14 // Eça, T., Mañero, J. & Maeso-Broncano, A. Communiars. 4. 2020: 14-20
COMMUNIARS · 4 · 2020. ISSN 2603-6681 · DOI: https://dx.doi.org/10.12795/Communiars.2020.i04.02
Reflexiones III · IV · V
Reflexiones desde la educación y las artes en la era COVID-19 |
Reflexões da Educação e das Artes na Era da COVID-19 | Reflections
from Education and the Arts in the COVID-19 Era
TERESA EÇA | teresatorreseca@gmail.com
PRESIDENTE DA ASSOCIAÇÃO DE PROFESSORES DE EXPRESSÃO E COMUNICAÇÃO VISUAL-
APECV | PORTUGAL
Julia mañero | juliamanero@us.es
UNIVERSIDAD DE SEVILLA | ESPAÑA
ANA MAESO BRONCANO | anamaeso@ual.es
UNIVERSIDAD DE ALMERÍA | ESPAÑA
Recibido · Recebido · Received: 13/04/2020 | Aceptado · Aceito · Accepted: 30/04/2020
DOI: https://dx.doi.org/10.12795/Communiars.2020.i04.02
Artículo bajo licencia Creative Commons BY-NC-SA · Artigo sob licença Creative Commons BY-
NC-SA · Article under Creative Commons license BY-NC-SA
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Eça, T., Mañero, J. & Maeso-Broncano, A. (2020). Reflexiones III, IV y V: reflexiones desde la
educación y las artes en la era COVID-19. Communiars. Revista de Imagen, Artes y Educacion Crítica
y Social, 4, 14-20.
Resumen:
La Reflexión III tiene la firma de Teresa Eça, presidenta de la Sociedad Internacional de Educación a
través del Arte (InSEA) (2014-2019) y actual presidenta de la Asociación de Profesores de Expresión y
Comunicación Visual - APECV de Portugal, profesora de referencia internacional en la educación
artística. Julia Mañero firma la Reflexión IV. Investigadora en la Universidad de Sevilla con intereses en
la educación digital crítica y sus intersecciones con la educación artística. La Reflexión V, última en este
artículo, corresponde a la profesora de la Universidad de Almería, Ana Maeso. Sus intereses atraviesan
la educación artística, los estudios sobre pedagogías críticas y lo performático.
Palabras claves: COVID-19. Artes. Portugal. Capitalismo de vigilancia. España. Reimaginación.
Creatividad.
Resumo:
Reflexão III é assinada por Teresa Eça, presidente da Sociedade Internacional para a Educação pela Arte
(InSEA) (2014-2019) e actual presidente da Associação de Professores de Expressão e Comunicação
Visual - APECV de Portugal, professora de referência internacional em educação artística. Julia
Mañero assina a Reflexão IV. Investigador da Universidade de Sevilha com interesses no ensino digital
crítico e nas suas intersecções com o ensino artístico. Reflexão V, a última deste artigo, corresponde a
Ana Maeso, professora da Universidade de Almeria. Os seus interesses passam pela educação artística,
estudos sobre as pedagogias críticas e a performativa.
Eça, T., Mañero, J. & Maeso-Broncano, A. Communiars. 4. 2020: 14-20 // 15
DOI: https://dx.doi.org/10.12795/Communiars.2020.i04.02 · COMMUNIARS · 4 · 2020. ISSN 2603-6681
Palavras-chave: COVID-19. Artes. Portugal. Capitalismo de Vigilância. Espanha. Reimagining.
Criatividade.
Abstract:
Reflection III is signed by Teresa Eça, president of the International Society for Education through Art
(InSEA) (2014-2019) and current president of the Association of Teachers of Expression and Visual
Communication - APECV of Portugal, a teacher of international reference in art education. Julia
Mañero signs Reflection IV. Researcher at the University of Seville with interests in critical digital
education and its intersections with art education. Reflection V, the last in this article, corresponds to
Ana Maeso, assistant doctor at the University of Almeria. Her interests run through art education,
studies on critical pedagogies and the performative.
Keywords: COVID-19. Arts. Portugal. Surveillance Capitalism. Spain. Reimagining. Creativity.
Reflexión III
Estamos en un estado de emergencia, en una realidad inusual, que nos tomó por sorpresa. En
educación artística estábamos demasiado ocupados investigando otras cosas. Como
educadores nunca imaginamos que la escuela algún día podría desaparecer para dar paso a la
educación a distancia en todo el mundo. Como artistas, teníamos demasiado miedo de
instrumentalizar el arte, e hicimos lo que pudimos para mantenerlo en su lugar bien cuidado,
bien elitista, dentro de cubos blancos y cajas negras, o de vez en cuando en actuaciones,
eventos, intervenciones en comunidades, pero siempre con la autoría bien protegida ¡Y, en
unas pocas semanas se cancelaron los festivales, conciertos, exposiciones y actuaciones! Y
comenzamos a escuchar llamadas para leer libros, ver películas, dibujar en casa. Los museos
y los artistas comenzaron a postear vídeos en las redes sociales. Las escuelas cerraron, los
maestros entraron en pánico y caóticamente comenzaron a replicar sus clases utilizando
softwares comerciales que rápidamente las grandes compañías multinacionales y los editores
de libros escolares pusieron a disposición de las escuelas por un período limitado de
tiempo. Niños y jóvenes en frente de una computadora o television durante horas y horas a
la vez, sin que a nadie le importe eso.
En mi país, la primera preocupación de los maestros era cómo dar los programas escolares,
cómo preparar a los estudiantes para los exámenes, cómo mantener esta máquina de
discriminación que es la educación. A nadie le preocupaba la hegemonía de este capitalismo
de vigilancia del que habla Soshana Zuboff, que, gracias a la pandemia y la educación a
distancia, tenía pleno acceso a la intimidad de las personas y los lugares donde viven. Las
personas se hicieron aún s vulnerables, tanto física, mental y virtualmente. El exceso de
noticias y noticias falsas en los medios promueve la ignorancia. La brecha entre ricos y pobres
se ha ampliado. La pobreza se propaga todos los días con millones de personas sin
trabajo. Con el encierro, las tensiones familiares empeoran. ¡No hay más espacios públicos
físicos!
Me encuentro pensando que lo que hemos hecho hasta ahora en educación no nos ha dado las
herramientas esenciales que necesitamos en este momento. Nos falta el espíritu crítico para
sobrevivir a la invasión de las tecnologías en red. Carecemos de capacidades creativas y
técnicas para sobrevivir al aislamiento social, nos falta imaginación para inventar otros estilos
de vida. Sobre todo, faltan habilidades de adaptación para preservar nuestra salud mental en
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un contexto de confinamiento. Las artes, es cierto que ahora se reconoce, son importantes para
adquirir tales capacidades, pero la verdad es que, tal vez debido a su marginalidad en los
currículos escolares y su carácter elitista, no lograron crear los medios de supervivencia que
necesitamos hoy.
Sin embargo, en las redes sociales vemos situaciones en las que la gente común usa lenguajes
artísticos para comunicarse y expresar sentimientos, ideas y propuestas. Se comparten vídeos,
fotos, música, películas, etc. Quizás con dudosa calidad cnica pero con buenas
intenciones. Vemos músicos tocando solos o virtualmente juntos con transmisiones caseras,
narraciones visuales de la vida diaria individual se comparten a través de fotos y vídeos a una
velocidad increíble. La gente ahora tiene tiempo. El tiempo para conversar, compartir y estar
consigo mismos. Este factor de tiempo, tan esencial para el arte; para la creatividad y la
reflexión, creo que es la primera lección que hemos aprendido. El segundo concepto que me
parece modificado en la situación en que vivimos es el espacio. El espacio público físico, fue
reemplazado por lugares virtuales interconectados, inestables e inseguros, pero también
fluidos y posibles de ser subvertidos a través de acciones artísticas y humor. Tal vez
podríamos hacer algo más para dar a las personas herramientas técnicas en creación artística
con medios digitales.
Y, finalmente, la persona. ¿Cómo nos situamos como personas? ¿Qué es lo que nos traen las
artes? Quizás las industrias culturales y artísticas necesitan invertir más en audiencias
virtuales, en estos espacios diferentes. Pero el arte es también facilitador de relaciones y
provocador de acciones que conducen al bienestar psicológico, físico y social de las
personas. Confinada en mi casa, en un pueblo de Portugal, como todos y todas las demás,
pienso el papel del artista como desencadenante de relaciones, creador de acciones que pueden
generar reflexión sobre mismo y sobre los demás. Acciones comunicadas virtualmente en
esta ocasión, pero siempre basadas en la persona como cuerpo, acciones que apelan a la
expresión a través de nuestro medio innato, que es cuerpo físico.
Teresa Eça
Associação de Professores de Expressão e Comunicação Visual- APECV. Portugal
Reflexión IV
Si asumes que no hay esperanza, entonces garantizas que no
habrá esperanza. Si asumes que hay un instinto de libertad, que
hay oportunidades para cambiar las cosas, entonces, quizá,
puedas contribuir a hacer un mundo mejor.
Noam Chomsky en Captain Fantastic, 2016
Recordando la tesis de Zygmunt Bauman (2006) la liquidez de nuestra existencia ha trasvasado
ciertos límites considerados hasta el momento estables. Las consecuencias de la crisis
producida por la pandemia del Covid-19 atraviesan el ámbito de la salud pública e impactan
en todos los aspectos de la vida socio-económica (Whitworth, 2020); llegando hasta lo más
profundo de nuestras ideologías y estructuras sociales. Se refuerza así nuestra actual condición
postdigital, una condición desconcertante, compleja, e impredecible (Jandrić et al., 2018). La
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concepción postdigital disuelve límites y distorsiona las diferencias entre narrativas físicas y
digitales, desarrollando nuevas reconfiguraciones entre dichas esferas. La postdigitalidad de
nuestra existencia se ha acentuado y evidenciado en tiempos de pandemia, convirtiéndose la
digitalidad en la narrativa dominante de nuestro mundo(Fuller y Jandrić, 2019, p. 215). El
aislamiento físico y emocional al que hemos estado sometidos durante las últimas semanas ha
estado mediado por los dispositivos tecnológicos, redes sociales y plataformas que han retado
nuestras concepciones sobre la (des)alfabetización digital de la ciudadanía.
La naturaleza virulenta de la pandemia se traslada al mundo orgánico, donde se negocia otra
clase de comportamiento virulento y masivo (Jandrić, 2020) junto con una modernidad viral que
manifiesta la importancia y el papel de la información y la bioinformación en la sociedad actual
(Peters, Jandrić, y McLaren, 2020). Fáciles de diseminar, las noticas falsas textuales y
(audio)visuales unidas a las políticas de desinformación implementadas por gobiernos en
todo el mundo, manifiestan la necesidad de una alfabetización mediática y (audio)visual en y
para la ciudadanía. Si se alude a esta necesidad es necesario recordar que dicha alfabetización
no debe ser meramente instrumental, no tratándose únicamente de comprender, analizar o
describir la realidad que nos atraviesa sino de actuar en consecuencia con el objetivo colectivo
de transformarla. Este objetivo común exige la implementación de una perspectiva crítica, que,
en detrimento de la pasividad y su correspondiente actitud de adaptación, apueste por el
proceso de la acción y la transformación (Freire, 1968).
En una entrevista reciente, Noam Chomsky (2020) planteaba la necesidad de reconfigurar las
políticas educativas con el objetivo de reflexionar cómo educamos y con qué objetivo. La
respuesta es punzante: si se desea no seguir perpetuando ciertos poderes facticos, si el objetivo
es deconstruir ciertas políticas, la educación no puede reducirse a un simple desarrollo de
habilidades cognitivas y manuales, la educación debe ser crítica y en ocasiones hasta
incómoda. Es por este motivo que, en una sociedad eminentemente mediática y visual, el papel
de la educación artística es indispensable. La educación artística entiende el arte como una
producción cultural que refleja a la sociedad en sí misma y sus imaginarios colectivos, creando
símbolos de una realidad común (Efland, Freedman, y Stuhr, 2003). Es en este ejercicio, de
supresión de la concepción de arte como obra maestra por y para una élite social, que
entendemos la importancia de las prácticas artísticas para la comprensión de nuestro
panorama social y cultural.
En este camino, la educación artística no debe adaptarse al medio que habitamos, debe
posibilitar el cambio hacia una acción participativa, democrática y en valores (Escaño y Marfil-
Carmona, 2019). La transformación a través de las prácticas artísticas, en palabras de Mesias-
Lema (2019), no implica radicalidad, sino lugares de encuentro y diálogo entre diferentes
miradas que permitan imaginar a través de experiencias sensibles. Un hacer y entender la
educación artística alejado del imaginario colectivo, de actividad lúdica o de esparcimiento,
apostando así, por su dignificación y valoración dentro del currículum académico. Asumiendo
un indicio de esperanza, una certera confianza en el poder y potencial de la educación artística
en la práctica y la acción, la imaginación se torna indispensable en esta tarea deconstructiva y
transformativa al mismo tiempo. Eisner (2002) afirmaba que una de las principales
características más importantes de las artes no era únicamente el uso de la imaginación, y por
tanto el desarrollo del pensamiento divergente, sino el uso de la imaginación como una fuente
de contenidos. Es decir, el distorsionar la realidad para (re)imaginarla sin límites abogando
por la construcción de múltiples mundos.
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Es en ese poder de las artes, en ese potencial de múltiples miradas que interrelacionan y
construyen nuevos mundos que podemos trabajar, volviendo al interrogante que planteaba
Noam Chomsky (2020), nuevos modos de educar. Aquí la esperanza se convierte en una
necesidad puramente ontológica (Freire, 1968) y la educación artística una práctica
indiscutible. Las inestabilidades y retos que se están sucediendo en los últimos meses no deben
ser sino un punto de inflexión para el trabajo colaborativo, el enaltecimiento de las artes y la
valoración de las producciones culturales y las prácticas educativas como vías de conocimiento
y transformación social.
Julia Mañero
Universidad de Sevilla. España
Reflexión V (Antes del fin del mundo. Creatividad, imagen
y performatividad en tiempos de pandemia)
Resulta paradójico que poco después de que el célebre filósofo surcoreano Byung-Chul Han
(2017) augurase el fin de la era inmunológica, vivamos una pandemia global que nos sitúa de
nuevo, no solo en una vuelta a la aprensión colectiva al contagio y el fortalecimiento del
concepto de otredad, sino se podría considerar que experimentamos en algunos aspectos una
regresión a la era disciplinaria (Foucault, 2009) a través de un panóptico de balcones donde,
ya no somos únicamente nuestros propios explotadores (Han, 2017), sino los policías de ese
otro. Por el contrario, vemos encarnado el concepto de interdependencia, defendido en los
últimos años como eje central del discurso político, sociológico, filosófico o artístico, como base
del bien común. Ha resultado imperativo poner el foco en los cuerpos, en su fragilidad, su
cuidado e interrelación (incluso, a escala global) y se ha revelado qué ocurre cuando los
cuerpos se ausentan, lo que puede un cuerpo como dijera Spinoza, y quiénes son los que
en momentos críticos ponen los cuerpos.
No obstante, puede ser que, pese a la tragedia vivida, tal y como Zizek apuntaba
recientemente, se propicie posibilidad de pensar, desde estos acontecimientos “en una
sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza
a misma en las formas de solidaridad y cooperación global” (2020, p. 22). Hemos presenciado
con incredulidad ante nuestros ojos imágenes de estéticas distópicas que han irrumpido desde
un argumento digno de un guion de Years and years a una suerte de acercamiento al hopepunk
con paisajes donde la contaminación ha desaparecido y los animales campan a sus anchas en
escenarios urbanos. Hemos vivido y participado de actos performativos multitudinarios como
los aplausos al personal sanitario de la sanidad pública. Las imágenes de nuestras relaciones
sociales han pasado a estar dominadas por la estética de la multipantalla. En resumen, hemos
presenciado y generado imágenes que hasta hace muy poco pertenecían al espacio de la
ficción.
Si entendemos el arte como un medio para observar y reflexionar sobre la realidad, así como
imaginar otras realidades posibles, a la vez que concebimos nuestro medio social como
fundamental para pensar o repensar el arte, los procesos creativos o la potencia de las
imágenes, no resulta difícil imaginar la influencia de la creatividad, lo visual o lo performativo
sobre la construcción de la realidad. En estos días, queda patente la necesidad de parar y
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activar la escucha ante los ritmos frenéticos cotidianos y la corriente informativa, primar la
observación y la reflexión, repensar la relación con el otro y valorar la potencia de lo colectivo.
Crear, generar nuevas imágenes desde nuestra cotidianidad nos puede ayudar no solo a
procesar lo que vivimos, apaciguar la ansiedad de la incertidumbre, o escapar a otras
realidades que nutran nuestra imaginación y den forma a las emociones ante lo inesperado,
sino a visualizar las bases de otros modos de relación y de vida posibles. Pese a todo, tal vez,
por primera vez en bastante tiempo, no nos sea tan difícil imaginar el fin de aquellos sistemas
que sitúan la productividad sobre lo vital antes que el fin del mundo
1
.
Ana Maeso Broncano
Universidad de Almería. España
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1
En referencia a la célebre sentencia de Jameson (1994), en que declara que es más sencillo imaginar el fin del
mundo que el fin del capitalismo.
20 // Eça, T., Mañero, J. & Maeso-Broncano, A. Communiars. 4. 2020: 14-20
COMMUNIARS · 4 · 2020. ISSN 2603-6681 · DOI: https://dx.doi.org/10.12795/Communiars.2020.i04.02
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