Si te dedicas a la educación que sea al menos porque estás convencido de
ello; se trata ésta de una alternativa mental desde tu razonamiento, aunque también
interesante.
Pero si te dedicas a la educación porque la vida te he llevado ahí sin más,
entonces no te dediques a la educación, pues el daño que puedes hacer y el reguero
de dolor que puedes dejar puede ser enorme sin ni siquiera ser tú mismo o tú misma
consciente de ello. No tardará en aparecer en ti la irritabilidad de manera creciente y
a pasos agigantados al estar yendo en contra de tu propia esencia, sumando además
la frustración personal y todo ello en el lugar más sensible del mundo: el aula. Por
favor, no te dediques a la educación.
Nuestra labor fundamental en la educación ha de ser la de acompañar de
manera positiva a cada persona con la que nos relacionemos en ese proceso de
enseñanza aprendizaje para que se encamine por su discurrir vital en coherencia con
su esencia y atendiendo principalmente al fomento de la misma (Pérez, 2001).
Que aquello que le aportemos, sea del ámbito, la materia o el área que sea, lo
hagamos desde esa “mirada” y con esa suprema finalidad. Que seamos
descubridores de posibilidades, de experiencias, de saberes, de destrezas, para que
cada cual en virtud de esa originalidad los sume e incorpore, como afluentes que
aportamos caudal a ese su propio discurrir libre.
Como docentes nuestra mayor meta es pasar de ser ríos a convertirnos en
esos afluentes, en un fluir continuo de vidas que se encuentran; y que en ese plural
que somos generemos progreso, avance, belleza y felicidad desde el amor, la bondad
y el respeto originales. Nuestros alumnos y nuestras alumnas, ahora como ríos, se
convertirán, si todo este proceso ha fluido felizmente, en afluentes algún día. Ese
sería el mayor de los éxitos desde nuestra labor.
Las personas somos completas, independientemente de la edad. No existen
los futuribles, ni existe el pensar en los alumnos como algo que serán, como si
estuvieran sin hacer o sin formar, como algo en proceso; o aun peor, a lo que
debamos dar forma. Las cosas de una persona de cinco años son completas de cinco
años y por lo tanto de suma importancia desde sus cinco años y conviene tenerlo
presente especialmente en educación. Por ello, desde esta mirada, aun siendo muy
importante el perfil de salida, necesariamente el foco principal está puesto desde el
“perfil de entrada”, es decir, centrados en la persona real que es, y ahora, y en todo
presente: la persona que entra el primer día de su vida escolar, que entra el primer
día de clase, que entra al inicio de cada jornada y en cada momento que compartimos.
En el aula sensible toda esta “mirada” está más allá de los sistemas, los
métodos, las técnicas, las corrientes educativas, etcétera, que se sigan pues
cualquiera de ellos o de ellas ha de estar envuelto por la misma. Esta “mirada” ha de