SER MUJER
MAYOR Y HABITAR LA CIUDAD EN AMÉRICA LATINA. UNA REVISIÓN SITUADA Y CRÍTICA.
BEING AN OLDER WOMAN AND LIVING IN THE CITY IN LATIN
AMERICA: A SITUATED AND CRITICAL REVIEW.
Jennifer Diana Brito Pacheco,
Juan Mansilla Sepúlveda
Universidad
Austral de Chile y Universidad Católica de Temuco
Resumen
El manuscrito estudia las categorías
de género y edad en las ciudades latinoamericanas a partir perspectivas
teóricas provenientes de la gerontología, geografía y urbanismo feminista. Así,
presenta las implicancias de habitar la ciudad desde el ser mujer, la
feminización del envejecimiento y la etapa de la vejez, temática relevante y
contingente asociada al incremento de las tasas de longevidad. Sin embargo,
vivir más revela las diferencias ineludibles de dicho proceso entre hombres y
mujeres, junto a las desigualdades acumuladas en los cursos de vida de estas
últimas. Estos se presentan en un espectro entre las oportunidades o barreras a
la participación y desarrollo de sus vejeces. El método corresponde a una
revisión de literatura y tiene como propósito conocer cómo las categorías de
género y edad se presentan en los espacios urbanos de las sociedades
latinoamericanas. Los principales hallazgos encontrados versan sobre las
implicancias socioculturales del género y la edad, las múltiples desigualdades
que viven muchas mujeres en las ciudades a lo largo de su vida y que se
incrementan en la vejez, el impacto del Covid-19 en sus espacios cotidianos e
intenta aportar con miradas reflexivas compartidas desde el feminismo y la
interseccionalidad.
Palabras clave
Mujeres-mujeres mayores-ciudades y
entornos urbanos-América Latina.
Abstract
The
manuscript studies the categories of gender and age in Latin American cities
from theoretical perspectives from gerontology, geography
and feminist urbanism. Thus, it presents the implications of inhabiting the
city from being a woman, the feminization of aging and the stage of old age, a
relevant and contingent theme associated with the increase in longevity rates.
However, living longer reveals the unavoidable differences in this process
between men and women, together with the accumulated inequalities in the life
courses of the latter. These are presented in a spectrum between the
opportunities or barriers to the participation and development of their old
age. The method corresponds to a literature review and its purpose is to know
how gender and age categories are presented in the urban spaces of Latin
American societies. The main findings found deal with the socio-cultural
implications of gender and age, the multiple inequalities that many women
experience in cities throughout their lives and that increase in old age, the
impact of Covid-19 on their everyday spaces and tries to contribute with shared
reflexive views from feminism and intersectionality.
Keywords
Women-older women-cities and urban environments-Latin
America.
1.
introducción
La
urbanización ha avanzado estrepitosamente en las últimas décadas originando que
la mayoría de la población habite las ciudades y se prevé que antes de alcanzar
la mitad de este siglo esta cifra se duplicará (Banco Mundial, 2020). Dicha
realidad la había anticipado Pierre George cuando se refería al concepto de
imperialismo urbano (George, 1982).
Esta
concentración en áreas urbanas ha estado acompañada de un incremento de la
esperanza de vida, fenómeno visible en los espacios públicos y privados en
donde se aprecia la convivencia de personas de diferentes grupos etarios. Es
más, muchas de ellas superan los 60 años y a medida que transcurre el siglo se
observan seres humanos que celebran sus cumpleaños 80, 90 y ¿por qué no? llegar
a los 100 años. Esta imagen era impensada en siglos precedentes y desafía a promover la vida urbana
como derecho, generando adaptaciones en los vecindarios, viviendas, lugares
públicos, infraestructura, entre otros (Ballesteros García & Jiménez
Blasco, 2016).
Sin embargo, el envejecimiento y la vejez no
son constructos neutros. A pesar de los avances en materia de reconocimiento y
consagración de derechos humanos de las personas mayores continúan existiendo
miradas o creencias edadistas y acciones discriminatorias
por edad (Rodó-Zárate, 2021). Por ejemplo, en Chile, la sexta encuesta de
inclusión y exclusión social del adulto mayor descubrió que el proceso de
envejecimiento y la vejez no han sido valorados. Es más, muchas personas
quieren evadir está realidad. Esto denota prejuicios y creencias negativas que
podrían transformarse en acciones de discriminación (Arnold et al.,
2021).
Así,
la vejez encajonada y presentada como una etapa final, es aislada de su
asentamiento biográfico. Sin comprender que se constituye en el cúmulo de
situaciones favorables o desfavorables que han constituido a las personas en su
curso o trayectoria vital. Como menciona la psicóloga colombiana Elisa Dulcey
(2015, 2018) “vivimos envejeciendo”,
aunque se quiera silenciar su reconocimiento y con ello la propia finitud del
ser humano (Baars, 2017; Freixas & Regàs, 2018). Posiblemente esto se explica por una
modernidad tardía que ha intentado borrar el proceso de envejecimiento a partir
de los valores de la cultura de la juventud, la productividad, el consumo, el
mercado, el individualismo y los planteamientos anti-envejecimiento
(Baars, 2017; Le Breton, 2002).
En
el caso de las mujeres mayores (en adelante MM) habitar la ciudad tiene
diferentes connotaciones socioculturales, las cuales se han desarrollado sobre
las categorías de género y edad. En otras palabras, ambos conceptos obedecen a
la manera específica en que cada sociedad en un momento histórico determinado
ha creado definiciones, marcos simbólicos, asignado valoraciones, roles, expectativas
y normas sobre lo aceptado o no para cada una de ellas (Ramos, 2016).
A
partir de estos argumentos nace la siguiente investigación que se pregunta por
¿Cómo
se presentan las categorías de género y edad en las ciudades latinoamericanas?.
Para responder esta interrogante se realiza una revisión de literatura y se
consideran pertinentes los aportes teóricos de la perspectiva de género, la
gerontología, geografía y el urbanismo feminista. Estos son escogidos porque
tensionan el ser MM, las relaciones de poder que tejen a su alrededor
(generalmente sin ellas), las construcciones socioculturales que las han
definido, los mandatos patriarcales y los espacios invisibles de las ciudades
en los que se espera desarrollen sus vidas. Pero también entregan opciones de
esperanza, que desde la mirada de los autores contribuyen a vivir una vida más
plena: el apoyo entre mujeres, la participación en la vida social el diálogo
entre las diferentes disciplinas implicadas en el envejecimiento y la vejez, la
constatación de la diversidad de vejeces y de que esta etapa como una de las
más largas de la vida hay que vivirla acorde a la esencia y recorrido de cada
MM (Col-lectiu Punt 6,
2019; Danel et al., 2019; Dulcey, 2015; Falú,
2020).
Por
consiguiente, el escrito se divide en cuatro partes incluyendo esta
introducción y la contextualización de la problemática. Luego se explica el
método utilizado y los procedimientos que se realizaron. Posteriormente, se
muestran los principales hallazgos en la literatura escogida e interpretada
acorde a la pregunta de estudio. Finalmente, se realizan reflexiones finales.
1.1.
contextualización
En
América Latina y el Caribe la urbanización alcanza el 80% de la población con
diferencias entre los países. Esta concentración demográfica emerge desde la
contingencia de habitar un territorio cercano a las actividades productivas
industriales o de servicios. Así, los desplazamientos de población surgen desde
el campo a la ciudad, entre ciudades y actualmente de las migraciones entre
países vecinos (Huenchuan, 2018; Montero y García,
2017).
Por
su parte, el envejecimiento demográfico ha ocurrido velozmente y diversos
países de la región presentan indicadores de envejecimiento con porcentajes
similares a las tasas nacionales (Huenchuan, 2018).
Estas proyecciones indican que la longevidad irá rápidamente tomando terreno
hasta alcanzar y superar los grupos de los adolescentes y jóvenes. También se
espera un incremento importante de personas que superen los 80 años a corto y
mediano plazo asociado al avance de la ciencia y la tecnología (Organización
Mundial de la Salud, 2021).
En
palabras de Montero y García (2017) en la región se produce una “doble transición
urbana y demográfica” (p.9). Mientras que para Huenchuan
(2018) si bien ha ocurrido una mayor concentración de las personas mayores en
las áreas urbanas, no es menos cierto que en muchos países el campo se ha visto
envejecido tempranamente. Situación originada por el abandono de las
generaciones jóvenes o por el retorno de las personas longevas una vez
conseguido el retiro laboral. En este escenario, las ciudades como producción
simbólica y cultural se presentan de manera diferenciada de acuerdo con el
género y la edad. Como se mostrará en los siguientes apartados.
2. método
Se
realiza una revisión de literatura que considera los siguientes procedimientos
o pasos: 1) búsqueda de artículos, revistas y libros vinculados a los
siguientes conceptos: mujeres y ciudad, perspectiva de género, envejecimiento y
urbanismo en América Latina, feminización del envejecimiento y vejez. En esta
indagación inicial en buscadores google académico, Elsiever, páginas oficiales de organismos internacionales
(CEPAL, ONU, OMS, SENAMA) se obtienen 160 escritos y ocho libros. Luego, los
documentos digitales son archivados en una carpeta de computadora y
administrados con el gestor gratuito de referencias bibliográficas Zotero;
Posteriormente, se realiza una lectura inicial de los resúmenes o introducción
de los textos para observar su pertinencia para el estudio. Como criterio de
inclusión en esta etapa se considera a) que el año de publicación abarque un
período no superior a 10 años, b) que en una primera lectura se identifique el
objeto de estudio, c) que los textos sean escritos en idioma español,
preferentemente en América Latina o España, e) que la línea teórica de los
textos se vincule con la perspectiva de género o las teorías feministas,
principalmente desde la gerontología, urbanismo y geografía feminista; 4)
Finalmente el corpus queda conformado por 35
textos que son analizados a través de su lectura y relectura tomando
nota sobre sus principales aspectos, para luego ser comparados entre sí. Esto
permite observar elementos convergentes y divergentes que desde la
interpretación de los autores enriquecen los temas y responden a la pregunta de
investigación. Para presentar estos hallazgos se elaboran cinco categorías o
temas por medio de la escritura y reescritura de estas. Estas categorías fueron
las siguientes: 1) la feminización del envejecimiento y la vejez en América
Latina, 2) la feminización del envejecimiento y la perspectiva de género, 3)
ser mujer y habitar la ciudad, 4) ser mujer mayor y habitar la ciudad de América
Latina y 5) Ser mujer mayor y habitar la ciudad en Chile.
3. Hallazgos
En
el siguiente apartado se profundizan cada uno de los temas acorde a la
literatura, análisis y reflexión de los autores.
3.1. La
feminización del envejecimiento y la vejez en América Latina
Un
aspecto relevante en el envejecimiento latinoamericano es su feminización o la
mayor prolongación de la vida en las mujeres superando en muchos casos los 80 años.
Al respecto se han originado explicaciones fragmentadas que intentan responder
a esta cuestión desde componentes biológicos, afectivos, relacionales,
conductas de riesgo, estilos de vida y hábitos. Aunque para obtener una
respuesta profunda al respecto resulta relevante la combinación y los matices
de estos elementos. Más aún, es imprescindible incorporar las diferentes
experiencias y entornos de los cursos de vida de las mayores (Freixas & Regàs, 2018).
La acumulación de años por sí misma no resulta homologable al bienestar
y es precisamente en la vejez cuando muchas de las desventajas biográficas de
las mujeres se hacen visibles. Por ejemplo, las deficiencias nutricionales
vividas en la etapa de la infancia, el nivel de escolaridad alcanzado, las
extenuantes jornadas laborales, el trabajo de cuidado y doméstico 24/7
presentan implicancias en la calidad de vida de las mayores (Freixas & Regàs, 2018).
Además,
la vejez conlleva cambios en todas las esferas de la vida y una de ellas se
asocia al envejecimiento biológico como una posibilidad real de sufrir
enfermedades, algún grado de dependencia o pérdidas afectivas como la muerte de
seres queridos (Freixas & Regàs, 2018). Aunque
reducir la longevidad a definiciones de detrimento o sabiduría parecen
arbitrarios y homogeneizantes por lo extenso de la etapa de la vejez y por las
diferencias en las vidas y entornos de las MM.
3.2.
La feminización del
envejecimiento y la perspectiva de género
Dulcey
(2015) señala que desde la constatación de las diferencias entre hombres y
mujeres en la década de los años 80’ la perspectiva de género ha ganado
terreno. Principalmente porque “busca una relación cada vez más equitativa”
(p.308) para promover transformaciones en políticas públicas cambiando el foco
desde instancias aisladas a una permanente relación. Sin embargo, las
transformaciones propias de la longevidad femenina, las resistencias y luchas
contra el orden patriarcal se encuentran en un proceso de licuefacción,
inestabilidad y escurrimiento (Dulcey, 2015).
En otras palabras, muchos de los roles,
comportamientos esperados y categorizados como femenino/masculino han iniciado
un proceso de acomodación a las nuevas realidades históricas. Esta
situación ya había sido planteada por Neugarten
(1999) a mediados del siglo XX al tensionar los fundamentos de la división del
ciclo de vida y proponer nuevos períodos producto de su alargamiento. En
consenso Urbano y Yuni (2014) señalan que:
Los
ideales de la cultura están en continua revisión, reactualización y
resignificación. En esa tensión el sujeto está compelido a responder a las
exigencias socioculturales y simultáneamente a aprehender de las interacciones
y ritualizaciones, aquellos recursos y posibilidades que le permitan sostener
su identidad y mantenerse integrado (p.65)
Por
ejemplo, en Uruguay se observa que las mujeres se preocupan de asistir a los
centros de salud con una mirada preventiva. Mientras que sus compañeros-varones
no realizan estas prácticas de autocuidado “por mandatos de género y formas de
vivir la masculinidad” (Aguirre & Scavino, 2018,
p. 51). Así, cuando recurren al personal médico sus dolencias, enfermedades o
patologías son más severas.
Otro
aspecto interesante en este territorio es la coexistencia de “vejeces” que cuidan a otras “vejeces”. En esta lógica las mayores de
los denominados grupos de tercera edad (65-75 años) cuidan a sus madres
longevas. Esto les permite “sobrellevar”
de mejor manera los cambios en la vejez y evitar la dependencia o la
posibilidad de necesitar apoyos importantes para desarrollar actividades de la
vida diaria. Aunque la tendencia de ser cuidada por sus hijas puede resultarles
angustiante por la carga de cuidado que ellas mismas han vivido (Aguirre & Scavino, 2018), por la representación social y los
significados subjetivos asociados a la pérdida de autonomía (Brito Pacheco
& Silva Fernández, 2022).
En
México Ballesteros y Jimenéz (2016) señalan que otro
elemento que contribuye a la heterogeneidad de “vejeces” es la jubilación. A pesar de que este marcador sociocultural
en muchas trayectorias laborales de las mujeres no ocurre. Algunas de las
razones que se han argumentado para explicar esta situación es la menor
participación en empleos formales, largos tiempos dedicados al cuidado, crianza
y las labores en el hogar, discontinuidad laboral y ahorro en la seguridad
social, por mencionar algunos (Danel et al.,
2019; Freixas & Regàs, 2018).
En
esta línea, diferentes estudios han señalado que los ambientes en que viven y
se interrelacionan cotidianamente las personas mayores impactan sus cursos de
vida en sus dimensiones físicas, psicológicas y relacionales (Cano Gutiérrez
& Sánchez-González, 2019; Ossandón, 2019). Este aspecto será profundizado a continuación.
3.3.
Ser mujer mayor y
habitar la ciudad
La
relación género y urbe desde la modernidad ha estado marcada por dicotomías
propias de la lógica dialéctica de este período. Así, por un lado, se
representan las actividades femeninas como de tipo reproductivas desarrolladas
en un mundo privado, principalmente en el hogar y se ejecutan a través del
cuidado de otros seres humanos. En este escenario la afectividad y el trabajo
doméstico se promueven como máximas socioculturales o mandatos. Por su parte,
las acciones productivas son calificadas como masculinas, visibles y ejecutadas
en el espacio público recibiendo una remuneración y reconocimiento social por
ello (Col-lectiu Punt 6,
2019).
El incremento de las ciudades
europeas desde la revolución industrial y los primeros acercamientos de las
mujeres al trabajo “formal”
originaron nuevas representaciones sobre su papel en el espacio urbano.
Así, aquellas que debían trabajar en las fábricas tenían menos tiempo para las
labores domésticas por lo que se les cuestiona abandonar el hogar y la familia.
Otras tantas, sienten inseguridad en las calles, producto del caos y vida de
las urbes por lo que prefieren acercarse a la periferia. Por su parte, aquellas
mujeres que se dedican al comercio sexual son demonizadas y vistas como
culpables de los males de la época: la destrucción de los matrimonios, vectores
de la inmoralidad y enfermedades (Kern, 2021).
Suri
(2017) señala que lo urbano y la ciudad no son lo mismo. El primer concepto es
concebido por la autora como una posibilidad latente de ampliar y cambiar “las
relaciones de poder entre hombres y mujeres” (p.162). Este otorga un abanico de
formas de mirarse e imaginarse ya no sólo desde el hogar, los roles maternales
y de cuidado. Por su parte la ciudad se ha diseñado bajo lógicas patriarcales
que han invisibilizado a las mujeres o las ha relegado a espacios periféricos.
Más aún los monumentos, edificios, el transporte se han pensado por y para hombres
bajo lógicas heteronormativas, androcéntricas y la supremacía del hombre blanco
(Kern, 2021)
En
la actualidad muchas de estas representaciones permanecen con matices y
contextos diferenciados. Las ciudades se transforman en murallas materiales y
actitudinales de la desigualdad. Esto ocurre principalmente entre aquellos
grupos o colectivos que han sido calificados como proclives a experimentar
discriminación o marginación. Las mujeres y especialmente aquellas pobres y “vulnerables” viven diversas situaciones
de precarización por menores oportunidades laborales, educativas, de acceso a
la vivencia e invisibilización de roles y actividades
de su mundo privado. Tal es el caso, del cuidado de los miembros de su familia
o las labores domésticas
(Ballesteros García & Jiménez
Blasco, 2016; Col-lectiu Punt
6, 2019; Kern, 2021; Montero & García, 2017).
Otra situación normalizada en
Latinoamérica es la manifestación de diversos tipos de violencia que viven las
mujeres a pesar de los acuerdos entre los países y acciones globales que se han
realizado. Entre ellas, la Conferencia Regional sobre la Mujer de América
Latina y el Caribe impulsada desde la década de los 70’ o la creación de los 17
objetivos de desarrollo sostenible para la Agenda 2030. Sobre este último, dos
objetivos son interesantes para este estudio, primero el número cinco “lograr
igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas” reconoce
los derechos humanos y la relevancia de las mujeres en la sociedad,
especialmente en los cuidados. Mientras que el objetivo 11 propone “lograr
ciudades y comunidades sostenibles”, pues el urbanismo feroz ocurrido en los
diferentes países del globo ha generado diversas consecuencias: problemas
medioambientales, desigualdades, problemas de acceso a servicios, dificultades
en seguridad alimentaria, entre otros (Gamez,
s. f.).
En
este sentido, un acontecimiento relevante que tensiona estos acuerdos y las
cotidianidades de las mujeres es la pandemia de Covid-19 iniciada el año
2019. Las medidas de gestión sanitaria
generan consecuencias poco favorables en la vida cotidiana de las mujeres y se
profundiza la violencia. Así lo señala Comisión Económica para América Latina y
el Caribe (CEPAL, 2020):
La
violencia por razón de género contra las mujeres acontece en el ámbito
doméstico y también en los espacios públicos, en el mercado laboral, en el
marco de la participación política y comunitaria, en el transporte y en la
calle, en la escuela y los espacios educativos y en el ciberespacio…además se entrecruza
con otras formas de discriminación y desigualdades como las producidas en el
mercado laboral, la falta de ingresos propios, o las dificultades para acceder
a servicios básicos de calidad (p.3).
Sobre
ello, un punto importante es que no basta con la mera clasificación,
enumeración o jerarquización de las situaciones de discriminación y violencia
que viven las mujeres en las urbes. Ródo-Zarate
(2021) señala que el enfoque de interseccionalidad entrega oportunidades de
reflexión compartida que aportan a entender, investigar y trabajar en
profundidad frente a estas situaciones. Por tanto, esta perspectiva trabaja en
conjunto con otros marcos teóricos, intenta evitar las explicaciones
hegemónicas aisladas, reconoce la diversidad de las experiencias humanas, los
posicionamientos en los ejes de desigualdad, reconoce los contextos, destaca
las emociones y propone los “relief map”. Estos son definidos como una “herramienta
concreta que puede ayudar a comprender, analizar y visualizar dinámicas
interseccionales de desigualdad que incluyan las emociones y lugares como
factores centrales” (p. 195). Las desigualdades habitan un cuerpo (Brito
Pacheco & Silva Fernández, 2022), pero también un entorno y espacio como
será presentado a continuación.
3.4.
Ser mujer mayor y
habitar la ciudad en América Latina
Habitar la ciudad y el espacio urbano se
manifiesta como un desafío para muchas MM en América Latina. Una cantidad importante de mujeres
vive condiciones difíciles desde la niñez (Ballesteros García & Jiménez
Blasco, 2016). Su identidad territorial se ve impactada por urbes que “están
cercadas, fragmentadas, privatizadas
y muchas de
estas áreas de
exclusión social corren
el riesgo de
convertirse en áreas de conflicto espacial y social entre las clases más
débiles, las personas empobrecidas y migrantes sin colocación” (Boccia, 2020, p. 14). La gestión de las grandes fortunas y
del capital financiero: moviliza, concentra, segrega y deshumaniza a las
personas que interactúan en las urbes (Damiani, 2010).
Al
respecto, una investigación en 11 ciudades latinoamericanas menciona que las
personas mayores consideran que los espacios urbanos contribuyen a su
bienestar. Dentro de los elementos que más valoran se encuentran sus
estructuras y dinámicas, entre ellas: los objetos presentes en la vía pública,
el comercio, el medio ambiente, la posibilidad de desplazamientos y la
seguridad. Es decir, los elementos materiales o las situaciones tangibles con
qué se encuentran al salir de sus casas (Páramo et al, 2018).
Sin embargo, en estos mismos ámbitos
señalan sentirse pocos satisfechas las MM, probablemente porque muchas de estas
acciones o construcciones no incorporan sus miradas, necesidades,
particularidades e intereses, ya que siguen la lógica androcéntrica,
capitalista y homogeneizante (Boccia,
2020; Rich, 2019).
3.5.
Ser mujer mayor y
habitar la ciudad de Chile.
En
Chile existen desigualdades estructurales (Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo, 2017) que han alimentado y favorecido la fragmentación de las
ciudades, la especulación inmobiliaria, la crisis climática, las
privatizaciones del espacio, y la falta de planificación urbana (Boccia, 2020). La gran centralización territorial de las
fuentes laborales, servicios sociales o prestaciones públicas ocasiona el
traslado diario o semanal de las personas mayores a las capitales regionales de
carácter urbano (Sánchez, 2015).
En
este escenario las MM, son quienes a lo largo de sus cursos de vida
históricamente han tenido menores oportunidades en salud, educación, empleo,
puestos de poder, precarias jubilaciones (Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo, 2017) e incluso menores posibilidades en la autodeterminación de
sus proyectos de vida.
La
movilidad es un tema relevante para la concreción del derecho a la ciudad de
las mujeres y así también de las mayores (Falú, 2020). Principalmente porque
puede ser entendida como desplazamiento frecuente por los diversos entornos de
las personas mayores. Es decir, la movilidad es la acción no solo de llegar a
lugares de la urbe, sino que es una oportunidad real y significativa para que
las mujeres puedan generar redes socioafectivas, comunitarias, de apoyo, que se
sientan más valoradas e incluidas en sus barrios, comunas y ciudades.
En
caso contrario, al no poder desplazarse por la urbe acorde a sus intereses,
voluntad, autonomía, autodeterminación y necesidades se corre el riesgo de que
se sientan confinadas al ámbito privado (Garrocho & Mata, 2021). En otras
palabras, creando una burbuja individual o familiar, ya que en muchas ocasiones
las mujeres viven en sus hogares en solitario: por opción personal, la viudez,
la pérdida de amistades, la partida de sus hijas e hijos, por mencionar algunos
(Freixas, 1997; Yuni & Urbano, 2009). Muchas
además viven en situación de pobreza y los costos de traslado no siempre pueden
ser financiados, por lo que el aislamiento se torna una imposición (Ballesteros
García & Jiménez Blasco, 2016; Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo, 2017).
Retomando
la crisis del coronavirus es posible identificar en este suceso un turning point o punto de quiebre
para las personas mayores chilenas (Fuentes-García & Osorio-Parraguez,
2020) desde la teoría del curso de vida (Blanco, 2011). Esto ocurre debido a
las fuertes implicancias de este acontecimiento en el mundo interno y en sus
relaciones intersubjetivas. Agrega Falú (2020) que las mujeres son omitidas en
esta crisis “a pesar de estar en el centro de la escena en cualquier escala de
análisis: casa, barrio, ciudad” (p. 26) y tener un rol protagónico en tareas de
cuidado (CEPAL, 2020).
Finalmente,
un estudio interesante sobre la pandemia en la cotidianidad de las MM ha sido
realizado por Osorio et. al (2021). En dicha investigación participan mujeres
con hijos pequeños y MM. Sobre estas últimas, los autores descubren que crean
medidas de adaptación en sus hogares y resolución de las nuevas demandas de su
entorno. Por ejemplo, aquellas que teletrabajan intentan mejorar sus
habilidades en tecnologías o digitalización de la comunicación. Mientras que
aquellas que no lo hacen continúan con su independencia adquirida en el hogar,
distribuyendo sus tiempos de encierro producto de las cuarentenas. Para algunas
MM el aislamiento y el confinamiento en el espacio doméstico les genera impacto
corporal, manifestado en dolencias o malestares. La desconexión de sus mundos
cotidianos con otras y otros les genera una sensación de ansiedad y ausencia.
Aunque aquellas que poseen apoyos familiares, vecinales o amistades visualizan
esta crisis desde una mirada más esperanzadora.
4. Conclusiones y reflexiones
finales
En
este escrito nos propusimos conocer cómo las categorías de género y edad se
presentan en los espacios urbanos de las sociedades latinoamericanas. Así fue
posible reflexionar sobre cómo los entornos socioculturales en que se
desenvuelven las MM pueden transformarse en facilitadores u obstaculizadores de
su mundo cotidiano.
En
los hallazgos un elemento que surge con fuerza es la relación tripartita:
mujeres, ciudades y envejecimiento. Esta vinculación no se encuentra exenta de
dificultades asociados a los procesos de desigualdad que viven las mujeres a lo
largo de sus vidas y que se develan en la vejez. Es más, desde la
interseccionalidad es posible señalar que muchas MM permanecen o se mueven
entre diferentes ejes de desigualdad. Una explicación a este hecho es la
hegemonía del orden patriarcal en las sociedades de América Latina que,
imbricadas con el capitalismo y el neoliberalismo, han invisibilizado la
experiencia femenina relegándolas a lo privado, doméstico y al cuidado no
remunerado.
El
proceso de envejecimiento como la vejez son heterogéneos y se vinculan con cada
persona en particular de acuerdo con su pasado, presente y futuro. De ahí, que
el diseño de programas sociales e intervención a estas habitantes de la ciudad
debe considerar sus historias de vida y realidades actuales.
Otro
elemento relevante es que desde su diseño las ciudades no han incorporado las
opiniones de las mujeres o MM o si lo han hecho ha sido incipiente. Esto puede
tornarse crítico en las próximas décadas al ver las proyecciones y la esperanza
de vida de las mayores en la región. Es más, ignorar este elemento puede
contribuir a aumentar las desigualdades y afectar su derecho de habitar la
ciudad. Es decir, con miembros de la sociedad que las respete y se coloquen en su
lugar, pensando que próximamente será su lugar.
En este sentido la disposición de los
elementos, la planificación y distribución espacial de las ciudades debe ser
pensado para todas las edades, como se está impulsando desde el programa de
ciudades amigables de la Organización Mundial de la Salud desde el año 2002.
Sin ir más lejos, desde pequeñas acciones se podría generar contactos afables con
las ciudades atiborradas, bulliciosas y excluyentes latinoamericanas. Un claro
ejemplo, son la incorporación de escaleras de acceso correctamente diseñadas en
los espacios públicos o reducir el costo del transporte. Si bien, algunas de
estas acciones se están realizando en algunos lugares debe ir acompañado de la
eliminación de barreras actitudinales.
Esto puede marcar la diferencia entre la participación o no en
actividades de sus comunidades u otras para las MM; o permanecer en sus
hogares.
Precisamente
un aspecto relevante en relación con el proceso de envejecimiento y la vejez, es combatir muchos de los mitos, prejuicios,
estereotipos y aspectos negativos con los que se ha representado como:
enfermedad, precariedad y sobrecarga hacia las generaciones jóvenes (Osorio,
2006). Es por ello, que resulta de gran relevancia difundir, tanto en las
y los urbanistas, las y los encargados de gestionar las políticas públicas y
las o los miembros de la comunidad en general los planteamientos del curso de
vida.
En
otras palabras, instalar las conceptualizaciones de que el envejecimiento se
origina desde el nacimiento; se nutre del pasado, presente y futuro de la vida
de cada persona en relación con sus entornos socioculturales e históricos
(Blanco, 2011; Dulcey-Ruiz, 2018). Por tanto en este
proceso, si bien ocurren pérdidas en las diversas dimensiones de cada ser
humano, también ocurren ganancias y nuevas maneras de enfrentar las diversas
realidades que se presentan (Baltes, 1987), encauzando la existencia en las
raíces de lo que eran y son, pero adaptándose a las nuevas situaciones que viven.
En
este último punto, un aspecto interesante es la manera en que algunas de MM
latinoamericanas han intentado resistir a los prejuicios, discriminaciones y
violencias en el contexto de COVID-19, buscando nuevas formas de gestionar sus
espacios domésticos y sus vinculaciones con las y los otros seres humanos. En
una lógica de colaboración y apoyo mutuo.
Para
finalizar, huelga decir que las ciudades latinoamericanas han sido
representadas como progreso, crecimiento y avance un lugar en donde se levantan
grandes monumentos y rascacielos; pero también territorios en que se concentra
la contaminación, la segregación social y el consumo, impactando en el medio
ambiente, en sus habitantes y en quienes interactúan en ellas. Más aún, solo
basta con transitar por una ciudad, para observar las diferencias que existen
entre determinados barrios y sectores en la construcción de los edificios,
viviendas, obras viales, áreas verdes, entre otros. Sin embargo, la perspectiva
feminista en la gerontología, geografía, urbanismo y más aún la interseccionalidad
pueden contribuir a buscar nuevas reflexiones y miradas para comprender,
explicar e intervenir problemas viejos de las MM.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Uruguay. Doble clic.
http://dspace.mides.gub.uy:8080/xmlui/handle/123456789/1015
Arnold, M., Herrera, F., Massad, C.,
& Thumala, D. (2021). SEXTA ENCUESTA NACIONAL INCLUSIÓN Y EXCLUSIÓN SOCIAL DE LAS PERSONAS
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