línea teórica de los textos se vincule con la perspectiva de género o las teorías feministas, principalmente desde la gerontología, urbanismo y geografía feminista; 4) Finalmente el corpus queda conformado por 35  textos que son analizados a través de su lectura y relectura tomando nota sobre sus principales aspectos, para luego ser comparados entre sí. Esto permite observar elementos convergentes y divergentes que desde la interpretación de los autores enriquecen los temas y responden a la pregunta de investigación. Para presentar estos hallazgos se elaboran cinco categorías o temas por medio de la escritura y reescritura de estas. Estas categorías fueron las siguientes: 1) la feminización del envejecimiento y la vejez en América Latina, 2) la feminización del envejecimiento y la perspectiva de género, 3) ser mujer y habitar la ciudad, 4) ser mujer mayor y habitar la ciudad de América Latina y 5) Ser mujer mayor y habitar la ciudad en Chile.

 

3. Hallazgos

 

En el siguiente apartado se profundizan cada uno de los temas acorde a la literatura, análisis y reflexión de los autores.

 3.1.  La feminización del envejecimiento y la vejez en América Latina

Un aspecto relevante en el envejecimiento latinoamericano es su feminización o la mayor prolongación de la vida en las mujeres superando en muchos casos los 80 años. Al respecto se han originado explicaciones fragmentadas que intentan responder a esta cuestión desde componentes biológicos, afectivos, relacionales, conductas de riesgo, estilos de vida y hábitos. Aunque para obtener una respuesta profunda al respecto resulta relevante la combinación y los matices de estos elementos. Más aún, es imprescindible incorporar las diferentes experiencias y entornos de los cursos de vida de las mayores (Freixas & Regàs, 2018).

  La acumulación de años por sí misma no resulta homologable al bienestar y es precisamente en la vejez cuando muchas de las desventajas biográficas de las mujeres se hacen visibles. Por ejemplo, las deficiencias nutricionales vividas en la etapa de la infancia, el nivel de escolaridad alcanzado, las extenuantes jornadas laborales, el trabajo de cuidado y doméstico 24/7 presentan implicancias en la calidad de vida de las mayores (Freixas & Regàs, 2018). 

            Además, la vejez conlleva cambios en todas las esferas de la vida y una de ellas se asocia al envejecimiento biológico como una posibilidad real de sufrir enfermedades, algún grado de dependencia o pérdidas afectivas como la muerte de seres queridos (Freixas & Regàs, 2018). Aunque reducir la longevidad a definiciones de detrimento o sabiduría parecen arbitrarios y homogeneizantes por lo extenso de la etapa de la vejez y por las diferencias en las vidas y entornos de las MM.

 

 

 

3.2.   La feminización del envejecimiento y la perspectiva de género

Dulcey (2015) señala que desde la constatación de las diferencias entre hombres y mujeres en la década de los años 80’ la perspectiva de género ha ganado terreno. Principalmente porque “busca una relación cada vez más equitativa” (p.308) para promover transformaciones en políticas públicas cambiando el foco desde instancias aisladas a una permanente relación. Sin embargo, las transformaciones propias de la longevidad femenina, las resistencias y luchas contra el orden patriarcal se encuentran en un proceso de licuefacción, inestabilidad y escurrimiento (Dulcey, 2015).

       En otras palabras, muchos de los roles, comportamientos esperados y categorizados como femenino/masculino han iniciado un proceso de acomodación a las nuevas realidades históricas. Esta situación ya había sido planteada por Neugarten (1999) a mediados del siglo XX al tensionar los fundamentos de la división del ciclo de vida y proponer nuevos períodos producto de su alargamiento. En consenso Urbano y Yuni (2014) señalan que:

Los ideales de la cultura están en continua revisión, reactualización y resignificación. En esa tensión el sujeto está compelido a responder a las exigencias socioculturales y simultáneamente a aprehender de las interacciones y ritualizaciones, aquellos recursos y posibilidades que le permitan sostener su identidad y mantenerse integrado (p.65)

 

            Por ejemplo, en Uruguay se observa que las mujeres se preocupan de asistir a los centros de salud con una mirada preventiva. Mientras que sus compañeros-varones no realizan estas prácticas de autocuidado “por mandatos de género y formas de vivir la masculinidad” (Aguirre & Scavino, 2018, p. 51). Así, cuando recurren al personal médico sus dolencias, enfermedades o patologías son más severas.

            Otro aspecto interesante en este territorio es la coexistencia de “vejeces” que cuidan a otras “vejeces”. En esta lógica las mayores de los denominados grupos de tercera edad (65-75 años) cuidan a sus madres longevas. Esto les permite “sobrellevar” de mejor manera los cambios en la vejez y evitar la dependencia o la posibilidad de necesitar apoyos importantes para desarrollar actividades de la vida diaria. Aunque la tendencia de ser cuidada por sus hijas puede resultarles angustiante por la carga de cuidado que ellas mismas han vivido (Aguirre & Scavino, 2018), por la representación social y los significados subjetivos asociados a la pérdida de autonomía (Brito Pacheco & Silva Fernández, 2022).

            En México Ballesteros y Jimenéz (2016) señalan que otro elemento que contribuye a la heterogeneidad de “vejeces” es la jubilación. A pesar de que este marcador sociocultural en muchas trayectorias laborales de las mujeres no ocurre. Algunas de las razones que se han argumentado para explicar esta situación es la menor participación en empleos formales, largos tiempos dedicados al cuidado, crianza y las labores en el hogar, discontinuidad laboral y ahorro en la seguridad social, por mencionar algunos (Danel et al., 2019; Freixas & Regàs, 2018).

            En esta línea, diferentes estudios han señalado que los ambientes en que viven y se interrelacionan cotidianamente las personas mayores impactan sus cursos de vida en sus dimensiones físicas, psicológicas y relacionales (Cano Gutiérrez & Sánchez-González, 2019; Ossandón, 2019). Este aspecto será profundizado a continuación.

3.3.   Ser mujer mayor y habitar la ciudad

La relación género y urbe desde la modernidad ha estado marcada por dicotomías propias de la lógica dialéctica de este período. Así, por un lado, se representan las actividades femeninas como de tipo reproductivas desarrolladas en un mundo privado, principalmente en el hogar y se ejecutan a través del cuidado de otros seres humanos. En este escenario la afectividad y el trabajo doméstico se promueven como máximas socioculturales o mandatos. Por su parte, las acciones productivas son calificadas como masculinas, visibles y ejecutadas en el espacio público recibiendo una remuneración y reconocimiento social por ello (Col-lectiu Punt 6, 2019).

            El incremento de las ciudades europeas desde la revolución industrial y los primeros acercamientos de las mujeres al trabajo “formal” originaron nuevas representaciones sobre su papel en el espacio urbano. Así, aquellas que debían trabajar en las fábricas tenían menos tiempo para las labores domésticas por lo que se les cuestiona abandonar el hogar y la familia. Otras tantas, sienten inseguridad en las calles, producto del caos y vida de las urbes por lo que prefieren acercarse a la periferia. Por su parte, aquellas mujeres que se dedican al comercio sexual son demonizadas y vistas como culpables de los males de la época: la destrucción de los matrimonios, vectores de la inmoralidad y enfermedades (Kern, 2021).

            Suri (2017) señala que lo urbano y la ciudad no son lo mismo. El primer concepto es concebido por la autora como una posibilidad latente de ampliar y cambiar “las relaciones de poder entre hombres y mujeres” (p.162). Este otorga un abanico de formas de mirarse e imaginarse ya no sólo desde el hogar, los roles maternales y de cuidado. Por su parte la ciudad se ha diseñado bajo lógicas patriarcales que han invisibilizado a las mujeres o las ha relegado a espacios periféricos. Más aún los monumentos, edificios, el transporte se han pensado por y para hombres bajo lógicas heteronormativas, androcéntricas y la supremacía del hombre blanco (Kern, 2021)

            En la actualidad muchas de estas representaciones permanecen con matices y contextos diferenciados. Las ciudades se transforman en murallas materiales y actitudinales de la desigualdad. Esto ocurre principalmente entre aquellos grupos o colectivos que han sido calificados como proclives a experimentar discriminación o marginación. Las mujeres y especialmente aquellas pobres y “vulnerables” viven diversas situaciones de precarización por menores oportunidades laborales, educativas, de acceso a la vivencia e invisibilización de roles y actividades de su mundo privado. Tal es el caso, del cuidado de los miembros de su familia o las labores domésticas

(Ballesteros García & Jiménez Blasco, 2016; Col-lectiu Punt 6, 2019; Kern, 2021; Montero & García, 2017).

              Otra situación normalizada en Latinoamérica es la manifestación de diversos tipos de violencia que viven las mujeres a pesar de los acuerdos entre los países y acciones globales que se han realizado. Entre ellas, la Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe impulsada desde la década de los 70’ o la creación de los 17 objetivos de desarrollo sostenible para la Agenda 2030. Sobre este último, dos objetivos son interesantes para este estudio, primero el número cinco “lograr igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas” reconoce los derechos humanos y la relevancia de las mujeres en la sociedad, especialmente en los cuidados. Mientras que el objetivo 11 propone “lograr ciudades y comunidades sostenibles”, pues el urbanismo feroz ocurrido en los diferentes países del globo ha generado diversas consecuencias: problemas medioambientales, desigualdades, problemas de acceso a servicios, dificultades en seguridad alimentaria, entre otros (Gamez, s. f.).

            En este sentido, un acontecimiento relevante que tensiona estos acuerdos y las cotidianidades de las mujeres es la pandemia de Covid-19 iniciada el año 2019.   Las medidas de gestión sanitaria generan consecuencias poco favorables en la vida cotidiana de las mujeres y se profundiza la violencia. Así lo señala Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2020):

La violencia por razón de género contra las mujeres acontece en el ámbito doméstico y también en los espacios públicos, en el mercado laboral, en el marco de la participación política y comunitaria, en el transporte y en la calle, en la escuela y los espacios educativos y en el ciberespacio…además se entrecruza con otras formas de discriminación y desigualdades como las producidas en el mercado laboral, la falta de ingresos propios, o las dificultades para acceder a servicios básicos de calidad (p.3).

 

            Sobre ello, un punto importante es que no basta con la mera clasificación, enumeración o jerarquización de las situaciones de discriminación y violencia que viven las mujeres en las urbes. Ródo-Zarate (2021) señala que el enfoque de interseccionalidad entrega oportunidades de reflexión compartida que aportan a entender, investigar y trabajar en profundidad frente a estas situaciones. Por tanto, esta perspectiva trabaja en conjunto con otros marcos teóricos, intenta evitar las explicaciones hegemónicas aisladas, reconoce la diversidad de las experiencias humanas, los posicionamientos en los ejes de desigualdad, reconoce los contextos, destaca las emociones y propone los “relief map”. Estos son definidos como una “herramienta concreta que puede ayudar a comprender, analizar y visualizar dinámicas interseccionales de desigualdad que incluyan las emociones y lugares como factores centrales” (p. 195). Las desigualdades habitan un cuerpo (Brito Pacheco & Silva Fernández, 2022), pero también un entorno y espacio como será presentado a continuación.

 

3.4.   Ser mujer mayor y habitar la ciudad en América Latina

Habitar la ciudad y el espacio urbano se manifiesta como un desafío para muchas MM en América Latina. Una cantidad importante de mujeres vive condiciones difíciles desde la niñez (Ballesteros García & Jiménez Blasco, 2016). Su identidad territorial se ve impactada por urbes que “están cercadas,  fragmentadas,  privatizadas  y  muchas  de  estas  áreas  de  exclusión  social  corren  el  riesgo  de  convertirse en áreas de conflicto espacial y social entre las clases más débiles, las personas empobrecidas y migrantes sin colocación” (Boccia, 2020, p. 14). La gestión de las grandes fortunas y del capital financiero: moviliza, concentra, segrega y deshumaniza a las personas que interactúan en las urbes (Damiani, 2010).

            Al respecto, una investigación en 11 ciudades latinoamericanas menciona que las personas mayores consideran que los espacios urbanos contribuyen a su bienestar. Dentro de los elementos que más valoran se encuentran sus estructuras y dinámicas, entre ellas: los objetos presentes en la vía pública, el comercio, el medio ambiente, la posibilidad de desplazamientos y la seguridad. Es decir, los elementos materiales o las situaciones tangibles con qué se encuentran al salir de sus casas (Páramo et al, 2018). 

       Sin embargo, en estos mismos ámbitos señalan sentirse pocos satisfechas las MM, probablemente porque muchas de estas acciones o construcciones no incorporan sus miradas, necesidades, particularidades e intereses, ya que siguen la lógica androcéntrica, capitalista y homogeneizante (Boccia, 2020; Rich, 2019). 

 

 

3.5.   Ser mujer mayor y habitar la ciudad de Chile.

En Chile existen desigualdades estructurales (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, 2017) que han alimentado y favorecido la fragmentación de las ciudades, la especulación inmobiliaria, la crisis climática, las privatizaciones del espacio, y la falta de planificación urbana (Boccia, 2020). La gran centralización territorial de las fuentes laborales, servicios sociales o prestaciones públicas ocasiona el traslado diario o semanal de las personas mayores a las capitales regionales de carácter urbano (Sánchez, 2015).

En este escenario las MM, son quienes a lo largo de sus cursos de vida históricamente han tenido menores oportunidades en salud, educación, empleo, puestos de poder, precarias jubilaciones (Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, 2017) e incluso menores posibilidades en la autodeterminación de sus proyectos de vida. 

La movilidad es un tema relevante para la concreción del derecho a la ciudad de las mujeres y así también de las mayores (Falú, 2020). Principalmente porque puede ser entendida como desplazamiento frecuente por los diversos entornos de las personas mayores. Es decir, la movilidad es la acción no solo de llegar a lugares de la urbe, sino que es una oportunidad real y significativa para que las mujeres puedan generar redes socioafectivas, comunitarias, de apoyo, que se sientan más valoradas e incluidas en sus barrios, comunas y ciudades.

En caso contrario, al no poder desplazarse por la urbe acorde a sus intereses, voluntad, autonomía, autodeterminación y necesidades se corre el riesgo de que se sientan confinadas al ámbito privado (Garrocho & Mata, 2021). En otras palabras, creando una burbuja individual o familiar, ya que en muchas ocasiones las mujeres viven en sus hogares en solitario: por opción personal, la viudez, la pérdida de amistades, la partida de sus hijas e hijos, por mencionar algunos (Freixas, 1997; Yuni & Urbano, 2009). Muchas además viven en situación de pobreza y los costos de traslado no siempre pueden ser financiados, por lo que el aislamiento se torna una imposición (Ballesteros García & Jiménez Blasco, 2016; Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, 2017).

Retomando la crisis del coronavirus es posible identificar en este suceso un turning point o punto de quiebre para las personas mayores chilenas (Fuentes-García & Osorio-Parraguez, 2020) desde la teoría del curso de vida (Blanco, 2011). Esto ocurre debido a las fuertes implicancias de este acontecimiento en el mundo interno y en sus relaciones intersubjetivas. Agrega Falú (2020) que las mujeres son omitidas en esta crisis “a pesar de estar en el centro de la escena en cualquier escala de análisis: casa, barrio, ciudad” (p. 26) y tener un rol protagónico en tareas de cuidado (CEPAL, 2020).

Finalmente, un estudio interesante sobre la pandemia en la cotidianidad de las MM ha sido realizado por Osorio et. al (2021). En dicha investigación participan mujeres con hijos pequeños y MM. Sobre estas últimas, los autores descubren que crean medidas de adaptación en sus hogares y resolución de las nuevas demandas de su entorno. Por ejemplo, aquellas que teletrabajan intentan mejorar sus habilidades en tecnologías o digitalización de la comunicación. Mientras que aquellas que no lo hacen continúan con su independencia adquirida en el hogar, distribuyendo sus tiempos de encierro producto de las cuarentenas. Para algunas MM el aislamiento y el confinamiento en el espacio doméstico les genera impacto corporal, manifestado en dolencias o malestares. La desconexión de sus mundos cotidianos con otras y otros les genera una sensación de ansiedad y ausencia. Aunque aquellas que poseen apoyos familiares, vecinales o amistades visualizan esta crisis desde una mirada más esperanzadora.

 

4. Conclusiones y reflexiones finales

 

En este escrito nos propusimos conocer cómo las categorías de género y edad se presentan en los espacios urbanos de las sociedades latinoamericanas. Así fue posible reflexionar sobre cómo los entornos socioculturales en que se desenvuelven las MM pueden transformarse en facilitadores u obstaculizadores de su mundo cotidiano.

En los hallazgos un elemento que surge con fuerza es la relación tripartita: mujeres, ciudades y envejecimiento. Esta vinculación no se encuentra exenta de dificultades asociados a los procesos de desigualdad que viven las mujeres a lo largo de sus vidas y que se develan en la vejez. Es más, desde la interseccionalidad es posible señalar que muchas MM permanecen o se mueven entre diferentes ejes de desigualdad. Una explicación a este hecho es la hegemonía del orden patriarcal en las sociedades de América Latina que, imbricadas con el capitalismo y el neoliberalismo, han invisibilizado la experiencia femenina relegándolas a lo privado, doméstico y al cuidado no remunerado.

El proceso de envejecimiento como la vejez son heterogéneos y se vinculan con cada persona en particular de acuerdo con su pasado, presente y futuro. De ahí, que el diseño de programas sociales e intervención a estas habitantes de la ciudad debe considerar sus historias de vida y realidades actuales.

Otro elemento relevante es que desde su diseño las ciudades no han incorporado las opiniones de las mujeres o MM o si lo han hecho ha sido incipiente. Esto puede tornarse crítico en las próximas décadas al ver las proyecciones y la esperanza de vida de las mayores en la región. Es más, ignorar este elemento puede contribuir a aumentar las desigualdades y afectar su derecho de habitar la ciudad. Es decir, con miembros de la sociedad que las respete y se coloquen en su lugar, pensando que próximamente será su lugar.

 En este sentido la disposición de los elementos, la planificación y distribución espacial de las ciudades debe ser pensado para todas las edades, como se está impulsando desde el programa de ciudades amigables de la Organización Mundial de la Salud desde el año 2002. Sin ir más lejos, desde pequeñas acciones se podría generar contactos afables con las ciudades atiborradas, bulliciosas y excluyentes latinoamericanas. Un claro ejemplo, son la incorporación de escaleras de acceso correctamente diseñadas en los espacios públicos o reducir el costo del transporte. Si bien, algunas de estas acciones se están realizando en algunos lugares debe ir acompañado de la eliminación de barreras actitudinales.  Esto puede marcar la diferencia entre la participación o no en actividades de sus comunidades u otras para las MM; o permanecer en sus hogares.

Precisamente un aspecto relevante en relación con el proceso de envejecimiento y la vejez, es combatir muchos de los mitos, prejuicios, estereotipos y aspectos negativos con los que se ha representado como: enfermedad, precariedad y sobrecarga hacia las generaciones jóvenes (Osorio, 2006). Es por ello, que resulta de gran relevancia difundir, tanto en las y los urbanistas, las y los encargados de gestionar las políticas públicas y las o los miembros de la comunidad en general los planteamientos del curso de vida.

En otras palabras, instalar las conceptualizaciones de que el envejecimiento se origina desde el nacimiento; se nutre del pasado, presente y futuro de la vida de cada persona en relación con sus entornos socioculturales e históricos (Blanco, 2011; Dulcey-Ruiz, 2018). Por tanto en este proceso, si bien ocurren pérdidas en las diversas dimensiones de cada ser humano, también ocurren ganancias y nuevas maneras de enfrentar las diversas realidades que se presentan (Baltes, 1987), encauzando la existencia en las raíces de lo que eran y son, pero adaptándose a las nuevas situaciones que viven. 

En este último punto, un aspecto interesante es la manera en que algunas de MM latinoamericanas han intentado resistir a los prejuicios, discriminaciones y violencias en el contexto de COVID-19, buscando nuevas formas de gestionar sus espacios domésticos y sus vinculaciones con las y los otros seres humanos. En una lógica de colaboración y apoyo mutuo.

Para finalizar, huelga decir que las ciudades latinoamericanas han sido representadas como progreso, crecimiento y avance un lugar en donde se levantan grandes monumentos y rascacielos; pero también territorios en que se concentra la contaminación, la segregación social y el consumo, impactando en el medio ambiente, en sus habitantes y en quienes interactúan en ellas. Más aún, solo basta con transitar por una ciudad, para observar las diferencias que existen entre determinados barrios y sectores en la construcción de los edificios, viviendas, obras viales, áreas verdes, entre otros. Sin embargo, la perspectiva feminista en la gerontología, geografía, urbanismo y más aún la interseccionalidad pueden contribuir a buscar nuevas reflexiones y miradas para comprender, explicar e intervenir problemas viejos de las MM.

 

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