
La importancia de la educación emprendedora tutorizada por Educadores Sociales
profesional (Llorent, 2012). Sin embargo, para que la educación emprendedora
vaya dirigida a la capacitación del alumnado ante el mercado laboral, se deben,
también, trabajar habilidades y competencias determinantes como el trabajo
cooperativo, la tolerancia a la frustración, la resiliencia, la empatía, la capacidad de
liderazgo, etc. Condiciones y valores socioculturales que deben adquirir los jóvenes
para ir construyendo una base sociopersonal suficientemente estable que
repercutan del mismo modo en las competencias que demanda el mercado laboral.
En este sentido, la educación emprendedora debe configurarse como un
proyecto de educación humanizadora que promueva la iniciativa, la autonomía, la
responsabilidad y madurez personal, aspectos que permiten a los estudiantes
formular y dirigir sus proyectos personales (Bernal y Cárdenas, 2014). Nos basamos
por tanto, en una educación para el emprendimiento cuyo conocimiento propicie la
integración, el compromiso y el intercambio social basados en el desarrollo
comunitario (Martínez-Rodríguez, 2009) mediante un enfoque que facilite el
potencial emprendedor estudiantil a través del desarrollo intelectual, moral y
relacional de las personas, sin limitar la formación al crecimiento socioeconómico y
laboral, únicamente (Azqueta y Naval, 2019). Es decir, centramos la educación
emprendedora en la dimensión personal, basada en el conjunto de capacidades que
posibilitan la construcción de la identidad personal en los distintos ámbitos de la
vida (Bernal, 2014; Cárdenas y Montoro, 2017; Santamaría y Corbí, 2020).
La educación, como tal, no es el medio para conseguir un fin, sino un
proceso transformador de carácter propio que contribuye al desarrollo humano
(Azqueta y Naval, 2019) por lo que la educación emprendedora debe buscar el
potenciar los valores morales, intelectuales y sociales, así como potenciar el análisis
crítico, la cooperación, la capacidad de liderazgo y, por consiguiente, la agencialidad
humana para actuar con determinación en la sociedad (Bernal, 2014). Por tanto, la
identidad personal se encuentra en el eje de la educación emprendedora, en aras
de posibilitar el desarrollo de la madurez personal que facilite el camino para
provocar un futuro impacto en el ámbito productivo tras el desarrollo identitario
(Bernal, 2014). Del mismo modo, se entiende que la pedagogía de la educación
emprendedora puede tener un carácter personalizado y particular, y no tanto una
educación empresarial universalista que no tenga en cuenta las características del
alumnado (Blenker et al., 2012), sino que permita potencializar las capacidades de
cada adolescente de manera personalizada.
El educador y la educadora social escolar como respuesta
Algunos proyectos de educación emprendedora ya implantados dentro de la
educación secundaria confluyen en esta postura de apostar por el matiz social antes
que por el económico dentro del sistema educativo, intentando desarrollar la
motivación, la creatividad, la autocrítica, la gestión emocional, la autonomía, la
capacidad de gestionar conflictos, el liderazgo y las distintas competencias que,
Cuestiones Pedagógicas, 2(31), 2022, pp. 47-64 ISSN 0213-7771 - e-ISSN 2443-9991
https://doi.org/10.12795/CP.2022.i31.v2.03