Marta Gómez-Gómez
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sólo concienciarse de las necesidades de tu alrededor, reflexionando en qué
puede hacer cada uno por mejorarlo. Esta actitud fomenta la autonomía de los
estudiantes y asegura que su educación sea relevante y aplicable a la vida real.
- Conocimientos a aplicar: En esta etapa es vital definir qué conocimientos se
van a impartir, ya sean conceptos teóricos, competencias o habilidades
prácticas. Como señala Gómez-Gómez (2019), es necesario precisar los
aprendizajes, pero también es importante reconocer las capacidades y las
limitaciones de los estudiantes. Los destinatarios del servicio deben entender
que los estudiantes aún están en formación y es posible que no dominen todas
las destrezas requeridas. Sin embargo, el valor del ApS radica en reconocer y
apreciar la voluntad de los estudiantes de compartir sus conocimientos
desinteresadamente. Así mismo, en este tipo de proyectos los estudiantes
desarrollan una serie de competencias específicas y transversales muy útiles
para resolver las situaciones que se puedan presentar en su futura profesión
(Herranz-Llácer y Segovia Gordillo, 2022).
- Servicio a ofrecer: Estos proyectos se concretan en un servicio que requiere
una planificación detallada de todos los elementos curriculares (objetivos,
conocimientos, métodos, actividades, recursos, cronograma, gestión de la
diversidad, evaluación, etc.). El servicio puede plantearse en diferentes
formatos (talleres, seminarios, etc.) y debe basarse en la cooperación y
colaboración tanto de los ejecutores del Aprendizaje-Servicio como de las
instituciones involucradas.
En general, estamos ante una metodología que no sólo favorece el trabajo en
equipo, la colaboración y la cooperación, es decir, el desarrollo de la dimensión social
del individuo (Silvestre Miralles, 2021), sino también, posibilita la adquisición de la
autonomía, el emprendimiento y la iniciativa personal, la sensibilización,
concienciación y compromiso social (López de Arana Prado et al., 2023). Por lo que,
también favorece el desarrollo individual de las personas.
Como metodología activa y experiencial también favorece la motivación e
implicación de docentes y estudiantes, así como capacidades como el pensamiento
crítico, la reflexión, el trabajo en equipo, etc., coincidiendo con las aportaciones de
otras metodologías activas como las simulaciones (Paz-Albo et al., 2023) y el Design
Thinking (Izquierdo Izquierdo, et al., 2022), entre otras. Siguiendo a estas últimas
autoras, las metodologías activas contribuyen a un aprendizaje significativo en el que
el estudiante encuentra sentido a lo que aprende, le da significado y valor. Por ello, el
ApS es significativo a todos los niveles:
- A nivel académico: como metodología de enseñanza y aprendizaje, se
enseña y aprende de manera diferente, más vivencial, donde el estudiante
experimenta un verdadero aprendizaje y donde se le empodera para enseñar
lo que él/ella sabe (o está aprendiendo).