RESEÑA
Salgado Gutiérrez, & García Béjar, L. (2021). Donde hay una persona, hay un pedagogo: reflexiones alrededor de una pedagogía universitaria. EUNSA, Ediciones Universidad de Navarra, 231pp
ISBN: 978-84-313-3559-5.
Nos encontramos ante una obra cuyo objetivo principal es resaltar la importancia de pensar en la educación. No se trata de hacer, sino de pensar qué hacer, cómo hacerlo y, sobre todo, por qué. No podemos olvidar que la educación fue, es y será un elemento clave en el desarrollo individual y social. Por ello, pararnos a pensar en el eje impulsor, no parece una idea descabellada, sin embargo, es en muchos casos el componente diferenciador entre el éxito o no de la educación.
Es precisamente por ello que creemos que es oportuno reseñar este libro en “Cuestiones Pedagógicas”. El desarrollo de la sociedad a un ritmo tan vertiginoso hace necesario que la educación cada vez más haya de adaptarse. Adaptarse al tipo de ciudadanía, a la cantidad de información a la que se tiene acceso y a la forma en la que se procesa, a los intereses… “no podemos pretender los mismos resultados que hace dos generaciones aplicando los métodos de antes”, si el alumnado y la ciudadanía cambia, el profesorado ha de hacerlo también.
En este sentido, la obra abre puertas a la reflexión sobre la educación universitaria, pues esta no solo prepara hacia el mundo laboral, sino que debe formar a hombres y mujeres para “marca el rumbo de la humanidad” y crear espacios donde la realización personal sea posible.
La obra nos presenta en ocho capítulos algunas consideraciones sobre la educación superior y los cambios que actualmente experimenta, teniendo como fin último el objetivo de potenciarla y emplearla como medio para la participación ciudadana y el desarrollo comunitario.
El primero de los capítulos el Dr. Jesús Amaya Guerra nos habla de una nueva generación de universitarios cada vez más frágiles, menos concentrados, y con grandes necesidades emocionales. Parece que cada vez más la falta de disciplina y atención y es un problema en las aulas, y, aunque los docentes podrían ser parte del problema (especialistas en sus ámbitos, pero quizás, no buenos educadores), las carencias de la nueva generación son elevadas. La ansiedad es un trastorno muy generalizado y los motivos podrían ser miles, sin embargo, diversos estudios apuntan a que algunos elementos potenciadores de las dificultades que el doctor resaltan apuntan a la falta de tiempo libre, las tecnologías, el consumo de alcohol… Todo ello deriva en adolescentes tardíos, alumnado frágil emocionalmente, sobreprotegidos…. ¿Quiere decir esto que nos encontramos ante una generación perdida? No. Esto indica que debemos conseguir la unión de todos los elementos (alumnado, familia, centros educativos, empresas…) y apostar por desarrollar inteligencia lógica, emocional y ejecutiva para cubrir y mejorar todos los aspectos hasta ahora mencionados.
El segundo capítulo la Dra. Pelusa Orellana, pone de manifiesto la brecha entre las habilidades de comprensión y las demandas lectoras que en estos niveles ya deberían haber sido alcanzadas por los estudiantes latinoamericanos de la educación superior. La autora explica que estas brechas son fácilmente subsanables si se identifican a la mayor brevedad posible y se emplean medidas de andamiaje que permitan una evolución significativa. Por tanto, se hace esencial el apoyo por parte del profesorado.
En el tercero de los capítulos los autores (Dra. Concepción Naval, Dr. Ignacio Quintanilla y Dr. Juan Luis Fuentes) ponen de manifiesto la necesidad de formar en una ciudadanía global, pues los cambios hasta ahora acontecidos en diversas partes del mundo siempre acaban por repercutir en otros puntos más o menos lejanos. Esto quiere decir que, aunque conocer sobre la ciudadanía local o nacional es importante, no lo es menos aquello que corrió en otras zonas del mundo. No se trata solo de conocer, sino de que estos hechos aporten aprendizajes en valores como el respeto o la tolerancia entre otros muchos. Ponemos como ejemplo representativo el caso del Holocausto.
En la línea del capítulo anterior Miguen Ángel Rumayor, nos trae de vuelta la idea de Ortega y Gasset de formar para la vida pública y política, de fomentar en nuestros estudiantes la participación ciudadana, de acercarnos a un modelo de mayor participación ciudadana que los haga sentirse parte y responsables de aquello que ocurre a su alrededor.
El Doctor Juan Andrés mercado en el capítulo cinco pone de manifiesto la relación existente entre los deseos y motivaciones de los sujetos y sus acciones más cotidianas. Concluye con la idea de la necesidad de coexistencias de todas las facultades para el desarrollo pleno y el conocimiento de sí mismo para la felicidad.
La doctora Marvieya Villalobos, en el capítulo seis, continua con la idea anterior haciendo hincapié en la idea de Educación Integral. Esto quiere decir una educación que apuesta por el desarrollo de la inteligencia, la voluntad y la afectividad con finalidad de “educar en lo que se siente”. De esta manera no hablamos solo de Inteligencia emocional, sino también de sentimientos, pasiones y motivaciones.
En el capítulo siete, el Dr. David Istance y la Mtra. Lautrice Curtis-Istance cambian el foco hacia el papel del docente y las escuelas. Necesitamos que estos elementos sean primordiales, que se les vea accesibles, interesados con la ciudadanía y que su labor sea siempre fuente de mejora.
En octavo y último capítulo, el Dr. Manuel Ignacio González Bernal pone de manifiesto la importancia del engagement en el ámbito educativo. Sentir motivación hacia lo que haces, estar ilusionado con ello, sentirte bien el desempeño de la función y disfrutar con ello es uno de los mayores enlaces para el desarrollo de la tarea y el propio desarrollo personal del individuo.
Por todo ello, “Donde hay una persona, hay un pedagogo”, supone un buen punto de partida para repensar la educación y el quehacer educativo, cobrando especial interés para la comunidad de profesionales de la educación.
Susana
Vidigal-Alfaya
