Presentación

La Memoria del Holocausto como Estrategia Educativa para los Profesionales de la Educación

Miguel Ángel Ballesteros Moscosio

https://orcid.org/0000-0001-9522-4303

e-mail: miguelanba@us.es

Editor Jefe

Cuestiones Pedagógicas

En el año en el que se conmemora el 75 aniversario de la liberación del campo de la muerte de Auschwitz, paradigma de lo que supuso la barbarie nazi en la historia de la humanidad, y tras 20 años de la firma del Tratado de Estocolmo, documento por el cual los países europeos asumen la inclusión de los contenidos referidos al Holocausto en los distintos currículos educativos como un precepto, en este monográfico se plantea el uso de la enseñanza del Holocausto más allá del hecho histórico, como un recurso adecuado para la enseñanza y el desarrollo de un pensamiento democrático e incluyente, que salvaguarde la vida de todo ser humano.

En el lugar considerado como la máxima expresión de la barbarie nacionalsocialista y del pensamiento excluyente, no muy lejos de nosotros, en el corazón de Europa, en las paredes del Memorial y Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, se recoge la frase “Quién no conoce su historia está condenado a repetirla”, en un lugar considerado arquetipo de lo que vino a denominarse después el Holocausto -o también conocido bajo el término hebreo de Shoá (השואה), cuya traducción al español significa “catástrofe”-, un evento responsable de la muerte sistemática y cuasi industrial de 6 millones de judíos, además de otros 5 millones más de personas pertenecientes a otros colectivos (gitanos, personas con diversidad funcional, personas de distintas creencias e ideologías, orientación sexual, etc.), simplemente por ser considerados diferentes o sin valor. La puesta en funcionamiento de toda una maquinaria de destrucción fue posible en un mundo moderno que se presentaba a sí mismo como civilizado y de progreso. La barbarie parecía patrimonio de tiempos pretéritos, pero el exterminio sistemático de los judíos nos hace replantearnos esa visión ingenua, llevándonos a reconsiderar la posibilidad de que solo en el contexto de esas ideas modernas, o en su combinación con otras formas más antiguas de violencia, fuera posible tal horror. Supervivientes como Primo Levi, o pensadoras, como Hanna Arendt, han coincidido en remarcar la dificultad de la comprensión de este acontecimiento histórico sin tener por ello que renunciar a intentar comprenderlo. En esa exigencia cabría englobar también la necesidad de enseñar y educar sobre aquellos sucesos terribles, que no deben caer en el olvido ni en el exhibicionismo morboso, tanto más hoy día, en el que la ciudadanía europea vive momentos de incertidumbre, no sólo en lo económico también en lo social, donde el valor de la persona y el respeto a la vida son vulnerados. Algo que ya creíamos desterrado en la Europa de la Unión. Parece como si nuestra historia reciente no nos hubiera enseñado nada.

La UNESCO, en su Declaración de Principios sobre la Tolerancia de 1995, señala que “la educación es el medio más eficaz de prevenir la intolerancia. La primera etapa de la educación para la tolerancia consiste en enseñar a las personas los derechos y libertades que comparten, para que puedan ser respetados y en fomentar además la voluntad de proteger los de los demás”. En este sentido, la educación del Holocausto es hoy considerada un mandato europeo, al que España se adhiere en 2007 y es asumido por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte con la publicación de la Ley Orgánica de Mejora Educativa (LOMCE) 8/2013, de 9 de diciembre, por la que se incorpora el estudio del holocausto judío como contenido curricular. Esta circunstancia obliga a los profesionales de la educación a poseer un conocimiento adecuado sobre dicha temática. Asimismo, el estudio y conocimiento de la Shoá ofrece una oportunidad excepcional para el análisis en nuestras aulas, desde una perspectiva crítica, de las causas que originaron el desastre del Holocausto, extrapolando a nuestros días las situaciones y vivencias de todos los agentes participantes en la Shoá. Todo ello puede emplearse como estrategia de promoción de valores democráticos, así como una herramienta de lucha contra el antisemitismo, el discurso de odio y la intolerancia, sea cual sea su forma de expresión.

El número monográfico que aquí se presenta aborda “La memoria del Holocausto como estrategia educativa para los profesionales de la educación”. Se pretende aportar un grano de arena en la definición y conocimiento de la cuestión, a partir de una serie trabajos, experiencias y estudios que plasman cómo se trabaja en los centros educativos la adaptación de estos contenidos referidos al Holocausto como estrategia de análisis de problemas actuales para el desarrollo de un pensamiento acorde con los Derechos Humanos y de una sociedad democrática.

El profesor Manuel Reyes-Mate nos interpela y cuestiona en la introducción de este número monográfico sobre la pertinencia del estudio de la cuestión del Holocausto en nuestros centros de enseñanza. De una manera magistral y didáctica, como nos tiene acostumbrados, aborda el tema en una serie de preguntas y consideraciones relacionadas con aspectos éticos y morales, respecto a la transformación que ha supuesto el hecho histórico del Holocausto, en diversos campos (justicia, educación, etc.). Una realidad innegable, el Holocausto, que nos obliga a reformular el concepto mismo del ser humano y de la educación, más allá de la mera adquisición de conocimientos, poniéndola al servicio de la formación ética del ser humano y sus valores, en la que considerar nuestro papel en el mundo y el deber de memoria como una parte más de la construcción del ser humano, y su rol en la sociedad democrática actual.

El primero de los artículos, De Sion al 11-S. La imagen del “judío conspirador” hasta nuestros días, a cargo de los profesores Carolina Rúa Fernández y José Manuel Rúa Fernández, presenta las bases del antisemitismo que justifican el discurso de odio que lo sustenta, hundiendo sus raíces en la historia para explicar el argumentario que aún hoy encontramos en la explicación de elementos socioeconómicos y geopolíticos, tras los cuales se ocultan los males de la Humanidad y de los que se ha culpabilizado históricamente al pueblo judío, dejando entrever la idea del “chivo expiatorio”. Un discurso de odio latente que de manera cada vez más frecuente encuentra expresiones reales y virulentas en los espacios de convivencia social, ya sean reales o virtuales.

El respeto al otro se ubica en la base de toda sociedad democrática y su promoción ha de ser una prioridad, tanto más en una Europa que se encuentra en proceso de construcción. Sin embargo, asistimos a una realidad bien distinta. Mientras que el discurso oficial pretende mostrar una Europa más justa y concienciada, cada vez de manera más frecuente, se hacen presentes actitudes intolerantes, conductas violentas o una crisis evidente del sistema de valores. Y más lamentable es, si cabe, cómo este tipo de discurso está calando en nuestros jóvenes y se está trasladando a nuestros centros educativos. En este sentido Carles Gil Jordán presenta en su trabajo Crisis de valores y deshumanización: una reflexión actual a partir del Holocausto, una propuesta didáctica que aborda la cuestión de la inmigración masiva de personas a la Europa de las oportunidades. Emplea el conocimiento en profundidad de la ideología nacionalsocialista alemán como estrategia de reflexión crítica ante la crisis de valores actualmente presente en las democracias europeas, y en las que están arraigando hoy partidos populistas o de ideología extrema y excluyente. Desde este análisis cuestiona la falta de empatía y aparente deshumanización que sufren miles de personas que huyen de su país para labrarse un porvenir mejor, teniendo como referente los procesos deshumanizadores del pensamiento nazi.

En la misma línea, los profesores Judit Sabido-Codina y Joan Miquel Albert Tarragona, abordan en su artículo Simultaneidad histórica y tratamiento didáctico del Holocausto los paralelismos existentes entre la Shoá y otros genocidios del momento, como fue el perpetrado sobre colectivos de víctimas no judías, como los exiliados republicanos españoles, los gitanos o los opositores políticos. Así, presentan una experiencia educativa desarrollada con estudiantes de secundaria en la que, a través de metodologías activas de aprendizaje, se promueve la competencia social y ciudadana, además del pensamiento crítico, que permita a los estudiantes participantes en la experiencia establecer puentes y analizar críticamente los elementos coincidentes entre situaciones actuales y de la época en la que se desarrollaron los fatídicos hechos del Holocausto.

Los profesores Xoán Manuel Garrido Vilariño, Óscar Ferreiro Vázquez y María Laura Rodríguez Travieso plantean en Holocausto y Memoria: investigación y formación en Galicia, a partir de las evidencias de la presencia gallega en la cuestión del Holocausto, estudian diferentes recursos de naturaleza oral, gráfica o escrita, conducentes a constituir contenidos de aprendizaje contextualizados para la formación del profesorado facilitando así la docencia de la memoria del Holocausto, e introduciéndonos, como en el anterior artículo, en la relación del tema que aquí tratamos con el tratamiento de la memoria histórica en nuestro país.

El quinto de los artículos incluidos en este número lo presenta el profesor, Miguel Ángel Espinosa Villegas. En Sho’ah: plasticidad del horror. Estética, realidad y compromiso en la historia del arte, aporta otra visión del Holocausto aplicable al contexto educativo pero esta vez vehiculizado a través del arte, centrado en la fotografía. El arte como medio de expresión de valores, emociones y sentimientos, que también ha sufrido una transformación a partir del hecho histórico de la Shoá. Alusiones al valor simbólico de la imagen referida al Holocausto, la mirada del perpetrador versus la mirada de la víctima, la plasmación estética del horror, son recursos educativos necesarios en la construcción de un pensamiento crítico que se confronta con la escala de valores sociales e individuales.

Para concluir, en este monográfico se reconoce la labor social de los educadores en la construcción de democracias reales, en la que el conocimiento sea visto como un instrumento para la promoción de una ciudadanía responsable y crítica, enfrentado contra la intolerancia en sus diferentes representaciones excluyentes: el antisemitismo, el antigitanismo, la xenofobia, la LGTBfobia, islamofobia, etc. En consecuencia, difundir otras formas de trabajar estas cuestiones en la arena de nuestros centros educativos es una necesidad cada vez más perentoria, en la línea de la formación en emociones y la promoción de valores, como aspecto prioritario para la consecución de una sociedad más igualitaria y democrática.