Cuestiones Pedagógicas,
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0213-7771
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Educación para el desarrollo sostenible y
Responsabilidad Social Educativa. Una mirada
histórica desde la persona
Sustentable Development Education and Educational Social
Responsibility. A historical view from the person
Esther Ruiz Simón
Universidad Rey Juan Carlos (España)
esther.ruiz@urjc.es
https://orcid.org/0000-0002-5174-5438
Abstract: Education is a right that has been
consolidated throughout the 20th century and is
part of the international agenda during the 21st
century. During this period, initiatives have
emerged in the field of education that focus on
the person and on the importance of access to
education in their dignity. Education for
sustainable development is part of the
educational process itself, involved and co-
responsible for the development processes of
human beings. From the point of view of the
Social Responsibility of Education itself, the
person is placed at the midpoint of the process
as the main actor in the educational process. It is
the axis on which both the action of learning and
teaching is situated, and the one that at the same
time assumes and derives all the actions of the
process. This article delves into the most relevant
elements of educational social responsibility, in
its link with education in values and education for
sustainable development. From a historical
perspective, the text that is presented focuses on
the person and investigates the guidelines of
socially responsible education and its impact on
the process of development of the person and on
the generation of a sustainable education
committed to the values of its time.
Recibido: 09/04/2024 | Revisado: 16/04/2024 | Aceptado: 27/05/2024 |
Online First: 15/06/2024 | Publicado: 30/06/2024
Resumen: La educación es un derecho que se
ha ido consolidando a lo largo del siglo XX y que
es parte de la agenda internacional durante el
siglo XXI. Durante este período, en el ámbito
educativo han surgido iniciativas que ponen
el foco de la educación de la persona y en
la importancia del acceso a la educación
para su dignificación. La educación para el
desarrollo sostenible es parte del propio devenir
educativo, implicado y corresponsabilizado de
los procesos de desarrollo de los seres
humanos.
Desde la propia responsabilidad social
educativa, la persona se sitúa en el centro del
proceso como actor principal. Es el eje
sobre el que se sitúa tanto la acción de aprender
como la de enseñar y la que a la vez asume y
deriva todas las acciones del proceso.
El artículo que se presenta profundiza en los
elementos más relevantes de la responsabilidad
social educativa, en su vinculación con la
educación en valores y la educación para el
desarrollo sostenible. Desde una perspectiva
histórica, el texto que se presenta pone el foco
sobre la persona e investiga las pautas de la
educación socialmente responsable y su
repercusión en el proceso de desarrollo de la
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persona y en la generación de una educación
sostenible comprometida con los valores de su
época.
Palabras clave: Responsabilidad Social,
Educación para el Desarrollo Sostenible,
Educación y desarrollo, Educación en valores,
Desarrollo de la educación.
Keywords: Social Responsibility, Education for
Sustainable Development, Education and
Development, Education in values, Development
Education.
Introducción
Desde que en 1948 se promulgó la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, el ser humano ha sido el centro de todo el proceso de desarrollo. Las
diferentes teorías que acompañaban estos procesos ponían el foco en los diferentes
aspectos materiales que permitían mejorar las condiciones de vida de las personas.
Desde el mundo antiguo las teorías educativas han mirado en esa dirección y
han puesto a la educación como eje central para alcanzar la plenitud de la persona
desde la multidimensionalidad de la misma. La educación es un campo de acción de
la persona puesto que es en las aulas y durante todo el proceso educativo dónde el
ser humano se forma y se informa, es capaz de ser enseñado y aprende con todas
sus dimensiones contenidos, actitudes y valores. Es el medio por el que transmiten
los valores dentro de una sociedad, su cultura y permite ser puente de comunicación
intergeneracional (Castillejo, 1976).
La educación se convierte en una herramienta de transmisión de cultura y de
valores, valores propios de una época marcados por los dos ejes que delimitan la
Historia: el espacio en el que se dan y el tiempo en el que surgen y que tiene como
objeto formar ciudadanos corresponsables, comprometidos y preparados con el
entorno en el que se desarrollan (Gómez-Gómez et al. 2021), del que reciben los
valores y principios y al que ofrecen su propia experiencia vital.
El presente estudio pretende realizar una aproximación al desarrollo de los
seres humanos desde una perspectiva histórico-educativa tomando como referencia
Sin embargo, en la base del desarrollo de los seres humanos está, por defecto,
el propio desarrollo de las personas desde una perspectiva integral. Dicha integridad
está compuesta por una parte física y material el desarrollo intelectivo y, por
supuesto, el moral. Sin estos tres elementos la persona no alcanza su cénit, no
despliega todo su potencial y lo pone al servicio de la sociedad.
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Educación para el desarrollo sostenible y Responsabilidad Social Educativa. Una mirada histórica desde la persona
las aportaciones de la responsabilidad social educativa y la educación al desarrollo
en el campo educativo.
Una aproximación histórica
Desde finales del mundo moderno, el concepto de felicidad estaba asociado al
de progreso en una unidad indisoluble que se retroalimenta. El ser humano era feliz
cuanto mayor fuese su prosperidad, especialmente económica. Para alcanzar ambos
se hacía necesario proveer al individuo de los medios para alcanzarlo, especialmente
de la educación que desde el siglo XIX va afianzando su posición como instrumento
de ascenso social y económico a la vez que se va consolidando como un ámbito de
acción política y de trasmisión de valores.
Desde mediados del siglo XX, la Declaración Universal de los Derechos
Humanos ponía el foco en la persona como objeto de desarrollo y anticipa todos los
derechos fundamentales que la dignificaban y mejoraban su calidad y condiciones de
vida. Buscaba la satisfacción de todos aquellos derechos necesarios para adquirir las
condiciones de vida necesarias para preservar la dignidad y el desarrollo en plenitud
de los seres humanos (Ruiz, 2021). Dicha plenitud fue recogida en las propuestas
sobre desarrollo humano.
El mundo actual y el concepto de desarrollo no se puede entender sin este
modelo universal de derechos básicos que fomentan y trabajan todos los elementos
que conforman el ser humano en todas sus dimensiones y vertientes y que dotan de
dignidad a todos individuos por igual.
La felicidad se mantiene como el fin último al que llegar y a él se consagran los
diferentes sistemas políticos que surgen de la II Guerra Mundial y los movimientos de
los países no alineados. En todos los casos, tanto esa alienación del hombre al estado
del sistema comunista como la identificación del desarrollo con la felicidad del sistema
occidental o la confluencia de la felicidad con la independencia de los países antiguas
colonias, subrayaron ese lugar central que se ofrece para la plenitud de la persona y
la consecución de una vida plena y libre y las alternativas para conseguirlo.
El modelo occidental que propuso la corriente desarrollista tomó como base de
la felicidad de la persona los principios que su modelo productivo aportaba a la
satisfacción personal de los seres humanos. Los avances tecnológicos, el acceso a
mejores bienes y servicios, la creación del estado de bienestar la posibilidad real de
mejora de la vida de las personas propició la expansión de un modelo de satisfacción
de necesidades básicas (Maslow, 2000) sobre las que se asentaban los anhelos de
los seres humanos.
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Todo ser humano, para ser feliz, debía tener cubiertas una serie de
necesidades que le permitían progresar y desarrollarse en plenitud desde sus
múltiples facetas, desde las más instintivas hasta las más elaboradas. Y, sobre todo,
se incidía en la propia experiencia y satisfacción desde el individuo como elemento
de certidumbre de la felicidad. Era el propio ser humano el que a la vista y alcance de
todos los medios decidía y tomaba como referencia sus propias percepciones sobre
desarrollo y su satisfacción vital en este estado. La libertad y la responsabilidad eran
la base sobre la que se construía la autorrealización de las personas y la que da
soporte al pleno desarrollo de las personas, base de todas las propuestas de
desarrollo y desarrollo sostenible que se han puesto en marcha desde 1948.
Derecho a la educación desde 1948
La educación es uno de los pilares sobre los que se asentaba el modelo de
desarrollo que viene proponiendo desde el siglo XX. El acceso a la educación no solo
propiciaba mejoras en las posibilidades materiales de los educandos, era un medio
para que pudiesen alcanzar la plenitud también en las dimensiones intelectuales y
morales puesto que se propiciaba a la vez la adquisición de contenidos y la
transmisión de los valores propios del momento y del espacio.
Desde la educación, los seres humanos asumieron la capacidad de vivir en
plenitud otros derechos y libertades. Tal y como quedó recogido en el Artículo 26 de
la Declaración Universal de los Derechos Humanos relativo al derecho a la educación.
En ambos casos dicha capacidad se configuró como eje de las políticas posteriores y
de los tratados e iniciativas internacionales que fomentaban el desarrollo de las
personas y de los pueblos. A la vez veían el campo educativo como una herramienta
esencial para lograrlo.
Una de las definiciones más ajustadas de la importancia del derecho a la
educación en la configuración de la dignidad humana y en la construcción de su
identidad y libertad es la que recoge la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre de 1948. En dicha Declaración, se apostaba por una educación
de corte humanista capaz de asimilar la igualdad, libertad, moralidad y solidaridad
como principios básicos de la educación para el desarrollo y la ciudadanía global.
Desde entonces las diferentes iniciativas que se han puesto en marcha por
parte de las agencias y entidades internacionales refuerzan la idea educación como
eje para el desenvolvimiento de la persona, de su libertad y de la lucha contra todo
signo de desigualdad o discriminación.
La Convención de la UNESCO relativa a la Lucha contra las Discriminaciones
en la Esfera de la Enseñanza de 1962, El Pacto Internacional de los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales de 1966 o Convención sobre los Derechos del
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Educación para el desarrollo sostenible y Responsabilidad Social Educativa. Una mirada histórica desde la persona
Niño de 1989, entre otros, ponen el foco en la educación como derecho
fundamental. Amplían su campo de acción para mejorar las condiciones de vida de
las personas en el presente y a futuro. Ponen las bases para la expansión de los
principios y valores que deben regir el desarrollo humano.
En el siglo XXI los Objetivos de Desarrollo del Milenio y los Objetivos de
Desarrollo Sostenible ponen de nuevo el foco en la educación, en el acceso a la
misma y en el fomento del proceso educativo como base para la corresponsabilidad
y la solidaridad entre todos los seres humanos.
Responsabilidad social educativa
La educación como ciencia social, nacida de la sociedad e integrada por
personas, es la institución original sobre la que descansa la transmisión de
conocimientos, valores y cultura. Además, es responsable de promover y alentar la
adquisición de conocimientos y competencias básicas. Por su naturaleza es una
actividad socialmente responsable en la medida en la que genera impacto en su
entorno e integra en las propias instituciones educativas las dimensiones propias de
la responsabilidad social.
La responsabilidad social se incorporó a partid de los años 80 en el mundo
empresarial para dar respuesta al compromiso de las empresas con el entorno en el
que operaban. Durante el proceso de consolidación de la misma se ampliaron
espacios, agentes e intereses socialmente responsables, así como acciones y
dimensiones como la educativa.
Podemos definir la responsabilidad social educativa como "una disposición
voluntaria de la institución educativa o no educativa (pero que educa de forma
colateral) así como toda comunidad con impacto educativo que, como espacio natural
de posibilidades sociales, favorece el despliegue de sus miembros hacia los demás
mostrándola con transparencia a partir de indicadores observables tanto en la
dimensión estratégica como educativa directa o colateral" (De la Rubia, 2023; p.5).
Por lo tanto, la responsabilidad social educativa involucra a aquellas
instituciones con intereses educativos que impactan en la sociedad de la que forman
parte y que permiten construir una sociedad más equitativa y libre. Esto es posible
gracias a la promoción de todos y cada uno de sus miembros mejorando su vida a
través de los procesos educativos derivados de su acción. La responsabilidad social
educativa, por tanto, permite trabajar individual y colectivamente en un proyecto que
busca alcanzar un interés superior para toda la sociedad en general (Martí-Noguera,
et al. 2018).
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Además, tal y como afirma Martínez Domínguez et al. (2018) la responsabilidad
social educativa tiene tres vertientes muy marcadas que conforman las acciones de
las instituciones educativas socialmente responsables: la responsabilidad social del
centro como organización; la formación en este tema para los beneficiarios de la
institución docente y la dimensión educativa que tiene per se la propia responsabilidad
social. En este sentido, la propia dimensión educativa es la que permite trabajar sobre
la totalidad de la persona y dotarla de conocimiento además de potenciar “las
competencias básicas que configuran el derecho a la educación que le corresponde
a todo ciudadano” (Amarante, 2016; p.60). Por tanto, la formación de la persona, de
su dignidad está íntimamente ligada a las prácticas responsables que se dan en el
ámbito educativo y que atañen a la misma dimensión educativa de la responsabilidad
social. En este sentido, son la esencia del proceso educativo socialmente responsable
y de la consecución del derecho a la educación.
La responsabilidad social educativa, por tanto, transciende el propio espacio
educativo y se consolida en el espacio de reflexión sobre aspectos relevantes de la
vida social de las personas, en cuanto a sus dimensiones éticas y medioambientales,
dotando de espacio propio a los derechos humanos y el desarrollo sostenible.
En un modelo de educación socialmente responsable, se ejerce lo que País
(2016; p.335) califica como un proceso que requiere liderazgo capaz de hacerse cargo
del otro, como relación ética de acogida del otro. Por lo tanto, la persona y la
institución educativa no mantienen una actitud cerrada a los demás, muy al contrario,
se abre a los demás, al entorno y a la mejora y felicidad de todos los agentes
implicados en el proceso educativo. Por lo tanto, la educación socialmente
responsable necesita de los actores que directa e indirectamente participan del
proceso de enseñanza-aprendizaje, instituciones políticas, sociales y familiares que
la sustentan.
Educación para el desarrollo sostenible
La educación para el desarrollo sostenible recoge los principios que deben
marcar la educación y los espacios que debe abarcar: aprendizaje, formación,
información y acción. Establece una correlación con los ámbitos educativos
existentes: formal, no formal, informal e incidencia. Como afirman Pegalajar et al.
(2022; p.423) la educación para el desarrollo sostenible se convierte en “una
oportunidad para adquirir conocimientos, habilidades y valores vinculados con el
desarrollo de un estilo de vida en equidad, alcanzando transformaciones sociales
positivas a largo plazo dar respuesta a los retos de desarrollo sostenible. No solo
sirve como medio de transmisión de valores sociales, sino que permite la
investigación y movilización social en temáticas que buscan fomentar la igualdad, el
desarrollo sostenible y la libertad de todas las personas.
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Educación para el desarrollo sostenible y Responsabilidad Social Educativa. Una mirada histórica desde la persona
En 1974 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO) introdujo la educación para el desarrollo en la agenda
internacional. Desde este momento, la educación se concibe como un proceso
global de la sociedad, a través del cual las personas y los grupos sociales aprenden
a desarrollar conscientemente en el interior de la comunidad nacional e internacional
y en beneficio de ellas, la totalidad de sus capacidades, actitudes, aptitudes y
conocimientos. Sobre este proceso educativo, la Unesco apuesta por una educación
definida como educación para la comprensión internacional, dónde se conjuga el
conocimiento, la cooperación y el respeto mutuo de los países y las culturas, siempre
desde la perspectiva de los derechos humanos y libertades individuales.
El Nuevo Consenso Europeo sobre Desarrollo recoge en su punto 88 el papel
de la Educación para el Desarrollo y la Sensibilización como parte de las labores
encomendadas a las organizaciones de la sociedad civil, remarcando el carácter de
agentes del cambio social de las mismas. La educación es vista como un espacio de
acción, cambio de valores y fomento de nuevas realidades; un instrumento
coadyuvante de la lucha contra la pobreza, de promoción del medio ambiente y de
erradicación de todos los problemas de la sociedad actual.
Desde la perspectiva educativa, la educación para el desarrollo sostenible se
considera como un proceso interactivo enfocado en la formación, la concienciación y
el compromiso que busca en la educación formal, no formal e informal la comprensión
y el compromiso de la persona sobre los problemas que atañen al desarrollo, al
subdesarrollo, a la pobreza, a la desigualdad, a las personas y los países que los
sufren (Eizaguirre, 2000).
Desde la triple naturaleza propia de la educación, la transformación, la
complejidad y la apertura (Calderón y Monclús, 2001), la educación para el desarrollo
aparece como una herramienta de cambio, de mejora, de manejo de situaciones y
temáticas actuales. Este hecho permite reenfocar la educación formal tradicional,
trascender las limitaciones y potenciar un proceso educativo diverso, permanente y
que genere transformaciones significativas tanto en los entornos inmediatos como en
aquellos más alejados. Su campo de acción va más allá de la adquisición de
conocimientos y asume como parte de su función el aprendizaje de nuevos valores y
actitudes (Calderón y Monclús, 2001).
Metodología
El artículo que se propone se centra en analizar la importancia del proceso
educativo desde el origen del derecho a la educación. Desde un punto de vista
histórico, la educación es parte innegable de la formación y plenitud de la persona, la
importancia de la responsabilidad social educativa y la educación para el desarrollo
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sostenible permiten potenciar dicho proceso humano. Desde esa perspectiva
deductiva se ha realizado un cribado de información relativa a las variables que se
están analizando: el derecho a la educación, la educación al desarrollo y la
responsabilidad social educativa.
Una vez establecidas las tres variables (educación para el desarrollo,
responsabilidad social educativa y desarrollo humano) se ha procedido a buscar la
información siguiendo un enfoque deductivo. El espacio temporal a abarca un período
histórico de unos 75 os, comprendido entre el surgimiento de cada una de las
variables hasta nuestros días (desde 1948 con la Declaración Universal de los
Derechos Humanos hasta el siglo XXI), así como el espacio geográfico de los países
del hemisferio occidental en el que se dan y que, sin duda, coadyuba a la
contextualización del fenómeno descrito.
Con las fuentes englobadas por área y en el contexto espaciotemporal se ha
realizado un análisis de aquellos aspectos generales que refuerzan la hipótesis de
partida y las diferentes alternativas existentes.
Resultados y discusión
La educación es un pilar fundamental del proceso de desarrollo de las
personas. La transmisión de valores, de cultura, de contenidos, conocimientos y la
generación de habilidades y capacidades inciden de manera positiva en el proceso
de maduración del ser humano. De esta manera, se genera un autoconcepto basado
en la libertad y la dignidad del ser humano que le permite operar libremente sobre su
propia situación y fomenta su autonomía.
La persona es s libre y más autónoma cuanto más educada sea dado que
libertad, conocimiento y autonomía inciden en el proceso de toma de decisiones de
manera madura y responsable y convierte a todos los seres humanos en dueños de
sus vidas y generadores de su propio desarrollo.
Desde esta perspectiva, gracias a la educación los individuos son conscientes
de su propio yo, de sus capacidades y oportunidades y sobre ello pueden generar el
proceso de desarrollo adecuado a sus expectativas vitales, cubrir aquellas
necesidades básicas que se marca cada individuo.
Es por este motivo, que el derecho a la educación se convierte en la llave
maestra del desarrollo humano. Es la herramienta fundamental que permite a todos
los seres humanos adquirir las bases de manera equitativa para promover el
desarrollo tal y como cada uno de ellos lo conciben. Sin la educación, el principio de
igualdad se quiebra por la falta de conocimiento y preparación para abordar un
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Educación para el desarrollo sostenible y Responsabilidad Social Educativa. Una mirada histórica desde la persona
proceso fundamental que está en la base de la dignidad de la persona y de su
dignificación.
Sin el derecho a la educación, sin el acceso a los recursos educativos mínimos,
las personas se mantienen en situaciones de pobreza y desigualdad derivadas de la
falta de estímulos intelectivos y madurativos y se ven apartadas de las posibilidades
de desarrollo y mejora de su nivel de vida.
La educación se entiende como un elemento básico en el proceso desarrollo
humano desde el surgimiento de los mismos y de todas las teorías que ponían en el
centro la mejora de las condiciones de vida de los individuos y, sobre todo, la
multidimensionalidad vinculada con la propia naturaleza humana y con el proceso de
desarrollo.
El derecho a la educación abarca, por tanto, todos los elementos que
componen el ser humano. Todas sus facetas, los aspectos s destacados
biológicos, cognitivos, afectivos, espirituales y sociales, son campo de trabajo para la
educación y el acceso al proceso educativo permite desplegar la totalidad del ser.
En la responsabilidad social educativa convergen todos los factores que hacen
posible el pleno desarrollo del derecho a la educación y la plenitud de las personas
en su logro y disfrute. Gracias a la responsabilidad social educativa, la
corresponsabilidad, la solidaridad, la igualdad, la libertad y la dignidad de los
individuos se ponen en el centro del proceso de enseñanza-aprendizaje que, desde
este momento, se entiende como parte fundamental del cambio y la transformación
social. Los individuos operan en la educación socialmente responsable como
propiciadores del hecho educativo y como garantes de la transmisión de valores que
impactan de manera positiva en el entorno más cercano y en el más lejano, así como
en la generación en la que están y en las generaciones futuras a las que transmitirán
su compromiso social.
La educación socialmente responsable es, por lo tanto, sostenible en sus
acciones y propiciadora del desarrollo sostenible y ético.
La educación para el desarrollo sostenible es, por tanto, parte y manifestación
de la responsabilidad social educativa, especialmente en su dimensión educativa.
Permite la transmisión de valores y del desarrollo sostenible buscando la plenitud de
la persona en el hecho educativo. Se generan sinergias entre la propia naturaleza
socialmente responsable de la educación y la educación para el desarrollo sostenible
y se engloba en la responsabilidad social educativa la propia educación para el
desarrollo.
La educación para el desarrollo sostenible establece los espacios en los que
potenciar su acción. Dichos espacios trascienden de los destinados a la educación
formal y genera un modelo más complejo, a la vez que completo, sobre la acción
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educativa en la sociedad y su incidencia a través de las herramientas
existentes y de las esferas en las que se da. En este sentido, la sociedad es el eje
central del proceso y la educación socialmente responsable se enfoca en todas las
instituciones que, como sucede con la responsabilidad social educativa, tienen
relación directa o indirecta con el hecho educativo. Cabe destacar que las
dimensiones de aprendizaje, formación, información y acción que sustentan los
modelos educativos sostenibles conjugan los campos educativos (educación formal,
no formal o informal) para poder asumir todas las posibilidades educativas y dar
respuesta a los requerimientos educativos individuales y sociales.
Conclusiones
Desde el inicio del mundo contemporáneo, la virtud medieval y moderna dio
paso a la felicidad como fin último de la existencia del ser humano. Desde ese
momento todos los esfuerzos políticos, sociales y educativos fueron dirigidos a
alcanzar ese fin como estadio culminante de la existencia humana.
Desde mediados el siglo XX, a la felicidad se unía el pleno desarrollo de las
personas como conceptos indisociables de la existencia del ser humano. La plenitud
del disfrute de sus derechos se conseguía alcanzando los diferentes hitos marcados
para ello en cada uno de los regímenes surgidos en el nuevo orden tras la II Guerra
Mundial. En el caso occidental los derechos fundamentales eran la estructura perfecta
para conseguir que todos los seres humanos se desarrollasen, viesen colmadas sus
expectativas y alcanzasen la felicidad.
El derecho a la educación fue establecido como derecho inalienable y, como
tal, proveía a los individuos de las herramientas necesarias para promover un modelo
de vida superior. Otorgaba a la educación un papel principal en el desarrollo de las
personas y de los pueblos y ponía el foco en el hecho educativo y en todos los agentes
que intervenían en el mismo.
Las instituciones educativas se consolidaron como los centros de promoción
del derecho a la educación y se fue perfilando un proceso de enseñanza-aprendizaje
con un peso cada vez mayor en su entorno y una influencia decisiva en la vida de las
personas. La presencia e importancia de la educación en la sociedad y de las
instituciones educativos ha ido adquiriendo notoriedad desde el siglo XX. Del mismo
modo se ha aumentado la variedad de situaciones de aprendizaje, se han mejorado
los contenidos y se han adaptado los modelos educativos y las metodologías para dar
una respuesta acorde con la demanda social. El impacto de la educación en la vida
de las personas y de las sociedades es cada vez mayor, así como los canales y
medios que promueven el hecho educativo en sus diferentes variantes. Desde los
tradicionales centros educativos hasta las nuevas tecnologías, la educación está en
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Educación para el desarrollo sostenible y Responsabilidad Social Educativa. Una mirada histórica desde la persona
el centro de la transmisión de la cultura y de las nuevas formas culturales que
han surgido y surgen en las sociedades.
La responsabilidad social educativa surgpara dar respuesta al compromiso
social de la educación y, a través de sus tres dimensiones, promocionar de manera
clara la educación como herramienta de promoción de la persona, la
corresponsabilidad con el medio y la sostenibilidad de las acciones educativas.
No es baladí que la responsabilidad social educativa asumiera la importancia
de la educación en la sociedad y el encargo de la transformación social a través de la
transmisión de los valores y derechos fundamentales de las sociedades y de todas
las instituciones sociales. El hecho educativo abría su espacio y las acciones
educativas socialmente responsables eran capaces de permear en espacios
educativos en los que antes no tenían presencia.
Del mismo modo, se reconfiguró el concepto educativo ampliando la educación
a los campos de acción, no solo a la formación, mediante el fomento de una educación
para el desarrollo que se insertaba en esos nuevos espacios y se fundamentaba en
la propia dimensión educativa de la responsabilidad social. La educación para el
desarrollo sostenible ponía el foco en el proceso educativo desde una perspectiva
diferente, asumiendo la diversidad y la multidimensionalidad de la educación, de su
metodología de sus espacios y de sus protagonistas e implantando valores como la
sostenibilidad, equidad, libertad y dignidad en todo el proceso educativo.
Desde la persona y para la persona, el proceso educativo socialmente
responsable y la educación para el desarrollo sostenible muestran la esencia de la
educación; la importancia del compromiso ético de la misma y su papel fundamental
en la creación de sociedades más justas, libres y dignas. De esta manera apuesta por
la mejora de las condiciones de vida de todos los individuos, fomenta su autonomía,
potencia los elementos esenciales que componen el ser humano y favorece la
satisfacción personal y la felicidad, tanto individual como de la sociedad en su
conjunto.
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Esther Ruiz Simón