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Educación y sensibilidad: la educación de la
sensibilidad tridimensional humana
Education and sensibility: the education of human three-
dimensional sensibility
Ana Verde
Universidad Rey Juan Carlos (España)
ana.verde@urjc.es
https://orcid.org/0000-0003-0339-0510
María Cristina Rodríguez Álvarez
Universidad Rey Juan Carlos (España)
c.rodriguezal.2018@alumnos.urjc.es
https://orcid.org/0009-0000-6624-3636
Resumen:
Abstract:
La tradición aristotélico-tomista ha reducido la
noción de sensibilidad al conocimiento
sensible y esto ha llevado a carencias en la
educación de la sensibilidad humana.
Aplicando una metodología fenomenológica
hermenéutica, analizamos desde una
perspectiva pedagógica las diferentes
concepciones de la sensibilidad. La
manifestación del ser humano en forma de
triada ha sido defendida por autores de
prestigio en diferentes culturas de todos los
tiempos como la hebrea, la hindú, la griega, la
latina, la budista, así como otras corrientes
filosóficas impulsadas por Husserl y la
fenomenología o Polo, máximo representante
de la antropología transcendental. En este
artículo se sientan las bases teóricas de la
sensibilidad tridimensional humana:
“corporal”, “mental” y “apertural”, así como la
importancia de fomentar la Educación
Sensible, necesaria para que la sensibilidad
humana sea el punto de partida de un
desarrollo personal auténtico y pleno de la
Abstract: The Aristotelian-Thomistic tradition
has reduced the notion of sensibility to sensible
knowledge, and this has led to shortcomings in
the education of human sensibility. Applying a
hermeneutic phenomenological methodology,
we analyse the different conceptions of
sensitivity from a pedagogical perspective. The
manifestation of the human being in the form of
a triad has been defended by prestigious
authors in different cultures of all times, such as
Hebrew, Hindu, Greek, Latin, Buddhist, as well
as other philosophical currents driven by
Husserl and phenomenology or Polo, the
maximum representative of transcendental
anthropology. This article lays the theoretical
foundations of the three-dimensional human
sensitivity: "bodily", "mental" and "apertural", as
well as the importance of promoting Sensitive
Education, which is necessary for human
sensitivity to be the starting point for an
authentic and full personal development of
one's own originality. The lack of Sensitive
Education can damage a person's life, since the
Recibido: 30/04/2023 | Revisado: 02/05/2023 | Aceptado: 1/06/2023 |
Online First: 13/06/2023 | Publicado: 30/06/2023
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propia originalidad. La falta de Educación
Sensible puede dañar la vida de una persona
puesto que cuanto mayor sea la sensibilidad
de ésta, mayor será el daño. Finalmente, se
aportan propuestas prácticas para desarrollar
la Educación Sensible, llegando a la
conclusión de que la sensibilidad humana es
más amplia que la del resto de vivientes y es
esa amplitud y libertad la que requiere
educación.
Palabras clave: Educación, sensibilidad,
apertura personal, Educación Sensible, teoría
de la educación.
greater the sensitivity, the greater the damage.
Finally, practical proposals are made to develop
Sensitive Education in the classroom, reaching
the conclusion that human sensitivity is wider
than the other living beings and it is precisely
this freedom and freedom that requires
education.
Keywords: Education, sensitivity, personal
openness, Sensitive Education, education
theory.
Introducción
El estudio llevado a cabo utiliza una metodología fenomenológica y
hermenéutica analizando las diferentes concepciones de la sensibilidad desde una
perspectiva pedagógica. La metodología utilizada es fenomenológica porque examina
cómo percibimos y experimentamos el mundo a través de nuestra conciencia, y
hermenéutica ya que busca comprender e interpretar los significados que se
encuentran en esa experiencia mediante el lenguaje.
La sensibilidad es un concepto que se utiliza en diferentes áreas del
conocimiento (filosofía, psicología, medicina, física y biología, entre otras) para
referirse a la capacidad de un organismo o sistema para detectar y responder a los
estímulos externos o internos. Su aplicación varía según la disciplina en la que se
utilice, pero siempre implica una capacidad para percibir y reaccionar ante el entorno.
En el campo concreto de la filosofía, la sensibilidad es la capacidad de los seres
humanos de percibir y experimentar el mundo que les rodea a través de los sentidos
y de la conciencia. La sensibilidad es un tema central en la filosofía de la percepción,
que se ocupa de las preguntas sobre cómo percibimos el mundo y qué relación hay
entre nuestra percepción y la realidad objetiva.
Aristóteles (350 a. C.), hace referencia a que la sensibilidad opera por medio
de los sentidos externos: olfato, oído, vista, tacto, gusto, y los internos, que detallados
por los aristotélicos medievales serían la memoria, la imaginación y la cogitativa
(Mousavian y Fink, 2020). Tanto Aristóteles como Platón, sostenían que la
sensibilidad era una forma de conocimiento inferior a la razón y que podía ser
engañada por las apariencias.
Para los escolásticos, los sentidos externos permiten la percepción de los
objetos físicos y los internos permiten la formación de imágenes mentales y la
retención de la información sensorial. La teoría escolástica de los sentidos internos
puede verse como un intento de explicar y clasificar las habilidades cognitiva
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compartidas por los seres humanos y los animales no racionales, habilidades que van
más allá de la pura sensación y requieren un cierto nivel de abstracción. La teoría de
la abstracción sensorial escolástica coloca a la sensibilidad en la base de la cognición
humana, ya que, ésta, proporciona la materia prima para la formación de ideas y
conocimientos: la mente humana puede separar la información sensorial recibida de
los objetos físicos de sus cualidades particulares, como el color o la forma, y generar
conceptos universales.
Kant definió la sensibilidad como la capacidad (receptividad) de recibir
representaciones al ser afectados por los objetos. Gracias a ella, nuestro psiquismo
reacciona ante los impactos provocados por los objetos dentro de dos estructuras que
son el espacio y el tiempo, estructuras que actúan como marcos para organizar el
caos de impresiones que reciben. Las sensaciones situadas por la sensibilidad en el
espacio y el tiempo se conocen como fenómenos. En su obra Crítica de la Razón
Pura, (KrV, A) asume esta tradición y la racionaliza aportando las bases de la
educación racionalista y voluntarista que es propia de la tradición ilustrada que llega
hasta nuestros días. (Kant, 1781).
Sin cuestionar los avances de la educación bajo los paradigmas objetivistas
(newtonianos) o subjetivistas (cartesianos) y los planteamientos holísticos, vemos que
todos ellos no son suficientes para afrontar los grandes retos de la humanidad. Si el
subjetivismo (racionalismo) deposita su confianza casi exclusivamente en la razón, el
objetivismo (empirismo) limita el alcance del conocimiento a la experiencia sensible.
En el planteamiento objetivista, la realidad es vista como una entidad objetiva y
medible, independiente de la experiencia humana. En contraste, en el planteamiento
subjetivista, la realidad es vista como una construcción subjetiva de la experiencia
humana. En cuanto a la educación y la sensibilidad, ambos, tienen diferentes
implicaciones.
En la educación basada en el modelo objetivista, el énfasis se coloca en la
adquisición de conocimientos y habilidades medibles y cuantificables, esperando que
los estudiantes aprendan a través de la observación y la experimentación; la
sensibilidad, también medible y cuantificable, permite reconocer y analizar patrones
o entender conceptos. En el modelo subjetivista, el énfasis se pone en el aprendizaje
mediante la reflexión y la interpretación de la experiencia personal y subjetiva, siendo
la sensibilidad vista como algo más subjetivo, relacionado con la capacidad para
conectar con las emociones y la experiencia personal.
En el aporte del paradigma holístico se capta un “además” que es objetivo y
subjetivo a la vez, y mayor que sus partes. Los enfoques holísticos en educación se
basan en la idea de que el aprendizaje debe abarcar todos los aspectos de la vida de
un individuo, incluyendo su mente, cuerpo y espíritu. Estos enfoques reconocen que
las personas son seres complejos y multidimensionales, y que el aprendizaje debe
abordar todas estas dimensiones de manera integral. Lo sensible desde la
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cosmovisión holística se hace portador de una significación universal, “espiritual”,
buscando desarrollar la sensibilidad de los estudiantes hacia su entorno y hacia los
demás, fomentando la empatía y la compasión, ayudando así a los estudiantes a
desarrollar una conciencia más profunda de mismos y de los demás. También se
les anima a reflexionar sobre su papel en el mundo y a considerar cómo pueden
contribuir positivamente a la sociedad.
En la educación holística, la sensibilidad es un elemento clave que implica una
apertura a nuevas perspectivas y experiencias, así como el desarrollo de una
capacidad de conexión con los demás, una conexión auténtica y empática de cuyo
fruto se espera habilidades y actitudes en el estudiante que amplíen su visión del
mundo y su capacidad para abordar los desafíos y oportunidades que se presenten
en su vida. Sin embargo, desde este paradigma, no se ofrece una pedagogía con
rigor científico que pueda ser fundamento de los sistemas educativos con suficiente
credibilidad
La noción tradicionalmente reduccionista de la sensibilidad dificulta su tarea
educativa, al no considerar su dimensión más humana y diferenciadora del resto de
animales: la tridimensionalidad, puede explicarse científicamente y es el objetivo de
este estudio.
Marco teórico
Estado de la cuestión
El concepto de la sensibilidad es un tema amplio y complejo que se remonta a
filósofos antiguos como Platón y Aristóteles quienes discutieron la relación entre la
percepción sensorial y el conocimiento.
Platón desarrolló su teoría acerca de la sensibilidad en la obra La República
(370 a.C). Según Platón, la percepción sensorial no puede brindar un conocimiento
verdadero, sino que es una apariencia que engaña a los sentidos. La verdadera
realidad se encuentra en el mundo de las Ideas, que es el lugar donde se encuentran
los arquetipos o formas perfectas de todas las cosas. La sensibilidad, por lo tanto, no
es más que una imitación imperfecta de estas formas ideales o una mera apariencia.
Este punto de vista fue ilustrado en la famosa alegoría de la caverna (libro VII de la
obra República), en la que se compara la percepción sensorial con las sombras
proyectadas en una cueva, y el conocimiento verdadero con la luz del sol que ilumina
el mundo exterior.
La visión aristotélica describe la sensibilidad como una función del cuerpo
estrechamente ligada al alma (De Anima y en De memoria et reminiscentia), la cual,
es el principio vital que anima a los seres vivos y que se divide en tres tipos: alma
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vegetativa, alma animal y alma racional. Para Aristóteles, la sensibilidad es esencial
para la supervivencia de los seres vivos y es el primer paso hacia el conocimiento y
la comprensión del mundo, por lo tanto, no es una mera apariencia como indicaba
Platón, sino que es una función vital que permite a los seres vivos interactuar con su
entorno y adaptarse a él.
Posteriormente, Galeno (s.III d.C), médico y filósofo griego que vivió en la
época romana, mostró su interés por la sensibilidad desarrollando una teoría en la
que ésta es una función que se origina en el cerebro y se transmite a través de los
nervios a los órganos sensoriales. Esta función compleja involucra tanto a los órganos
sensoriales como al cerebro, puesto que los sentidos no solo perciben los objetos
externos, sino que también los interpretan y los organizan en patrones significativos.
La sensibilidad estaría relacionada con la mente y la percepción, concepción que
sigue estando vigente en el campo de la neurociencia.
Galeno transmitió estas teorías a los pensadores medievales a través de
Nemesio (s.IV d.C), como podemos ver en De natura hominis (capítulo 5), primer
tratado de antropología filosófica de un autor cristiano y ejemplo temprano de la
integración de la filosofía y la medicina con la teología cristiana. Nemesio concedió
valor a la sensibilidad y los sentidos para la consecución de una vida plena y
equilibrada que vendría dada por comprensión de la relación entre el cuerpo y el alma.
Este autor debatió sobre la sensibilidad y la emoción, indicando que las emociones
son la respuesta natural corpórea a estímulos externos y, por lo tanto, podrían ser
guía para la conducta humana, pero advirtió que éstas, a veces, resultan ser
engañosas y se han de controlar y disciplinar.
De igual forma procedió Juan Damasceno (675-749) en su obra De fide
orthodoxa (1350), advirtiendo que pasiones y emociones desordenadas pueden llevar
al ser humano por caminos errados y distraerlo de su relación con Dios destacando
la necesidad de disciplina y autocontrol para mantener la armonía entre el cuerpo y el
alma. Para este autor, la sensibilidad fue considerada como un don que ha de ser
utilizado para el bien de uno mismo y de los demás, con sabiduría y responsabilidad.
San Agustín (c. 354-430) fue el primer filósofo que utilizó el término
latino sensus interior para referirse al sentido común de Aristóteles (Confesiones libro
1, capítulo 17; vis interior en el libro 7, capítulo 27), y también el término “corazón”
para referirse al sentido espiritual del ser humano que le permite comprender el
sentido de su propia vida y llevarlo a cabo. Esta cosmovisión agustiniana ha quedado
en un segundo plano en nuestra civilización pudiendo haber prevalecido con Pascal.
Avicena (980-1037) fue un dico y filósofo persa cuya filosofía era una
combinación de la tradición aristotélica y el neoplatonismo. Propuso una teoría en la
que la sensación es el resultado de la interacción entre un objeto sensible y un órgano
sensorial. Diferenció cinco sentidos externos y cinco sentidos internos. Los sentidos
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internos como poderes de la parte aprehensiva del alma sensible serían: sentido
común (sensus communis), la imaginación (imaginatio), el poder imaginativo (vis
imaginativa, el poder estimativo (vis aestimativa) y la memoria (vis memorialis et
reminiscibilis). Por su parte, Costa Ben Luca (864-923), consideró que el sentido
común está al mismo nivel de abstracción que los cinco sentidos externos puesto que
su presencia depende de la del objeto percibido, si bien no se cuenta como tal porque
no recibe sus formas directamente.
En la Edad Media, Alberto el Grande, (1200-1280) filósofo y científico alemán
del siglo XIII, tuvo una visión compleja sobre la sensibilidad y la percepción. Usó la
clasificación de Avicena y la combinó con una descripción del cerebro y las funciones
de los espíritus animales. Otro de los autores fundamentales de la época medieval es
Santo Tomás de Aquino (1225-1274) quien creó la concepción de sensibilidad como
conocimiento sensible propio del cuerpo-mente humano. Para este filósofo y teólogo,
la sensibilidad era una capacidad que residía en el cuerpo humano y que permitía a
las personas percibir los objetos del mundo material. La sensibilidad era una facultad
del alma que requería del cuerpo para su correcto funcionamiento.
Avanzando en el tiempo, René Descartes (1596-1650) consideró la
sensibilidad como una fuente de error y engaño para el conocimiento ubicándola en
un nivel inferior al de la razón. En Meditación Primera (1642), indicó que nunca
debemos confiar completamente en aquello que nos ha engañado una vez (Baggini,
2002), haciendo referencia a la Percepción Sensible, y estableciendo que para llegar
a un conocimiento verdadero era necesario utilizar la razón, la cual era la fuente de
conocimiento más confiable y segura. Coetáneo a Descartés fue el filósofo francés
Blaise Pascal (1623-1662) quien estableció que el hombre se compone de cuerpo y
alma, y que conoce el universo con facultades como el pensamiento y el corazón, y
que este último permitía sentir a Dios.
En la filosofía moderna fue Inmanuel Kant (1724-1804) uno de los filósofos más
influyentes en la historia de la sensibilidad. En su obra Crítica de la Razón Pura (KrV,
1781) sostiene que la experiencia sensorial es la base del conocimiento, pero que la
mente humana impone ciertas estructuras y categorías a la percepción para poder
comprenderla. En este sentido, afirma que todo conocimiento comienza con la
experiencia, pero no todo conocimiento procede de ella. Nuestra intuición sólo puede
ser sensible, por lo tanto, sin sensibilidad ningún objeto nos es dado. El objeto de la
intuición es el entendimiento y sin entendimiento, ningún objeto es pensado. El
conocimiento solo existe de la unión de ambos. La visión adoptada por Descartés,
Kant y Pascal es la que fundamenta la concepción racionalista y voluntarista de la
pedagogía científica, en la que se aparta la sensibilidad del espíritu dentro del ámbito
educativo formal.
Enmarcados en la filosofía contemporánea algunos de los filósofos que han
tratado el tema de la sensibilidad son Maurice Merleau-Ponty y Richard Shusterman.
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El primero de ellos en su obra Fenomenología de la percepción (1945) establece la
relación entre el cuerpo y el mundo, indicando que la percepción sensorial es una
manera de entender el mundo que no puede ser separada del cuerpo (Merleau-Ponty,
1976). Por su parte, Richard Shusterman, ha desarrollado la corriente filosófica
conocida como “estética pragmatista” donde se establece que “la experiencia
sensorial es un elemento central de la vida humana y, por lo tanto, debe ser valorada
en la teoría estética” (Shusterman, 2000, p.1).
La tridimensionalidad de la sensibilidad humana
La manifestación del ser humano en forma de triada ha sido defendida por
autores de prestigio en diferentes culturas de todos los tiempos como la hebrea, la
hindú, la griega, la latina, la budista, así como otras corrientes filosóficas impulsadas
por Husserl y la fenomenología o Polo, máximo representante de la antropología
transcendental. La teoría tridimensional de la sensibilidad que se detiene en Agustín
de Hipona es retomada por Pascal y más recientemente por autores que desde la
fenomenología, tratan de contrarrestar los reduccionismos de la filosofía moderna y
posmoderna. Entre estos autores cabe destacar a los integrantes del círculo de
Gotinga en particular Edith Stein y Max Scheler, y desde la tradición española cabe
Leonardo Polo.
Pascal, dedica varios fragmentos en sus obras a los tres órdenes de realidad.
Su pensamiento sobre los distintos ordenes de realidad y de grandeza fue abordado
desde distintas perspectivas. Concretamente, en su obra Pensamientos establece
tres órdenes, carne, espíritu o inteligencia, y caridad, en los fragmentos L.308 y L.
933, cuyo análisis revela una multitud de principios y aspectos implicados A pesar de
los diferentes puntos de vista, nos centraremos exclusivamente en el antropológico:
los tres órdenes expresan los modos de comprender el mundo a través de tres
perspectivas distintas que corresponden a tres modos de ser, refleja tres actitudes
que definen por completo a un ser humano, posibilidades de existencia afines a los
tres estadios de Kierkegaard: estético, ético y religioso (Villar Ezcurra, 2021). Según
Pascal, hay distintos géneros de facultades según se refieran al cuerpo, al espíritu o
inteligencia:
Lo corporal remite a lo sensible, pero también al poder, a la fuerza o a la
riqueza; el espíritu se refiere a la ciencia o al saber; el orden de la caridad al amor o
a la voluntad como figura en el fragmento L.933 (Villar Ezcurra, 2021, p.141).
Por su parte Stein, especialmente en su antropología filosófica de base
fenomenológica, considera al ser humano de manera integral. Parte del análisis de
las experiencias para encontrar una base en la constitución y/o estructura del ser
humano. Asimismo, en su pensamiento, aboga por la comprensión de las ciencias
humanas y las ciencias del espíritu. La antropología filosófica fenomenológica busca
entender la estructura del ser humano, así como también sus actitudes cognitivas y
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prácticas. En este sentido, entiende al ser humano de manera integral, concibiendo a
las personas en su estructura analógica, es decir, en su integridad, como un todo que
no se puede dividir. Para Stein la persona humana está representada en tres
dimensiones constituidas por corporeidad, psiquismo y espiritualidad. Estas
dimensiones no son estáticas sino dinámicas, juntas expresan la fuerza vital, están
interconectadas como una fuerza corporal, una fuerza psíquica y una fuerza espiritual.
Es por ello por lo que, gracias a esta su interconexión, la dimensión corpórea puede
influir en los actos psíquicos y espirituales y la dimensión espiritual puede determinar
disposiciones psíquicas y corporales (Ales Bello, 2006b; Fernandes y Massimi, 2021).
Esta compleja estratificación y tripartición, para Stein, supone encontrar respuestas
que remiten a nuestra actitud individual pero que se abren a una dimensión
intersubjetiva, importante para llegar a una dimensión comunitaria (Ales Bello, 2006a).
Max Scheler define cuatro dimensiones de la sensibilidad, pero en este caso,
haciendo referencia a los “sentimientos” y considerándolos transversales a todos los
estratos del ser humano (Sellés-Dauder, 2009).
Polo, en su libro, Ayudar a crecer. Cuestiones filosóficas de la educación define
el quehacer educativo como “ayudar a crecer” y describe los elementos necesarios
para una buena educación integral. Plantea que los seres humanos necesitamos
ayuda desarrollarnos, nacemos indefensos, débiles y frágiles, lejos de nuestra
madurez que nos imposibilita valernos por nosotros mismo, irremediablemente
estamos lejos de poder desempeñarnos en las labores que nos depara la sociedad.
Nos desarrollarnos irrestrictamente, y, para poder desarrollarnos, necesitamos ayuda
no solo en el aspecto biológico (el crecimiento físico), sino también en el aspecto
psicológico y los aspectos noológicos. El hombre es un ser vivo a quien hay que
ayudarle a crecer, porque en caso contrario, su crecimiento sería mucho menor del
que sería susceptible si se le ofrece esa ayuda. La antropología poliana distingue, en
el ser humano una triple dimensión:
Naturaleza humana, compuesta por el cuerpo y el alma, con sus
facultades de inteligencia y voluntad, en estado natural.
Esencia del hombre, consistente en las perfecciones adquiridas en la
naturaleza, hábitos de la inteligencia y virtudes de la voluntad. El hombre
crece como esencia. Ese crecimiento consiste en la adquisición de
hábitos que perfeccionan la inteligencia y virtudes que perfeccionan la
voluntad.
Acto de ser personal, conformado por la coexistencia libre, el conocer y
amar personales.
Este autor estudia a mismo la triple relación dinámica entre afectividad,
racionalidad, sociabilidad en los seres humanos. (Polo, 2006).
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Descripción de la sensibilidad tridimensional humana y la Educación Sensible
La Educación Sensible también apoya la idea de tridimensionalidad humana,
siendo tres las dimensiones del ser humano: “corporal”, “mental” y “apertural”. Estas
dimensiones no suponen tres partes del ser humano, sino que son tres formas de
referirse a la unidad del ser humano, poniéndose el foco en un punto u otro.
Figura 1
Tridimensionalidad de la sensibilidad humana
Fuente: Martínez-Domínguez, 2022.
La sensibilidad corporal es la capacidad de los cuerpos vivos (sintiente) de
percibir estímulos del ambiente: temperatura, humedad, salinidad, etc., que
condicionan la calidad de vida, la posibilidad de sobrevivir o la posibilidad de realizar
determinadas funciones. En los seres vivenciantes (seres vivos con mente), la
sensibilidad corporal de lo externo e interno se realiza a través de los sentidos. En
fisiología, es la función del sistema nervioso que permite detectar a través de los
órganos sensoriales las variaciones físicas o químicas que provienen del interior del
individuo o de su medio externo. La sensibilidad se hace consciente en el cerebro
como experiencia mental.
La sensibilidad mental, no está disponible en los vegetales. Los animales,
además de disponer de la información que proviene de la sensibilidad corporal, son
capaces de empatizar con el estado de otros animales o personal, detectar sutilezas
del entorno y anticiparse por una cierta intuición instintiva. Tal es así que, por ejemplo,
un perro puede captar, incluso con mayor sensibilidad que una persona, la posible
tristeza de su cuidador y tratará de consolarle, aunque no sepa la causa y motivo de
la tristeza.
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Por último, la sensibilidad apertural, no está disponible para los animales. Las
personas, además de disponer de la experiencia mental que ofrece la sensibilidad
corporal y la experiencia subjetiva que brinda la sensibilidad mental, dispone de una
sensibilidad apertural (o espiritual) que le permite captar la propia originalidad: “quién
soy”, “de dónde vengo”, “a dónde voy”, pero no es un proceso mental de la razón, el
sentimiento y la voluntad, sino que es un “además” que popularmente se ha conocido
por “corazón” y como diría Pascal, en su obra Pensées, sección III: “el corazón tiene
razones, que la razón no entiende”, reconociendo que las emociones se escapan del
dominio racional al que aspiraba el Racionalismo Moderno que anteponía la razón a
las emociones. El corazón no es sólo sentimiento, instinto o voluntad, posee también
funciones intelectuales o especulativas (González, 2004).
Es necesario puntualizar que la diferenciación planteada es meramente teórica
para favorecer la interpretación, pero en la realidad vivida, la sensibilidad humana se
manifiesta como una unidad irreductible e inseparable que es la sensibilidad personal,
y que a su vez, está formando una unidad con el resto de dimensiones del “yo”, que
a su vez, forma una unidad con el “nosotros”, y cada “nosotros” forman una
vinculación de nosotros con la que forman la sociedad, que a su vez está vinculada
con la naturaleza, y todo, permanece vinculado con el origen de todo (Martínez-
Domínguez, 2023). Como decía Anaxágoras de Clazomene: “todo está en todo”.
Propuesta para educar la sensibilidad humana
La dimensión triádica ha sido olvidada por la modernidad. Si queremos
incentivar la educación en el aula de la sensibilidad humana en su tridimensionalidad
se hace necesario primeramente tener la sensibilidad de uno mismo, siendo
primeramente consciente de “quién soy”, actuando desde la verdad, desde “mi
originalidad” sin intentar imitar a otros o adaptarme al medio. La sensibilidad nos lleva
a no adaptarnos a lo que hay o nos rodea sino hacia un pensamiento crítico. Esta
sensibilidad del cuerpo nos lleva a un primer conocimiento sensible básico, para pasar
a un conocimiento de la mente, crítico, y, en tercer lugar, a ese pensamiento creativo
o espiritual.
La Educación Sensible permite que el “yo” habite en su “hogar interior”
creciendo hacia su “apoteosis original” en el “nosotros”. En esa nueva expresión del
“yo”, el “nosotros” se hace cocreador de belleza con libertad, sabiduría y amor. De
esta forma, mediante una pedagogía no invasiva como la Educación Sensible, se
sostiene a la persona, no sin exigencia, para que acepte desplegar su versión original
y conseguir una vida gozosa en un “nosotros-maduro”. (Martínez Domínguez, 2022).
No se trata de proteger a los sensibles, lo cual sólo les debilitaría, sino de coexistir
cada uno de nosotros con el otro, ya que la Educación Sensible es inclusiva a todas
las personas, independientemente de su sensibilidad alta, media o baja. La
sensibilidad personal es capaz de captar la propia originalidad y disponerse para
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interpretarla en los dos sentidos: comprenderla y actuarla. (Martínez-Domínguez,
2022).
La Educación Sensible es necesaria para que la sensibilidad humana sea el
punto de partida de un desarrollo personal auténtico y pleno de la propia originalidad
que se altera y altera la de los demás con quienes compartimos la existencia,
formando un grupo que se impacta mutuamente con interdependencia; esta
educación es importante porque es la forma más rápida de acercarnos a una
civilización que habite el planeta con un amor maduro y benevolente que traiga
felicidad a las personas y a quienes coexisten con ellas. Aunque no es una solución
absoluta, ya que siempre existirá la libertad y el mal en el mundo (Spaemann, 1991).
Esta pedagogía tiene una orientación tanto individual (el “yo”) como colectiva.
(“el nosotros”). Esta educación semás efectiva en la medida en que fomente una
intimidad profunda en la persona, basada en el amor maduro, que le permita encontrar
gozo incluso en momentos difíciles. La ausencia de Educación Sensible puede dañar
la vida de una persona, y cuanto mayor sea la sensibilidad de ésta, mayor será el
daño. Sin embargo, una persona sensible también tendrá una mayor capacidad para
detectar y curar las heridas emocionales, y para ayudar a otros mediante la Educación
Sensible.
La didáctica sensible tiene dos importantes características que son el amor y
el diálogo, pero no se imponen, se muestran y se apela a que el origen de cada uno
de nosotros la adopte, enseñando a querer de corazón (Alvira, 1989). Si bien no se
puede garantizar automáticamente la transcendencia y la solidaridad del "yo", se
enfoca en fomentar una tendencia natural hacia la cooperación en lugar de reprimir
cualquier tendencia depredadora o egocéntrica que pueda ser atribuida a la genética.
La ciencia ha demostrado que la genética tiende a favorecer la cooperación, y es
hacia esa dirección, a la que se orienta la Educación Sensible (Bauer, 2013).
La Educación Sensible se manifiesta de tres formas distintas: como una fuerza
sanadora que actúa sobre la persona, como una destrucción creativa que permite la
evolución y el cambio con el tiempo, y como una acción que potencia el desarrollo del
potencial original de cada individuo, tal como ocurre con la transformación de la
crisálida en mariposa. Este tipo de educación no entra en debates sobre qué tipo de
educación es mejor, sino que reconoce que la educación es contemplativa, activa y
pasiva al mismo tiempo, y se refiere a esto como educación habitativa. Esta forma de
educación se basa en la integración de las tres dimensiones, y es más que la suma
de cada una de ellas por separado.
A través de este tipo de educación se promueve una "pedagogía del nosotros"
que no busca generar un sentimiento de superioridad en el educando, sino más bien
un sentimiento de superación que lo lleva a ser tan original como los demás. Aunque
el educando puede encontrar motivación en las consecuencias de sus éxitos o
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fracasos, así como en la aprobación de sus cuidadores y compañeros, estas no son
las motivaciones principales. En su lugar, existe una motivación interna que se siente
gratificante al superar obstáculos y experimentar el aliento que esto genera. El
educando se motiva cada vez más por su propia originalidad, lo que se convierte en
una motivación trascendental que lo impulsa a entregarse al mundo y a los demás de
manera original. Esta triple motivación, que se alinea con las esferas de sensibilidad,
se conoce como motivación abierta.
“La Educación Sensible enseña a cicatrizar las heridas en su origen real y no
en la creencia egocéntrica o alocéntrica inmadura que hace al sujeto sentirse víctima
o culpable” (Martínez-Domínguez, 2022, p.135), para lo cual, ha de ser una educación
dinámica. En este proceso dinámico, maestro y alumno sensible se retroalimentan
cada uno desde su originalidad. El maestro sensible ha de mostrar al alumno que
puede ser el creador de su propio aprendizaje inspirando no sólo a conocer su origen,
sino a valorarlo, y de ello también el maestro aprehenderá en su propia originalidad
para tener un nosotros, siendo extensible a cada pareja “maestro-alumno” y sumando
componentes hasta llegar a “nosotros-clase”, “nosotros-colegio”, “nosotros-
comunidad educativa”, etc. La didáctica sensible es así “el arte de ayudar a aprender
del origen” (Martínez-Domínguez, 2022, p.143).
El docente sensible ha de tener la suficiente preparación para que conociendo
de primera mano las emociones de sus alumnos sea capaz de diferenciar entre
emociones egoístas y manipuladoras, e indicadores reales del crecimiento
dabrowskiano, conectando con la idea de trabajo como experiencia que modifica los
sentidos, el cuerpo y las emociones del trabajador (Scribano, 2016).
Además del amor y del diálogo como propuesta, tanto educador sensible como
alumno han de estar inmersos en una comunidad educativa sensible, una comunidad
que es una familia, entendiendo como tal un “nosotros-esencial” en el que la persona
podrá encontrar su “hogar interior”, para ello esa comunidad o familia ha de ser
“funcional, en la medida que cumple sus funciones básicas: afectiva (apertural),
psicológica (mental), biológica (corporal), económica (mantenimiento y seguridad
material) y educativa (desarrollo de hábitos de socialización y autonomía” (Martínez-
Domínguez, 2022, p.146). Los tres elementos anteriores, docente sensible, alumno y
comunidad/familia de aprendizaje sensible han de desenvolverse en un ambiente o
tener unas condiciones ambientales que sostengan la búsqueda del “nosotros”. Estas
condiciones incluirían axiomas como la aceptación, el aprecio, la pertenencia, la
confianza y el valor de la propia competencia, todo ello será lo que dé la contribución
para crecer hacia ese “nosotros” (Martínez- Domínguez, 2022).
Con este modelo de educación está asegurada la atención a la emocionalidad,
aspecto descuidado durante generaciones y que es fuente de problemas en las aulas
y en la vida adulta posterior relacionados muchas veces con el analfabetismo
emocional (Bisquerra, 2009).
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La Educación Sensible como propuesta
Tal y como se ha ido desgranando en el apartado anterior, en la Educación
Sensible se encuentran todos los integrantes “sensibles”: el alumno,
independientemente de su sensibilidad: alta, media o baja, el docente sensible y la
“familia” entiendo como tal “el conjunto de personas físicas relacionadas entre por
vínculos conyugales o de parentesco” (O’Callaghan y Fernández González, 2016,
p.141), pero ampliando esa familia a las personas que lo rodeen; de esta forma se
encuentran además de la familia entendida de forma tradicional, el centro educativo
y la Comunidad. Partimos de lo más pequeño, que es aquello que tiene el mayor
potencial, y terminamos en la Comunidad, que es en definitiva la Sociedad.
Algunos de los recursos que entendemos básicos en la Educación Sensible
son:
- El silencio creador: supone generar un silencio interior facilitando que el
educando se preste a las inspiraciones de la apertura. Este silencio creador
es un silencio propio de la pedagogía Montessori que lo considera como
una experiencia espiritual elevada, y que nada tiene que ver con la
pedagogía del orden de Froebl o las hermanas Agazzi que implica un
adiestramiento. (Martínez-Domínguez, 2022).
- El trabajo en equipo: en la realización del trabajo en equipo se ha de
aprender a dar y a recibir, siendo la humildad una característica elemental
del trabajo colaborativo ya que uniendo la responsabilidad social la
realización de la tarea será exitosa en todos los aspectos. Buscaremos la
realización de un trabajo que se realice por benevolencia (Spaemann,
1991). Durante éste, se pod iniciar la difícil tarea del aprendizaje de
asertividad, donde el docente, conocedor de sus alumnos, debe plantear
situaciones en las que sea necesario su práctica, pudiendo realizar un
seguimiento mediante test, por ejemplo, del proceso. El trabajo es la única
manera de pasar del sueño a la realidad (Simone, 2020).
- La conversación empática: dentro del desarrollo del ser humano como
ser social, la empatía es una parte fundamental ya que aquel precisa del
grupo para existir y descubrirse, siendo esta característica la que nos hace
humanos y separa del resto de animales. Será la empatía lo que nos
permita fundirnos con nuestro ser interior y en pleno proceso de
socialización, habrá que conjugarlo con el rol de alumno. La necesidad de
implantar valores y una cultura de la empatía en la escuela se debe a que
es allí donde se puede aprehender, independientemente de la “familia” y el
entorno que cada alumno tenga al ser la escuela el paradigma de la forma
de socializar en la sociedad moderna. La conversación empática como
técnica de enseñanza, crea un campo de acción en el que el binomio
principal, alumno-maestro, se igualan, pero manteniendo la jerarquía propia
de la escuela. Este vínculo ha de ser bidireccional, el alumno se siente
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escuchado, puesto que el docente emplea recursos en él (su tiempo,
preocupación) y eso hace que se siente valorado. Bajo estas condiciones
el alumno baja las barreras pues comprueba que no las necesita e incluso
es más beneficioso para él no tenerlas. El maestro logra el campo afectivo
y emocional en el que también él se alimenta y desarrolla.
- Dramatis-Personae: la interpretación de los diferentes roles en la escuela
ayudará a vivir una empatía correcta, transitando las mismas emociones
que “el otro” pero sin que ello nos paralice, sino que nos empuje a ayudar
o bien nos muestre aquello que no queremos ser o permitir desde nuestra
originalidad. La catarsis que pueden experimentar los personajes
(estudiantes) podría acabar con comportamientos tan abyectos como el
bullying desaparezcan o al menos sean considerados como algo a batir. En
este juego todos han de ser capaces de asumir roles aparentemente poco
importantes, o bien asumir protagonismos no deseados, pero todos los
integrantes de la obra han de sentirlo como una unidad, como vemos en
este recurso se aúnan la empatía, el trabajo colaborativo y el juego.
- Sentido del Humor: principalmente esta propuesta se base en aprender a
reírse de uno mismo, ya que por un lado es una cura de humildad que nos
acerca al origen y, por otro, nos hace conscientes de en qué humor
estamos. No se trata de estar siempre de buen humor, lo cual es imposible
y además crearía falsas expectativas y su consiguiente frustración, se trata
más bien de darse cuenta de que se puede estar de mal humor y tener la
mirada en la aceptación de este estado que seguro nos llevará a un cambio
de este y posteriormente a reírnos de nosotros mismos en la mayoría de
los casos.
Otros recursos que enunciamos brevemente son: exposición controlada a la
frustración; incentivo al desarrollo de las capacidades que cada alumno tenga
considerando todas válidas y únicas; discusiones de forma controlada donde se
ponga en práctica las habilidades emocionales estando el docente muy presente para
captar aquellas habilidades que no se manejen y para trabajarlas más con cada
alumno; meditación como tradición contemplativa para la gestión de emoción;
prácticas como Yoga pues el control del cuerpo mantiene a la mente en el presente
consciente; utilización de Música para canalizar emociones; comunión con la
naturaleza, sintiendo la armonía y el sentido de la vida en el medio natural; sala de
la emoción, donde tanto alumno como docente pueden expresar la emoción que les
invada y juntos buscarán una resolución, que puede pasar simplemente por transitarla
y aprender de ella, siendo especialmente útil en el manejo del enfado y/o rabia que
son situaciones que puedan derivan en rencor o resentimiento que son cicatrices que
pueden ser muy profundas.
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Conclusiones
La sensibilidad humana es más amplia que la sensibilidad del resto de vivientes
y es precisamente esa amplitud y libertad la que requiere de educación. Esta
sensibilidad humana es tridimensional y debe ser ejercitada en sus tres dimensiones
pero comprendiendo que la sensibilidad en es una, aunque abarque tres esferas;
todas ellas deben ser conjugadas y armonizadas para disponer a la persona para que
sepa gestionar su sensibilidad y se autoconfigure con autenticidad de la forma más
plena posible contando con la propia plasticidad pero sin que eso suponga una rotura
de su propio ser por falta de educación de la sensibilidad que no es capaz de captar
su propia originalidad. Debemos favorecer la educación desde la persona, cada uno
de nosotros somos único e irrepetible. Si contamos con la orientación y ayuda de
educadores, podremos cumplir con su misión íntima y crecer integralmente, buscando
la originalidad de cada uno de nosotros.
La propuesta de una Educación Sensible pone el foco en una integración viable
para todos a través de la sensibilidad y que impulsará el potencial de desarrollo.
Básicamente, podríamos decir que sensibilidad en su conjunto y potencial de
desarrollo son sinónimos en Educación Sensible. La existencia de emociones
negativas puede ocultar un problema que ha de resolverse y su vivencia no agota el
potencial del ser, más bien al contrario, hemos de reconocerlas y redirigirlas a nuestro
hogar interior donde se disolverá el malestar al integrarlo, haciéndonos conscientes
de que las emociones negativas además de naturales son sanas, pudiendo ser insano
la búsqueda de emociones positivas continuas que enmascaren un problema y
bloquean nuestro desarrollo.
La Educación Sensible es una educación integradora de las distintas
sensibilidades, de ahí radica su propia sensibilidad, mediante el amor y el diálogo,
docentes y orientadores sensibles llegarán más fácilmente a alumnos sensibles. Para
conseguir conectar con el alumnado, los docentes debemos primeramente creer en
él, generando un entorno placentero que favorezca el desarrollo de su originalidad y
la de sus compañeros de vida. Para convertirnos en docentes sensibles debemos
examinar nuestra originalidad e incorporándola a la práctica, logrando la
transformación de toda la Comunidad Educativa y, por extensión, logrando un mundo
mejor.
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