Eça, T., Mañero, J. & Maeso-Broncano, A. Communiars. 4. 2020: 14-20 // 17
DOI: https://dx.doi.org/10.12795/Communiars.2020.i04.02 · COMMUNIARS · 4 · 2020. ISSN 2603-6681
concepción postdigital disuelve límites y distorsiona las diferencias entre narrativas físicas y
digitales, desarrollando nuevas reconfiguraciones entre dichas esferas. La postdigitalidad de
nuestra existencia se ha acentuado y evidenciado en tiempos de pandemia, convirtiéndose la
digitalidad en “la narrativa dominante de nuestro mundo” (Fuller y Jandrić, 2019, p. 215). El
aislamiento físico y emocional al que hemos estado sometidos durante las últimas semanas ha
estado mediado por los dispositivos tecnológicos, redes sociales y plataformas que han retado
nuestras concepciones sobre la (des)alfabetización digital de la ciudadanía.
La naturaleza virulenta de la pandemia se traslada al mundo orgánico, donde se negocia otra
clase de comportamiento virulento y masivo (Jandrić, 2020) junto con una modernidad viral que
manifiesta la importancia y el papel de la información y la bioinformación en la sociedad actual
(Peters, Jandrić, y McLaren, 2020). Fáciles de diseminar, las noticas falsas –textuales y
(audio)visuales– unidas a las políticas de desinformación implementadas por gobiernos en
todo el mundo, manifiestan la necesidad de una alfabetización mediática y (audio)visual en y
para la ciudadanía. Si se alude a esta necesidad es necesario recordar que dicha alfabetización
no debe ser meramente instrumental, no tratándose únicamente de comprender, analizar o
describir la realidad que nos atraviesa sino de actuar en consecuencia con el objetivo colectivo
de transformarla. Este objetivo común exige la implementación de una perspectiva crítica, que,
en detrimento de la pasividad y su correspondiente actitud de adaptación, apueste por el
proceso de la acción y la transformación (Freire, 1968).
En una entrevista reciente, Noam Chomsky (2020) planteaba la necesidad de reconfigurar las
políticas educativas con el objetivo de reflexionar cómo educamos y con qué objetivo. La
respuesta es punzante: si se desea no seguir perpetuando ciertos poderes facticos, si el objetivo
es deconstruir ciertas políticas, la educación no puede reducirse a un simple desarrollo de
habilidades cognitivas y manuales, la educación debe ser crítica y en ocasiones hasta
incómoda. Es por este motivo que, en una sociedad eminentemente mediática y visual, el papel
de la educación artística es indispensable. La educación artística entiende el arte como una
producción cultural que refleja a la sociedad en sí misma y sus imaginarios colectivos, creando
símbolos de una realidad común (Efland, Freedman, y Stuhr, 2003). Es en este ejercicio, de
supresión de la concepción de arte como obra maestra por y para una élite social, que
entendemos la importancia de las prácticas artísticas para la comprensión de nuestro
panorama social y cultural.
En este camino, la educación artística no debe adaptarse al medio que habitamos, debe
posibilitar el cambio hacia una acción participativa, democrática y en valores (Escaño y Marfil-
Carmona, 2019). La transformación a través de las prácticas artísticas, en palabras de Mesias-
Lema (2019), no implica radicalidad, sino lugares de encuentro y diálogo entre diferentes
miradas que permitan imaginar a través de experiencias sensibles. Un hacer y entender la
educación artística alejado del imaginario colectivo, de actividad lúdica o de esparcimiento,
apostando así, por su dignificación y valoración dentro del currículum académico. Asumiendo
un indicio de esperanza, una certera confianza en el poder y potencial de la educación artística
en la práctica y la acción, la imaginación se torna indispensable en esta tarea deconstructiva y
transformativa al mismo tiempo. Eisner (2002) afirmaba que una de las principales
características más importantes de las artes no era únicamente el uso de la imaginación, y por
tanto el desarrollo del pensamiento divergente, sino el uso de la imaginación como una fuente
de contenidos. Es decir, el distorsionar la realidad para (re)imaginarla sin límites abogando
por la construcción de múltiples mundos.